“En el teatro está la verdad”

IMG_1023.JPG
 

Trece años pasaron hasta que los escenarios argentinos volvieron a tener el privilegio de que las pise Miguel Ángel Solá. El “príncipe de los actores nacionales”, como lo definió el gran crítico Gerardo Fernández -quien reservó el trono de rey para Alfredo Alcón-, regresó de España para presentar “El veneno del teatro”. Santa Fe fue una de las nueve ciudades elegidas para componer una exitosa gira con la que recorrió nuestro país y el Uruguay. Su arribo a la ciudad fue pretexto ideal para proponerle una charla a agenda abierta que él trasformó en un diálogo sin mediastintas conceptuales.

TEXTOS. JUAN MARTÍN ALFIERI. FOTOS. AMANCIO ALEM Y EL LITORAL.

El hombre está tranquilo, sereno, relajado en todo sentido. Espera sentado en los finos sillones del céntrico hotel Holiday Inn. La escena es dominada por “Puerto varadero”, el inmenso cuadro de Juan Arancio. Solá recibe a los periodistas, se amolda a los perfiles de entrevista, se divierte, se entrega con carismática humildad. Algunos curiosos se acercan al lobby de San Jerónimo 2779 para saludarlo, para cholulear.

Son las 10.30 del viernes 15 de marzo, mañana del día en el que se presentará en el Teatro Municipal “1º de Mayo”. “El príncipe”, a cara lavada, está enfundado en ropa confortable. Culmina una nota televisiva, nos invita a sentarnos a su lado y quiebra el hielo hablando de la función de la noche anterior en Paraná: “salió muy bien, aunque hubo poca gente. Tenemos muchas expectativas por lo que sucederá hoy en Santa Fe”.

EN LA FRAGUA

Solá es un artista nacido en una familia de artistas. Con ascendencia de cepa catalana, irrumpió en la escena porteña en 1971. “Son más de cuatro décadas de ininterrumpida labor en la que, parafraseando a Silvio Rodríguez, ‘he hecho mi sueño a mano y sin permiso, arando el porvenir con viejos bueyes’. No hay manera de vivir que no sea a partir del propio sueño, sobre todo en esta profesión. Si querés volar, sentir, vivir, no hay que depender de nadie ni esperar nada. Las he pasado todas; le he puesto el pecho a lo que vino. Como ciudadano me he dado el gusto de luchar contra toda forma de tiranía y he logrado ocupar un lugar preponderante para la gente que me sigue”. Solá tiene la convicción de que “el actor se hace en la fragua del trabajo. Por supuesto que hay que estudiar, dialogar, debatir en base a la teoría, pero lo más importante es apelar a la creatividad, a la imaginación, dándonos golpes peleando por lo que queremos. Aprender de los errores y escribir nuestro propio libreto”.

Pese a haber gravitado en todos los formatos y soportes en los que trabajó, Miguel Ángel siempre regresa a su amor incondicional: el teatro. “Es el lenguaje que más pasión me genera porque en el teatro está la verdad. Es el único terreno en el que se puede observar la verdadera calidad del actor. Cuando se levanta el telón todo depende sólo de él. No se pueden ocultar las mediocridades como en otros formatos. El momento de la función es sumamente intenso. Siento una brutal atracción por las tablas. Entro al escenario con la energía a pleno y, como una explosión, la libero frente al público”.

ARTE Y POLÍTICA

El teatro, como toda manifestación artística, es en sí mismo un hecho político. Implica un posicionamiento ideológico ante la sociedad. Consecuente con esta afirmación, Solá sostiene: “vivimos un momento histórico alarmante. La época actual de la Argentina está signada por una brutal mezcla entre la asquerosa década del noventa y la frivolidad con la que se entró a los ochenta. El pulso nos lo marca el horror, los shows degradantes, los espectáculos humillantes. Hoy vale todo. Se deformaron los sentimientos, la contemplación, los valores, el pensar. Parece que no nos importamos ni nosotros mismos. No somos capaces de generar un espacio sensible en el cual vivir”.

Sin embargo, afirma que “no todo está perdido. La tarea es retomar la senda perdida. En este marco, los artistas tenemos un rol fundamental: somos bichos especiales que tenemos el poder de transformar lo que es en lo que deseamos que sea. En el caso puntual del teatro, el desafío es continuar siendo una forma genuina de expresión, un terreno en el que necesariamente nos mostramos como somos, poniendo el cuerpo para conectarnos con nuestro público”. En esta línea, amplía la reflexión indicando que “en un plano más general cada uno desde el lugar que juega en su cotidianeidad tiene la llave para cambiar el mundo. Debemos quebrar la lógica de este sistema perverso que siempre empareja para abajo. Tenemos que ir por más, exigirnos a hacer lo que nos toca de forma óptima para cambiar el rumbo”.

SUEÑO A MANO

La charla se fue diluyendo junto con la mañana. Para entonces, Solá había retomado temas personales. Sin aflojar el semblante de sus cejas, recordó que tuvo que irse de la Argentina por las amenazas y persecuciones que recibían él y su familia; aseguró que ha dejado la vida en todo lo que hizo; que no le debe nada a nadie; que ama a sus dos hijas y que sólo tiene tres amigos de verdad: “dos en la Argentina y uno en España. A ellos los banco incondicionalmente porque sé que jamás me van a hacer cómplices de hacerle mal a los demás”.

Además, compartió un anhelo que espera cumplir en las próximas semanas: “en mayo cumplo 63 años; ojalá ya esté de vuelta en Majadahonda”. Allí, a 16 km al noroeste de Madrid, lo esperan su novia Paula Cancio y Adriana, su retoño que nacerá a fines de junio. Para entonces, el “príncipe de los actores” ya habrá completado la intensa gira que lo llevó por Buenos Aires, Rosario, Paraná, San Luis, Córdoba, Mar del Plata, Mendoza, Montevideo y, claro, nuestra ciudad. Miles de kilómetros desandados sobre ruedas, sin lujos, en los que sigue construyendo su sueño a mano.

Solá es un artista nacido en una familia de artistas. Con ascendencia de cepa catalana, irrumpió en la escena porteña en 1971.

EL-VENENO-DEL-TEATRO.JPG

CON DANIEL FREIRE EN “EL VENENO DEL TEATRO”, OBRA CON LA QUE MIGUEL ÁNGEL SOLÁ VOLVIÓ A LOS ESCENARIOS ARGENTINOS.

IMG_1975.JPG

EN LA PRESENTACIÓN DE LA PELÍCULA “QUIÉN MATÓ AL BEBE URIARTE” CON EL ACTOR SANTAFESINO RAÚL KREI.

“En mayo cumplo 63 años; ojalá ya esté de vuelta en Majadahonda”. Allí, a 16 km al noroeste de Madrid, lo esperan su novia Paula Cancio y Adriana, su retoño que nacerá a fines de junio.

VENENO ESCÉNICO

Aquella noche Solá subió a las tablas del Teatro Municipal “1º de Mayo” para ofrecer, junto a Daniel Freire, una exclusiva función de “El veneno del teatro”. Trescientas cincuenta santafesinos se dieron cita en la sala Mayor de San Martín 2020 para deleitarse con la contundente representación de estos gravitantes seres de la escena internacional.

Vale la referencia: acerca de esta comedia dramática del valenciano Rodolf Sirera que cuenta con dirección de Mario Gas, el crítico teatral Roberto Schneider expresó en El Litoral (19/02/2013) que “es como un conjuro del mal y hechiza al espectador (...) En la obra se mezclan la vida y la muerte, lo real (¿y qué es, al fin de cuentas, lo real?) y la ficción, el mundo de los sentidos tradicionales con el de otros que no lo son tanto, la alucinación y el delirio, el tormento y una extraña, por momentos, y corrosiva paz. Sus personajes recorren el mundo en busca de sí mismos, devorados por una sed casi metafísica, terrible, cósmica (...) El texto va tejiendo la malla que permite apreciar el desbordante talento de Solá, con su imaginación que corre a torrentes por los rincones del escenario, con su capacidad creadora que no sabe de un solo desmayo, transformada en una celebración. Y con la solidez de Freire a su lado, ambos deslumbrando con una magia interior que crepita largamente y que se exterioriza en un juego de luces secretas y atroces y también fulgurantes”.

1066696.JPG

EN MADRID, EN EL RADIO TEATRO “COMO POR UN TUBO”.