al mArgen de la crónica

Oscuro negocio

Los primates pueden ser originarios de África, pero nunca de Egipto. Sin embargo, las redes de tráfico ilegal han hecho de este país uno de los principales puertos de salida de esos y otros animales pese a los esfuerzos por combatirlo.

Esa es una de las rutas más habituales entre los traficantes, según un estudio de la ONU. Y en este oscuro negocio que se calcula despoja anualmente de las selvas de África y del Sudeste Asiático a unos 3.000 de esos primates, los aeropuertos de El Cairo, Conakry, Johannesburgo y Yakarta comparten el dudoso honor de ser una vía clave para sacar esos animales al mercado ilegal.

Son numerosos los árabes acaudalados del Golfo que suelen comprar para sus colecciones privadas esos animales o que poseen zoos privados.

Si los chimpancés son pieza preciada del comercio ilegal, también lo son los halcones, las tortugas del mar Rojo, los caballitos de mar, las serpientes y otras tantas especies exóticas.

Uno de los últimos sucesos más llamativos fue el aterrizaje de emergencia de un avión que cubría la ruta El Cairo-Kuwait porque una cobra mordió a un ciudadano jordano que la llevaba escondida en su equipaje de mano.

Si hay una mercancía irresistible para las redes de tráfico ilegal, esa es el marfil. Un informe del programa ecologista Traffic reveló en 2012 que Egipto seguía siendo uno de los mayores mercados africanos en los que hallar productos elaborados con colmillos de elefantes sin el permiso reglamentario.

En los casos de tráfico ilegal de animales, los seres vivos se envían al zoo y los demás productos, a los museos; mientras que al infractor se le impone una multa de hasta 7.200 dólares.

Egipto es uno de los 178 países que han firmado la convención sobre el comercio internacional de especies amenazadas de fauna y flora, que en su última cumbre tildó las mencionadas prácticas como “crímenes contra la vida silvestre”.