Esta madrugada

Robo y destrozos en una farmacia de barrio Roma

Varios delincuentes ingresaron por una ventana. Se llevaron medicamentos, dinero y otros artículos.

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“Les cabió giles”, escribieron los delincuentes en el suelo del negocio. Su dueño, Miguel Angel Naito, atiende desde la ventana por cuestiones de seguridad. Fotos: Danilo Chiapello

 

Danilo Chiapello

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Horrendo inicio de jornada tuvo hoy la empleada de la farmacia ubicada en la esquina de Mendoza y Juan Díaz de Solís.

No alcanzó a abrir la puerta cuando advirtió que el lugar estaba en un completo desorden. Las estanterías arrasadas... medicamentos y otros productos desparramados por el suelo, el que estaba regado con vidrios rotos y manchas de sangre.

Fue durante la madrugada que autores ignorados violentaron una ventana (que se utiliza para atender a los clientes) y desde allí se ganaron al interior del local.

Los rastros de sangre observados en el lugar indicaban que algo se complicó en la faena de los ladrones. Cuando ingresaron alguno se cortó con un vidrio.

No obstante se llevaron gran cantidad de medicamentos (en su mayoría psicotrópicos) además de artículos de perfumería y también el dinero de la caja.

En diálogo con este diario, Miguel Angel Naito, propietario del comercio manifestó su profunda indignación por lo ocurrido.

“La verdad es que ya no sabemos qué hacer para tratar de evitar los robos. Pusimos rejas, cerramos todo, y sin embargo nos siguen robando igual. Esto no es nuevo. La situación está cada vez peor. Es por eso que hace rato tomé la decisión de atender por la ventanilla. A los clientes no les gusta esta modalidad, pero no nos queda otra opción. Hoy dejar entrar a un desconocido al mostrador es suicida. Cualquier pibito anda armado y en dos minutos te lleva todo.

“Hace un rato vino la policía, los peritos, sacaron fotos y demás pero yo siento que no sirve para nada. La gente está cada vez más encerrada y los delincuentes andan tranquilos por la calle”, sentenció. Por último el farmacéutico reveló que los autores del hecho no se privaron de “firmar” su trabajo antes de retirarse. “Les cabió giles”, fue la inscripción que, utilizando cremas del local, dejaron en el suelo.