Fue distinguida en España

Natty Petrosino, una argentina excepcional

A los 75 años dedica todo su tiempo a ayudar al prójimo, lo que le valió ser nombrada como la “Madre Teresa argentina”. En la década del ‘60 del siglo pasado fue una de las más afamadas modelos del país, pero una experiencia mística le cambió la vida. Abandonó el mundillo frívolo para ocuparse “full time” de los más necesitados. Rechaza todo apoyo del Estado para conservar su independencia.

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Una imagen de Natty que dio la vuelta al mundo. Ayudar al que lo necesita es desde hace 45 años su principal misión en la vida.

Foto: Archivo El Litoral

 

Agencia EFE - El Litoral

La argentina Natty Petrosino recibió el martes último en la Universidad Pública de Navarra el Premio Internacional Jaime Brunet a la Promoción de los Derechos Humanos en un acto que se realizó en el vestíbulo del edificio de Rectorado. Natty Petrosino (Bahía Blanca, Argentina, 1938) realiza desde hace 45 años una importante labor humanitaria a favor de los más desprotegidos sin ningún apoyo institucional.

Calificada como “la Madre Teresa argentina”, fundó una red de ayuda a pobres y enfermos, aunque ahora vive en una casa rodante con la que viaja por toda Argentina asistiendo a comunidades de indígenas y personas desfavorecidas. El premio está dotado con 36.000 euros.

La ceremonia de entrega del galardón fue presidida por el rector de la Universidad Pública de Navarra, Julio Lafuente; la presidenta del Gobierno de Navarra, Yolanda Barcina; y por el presidente del Parlamento de Navarra, Alberto Catalán. El acto contó con la asistencia del vicepresidente de la Fundación Jaime Brunet, Joaquín Mencos, y de Edurne Almirantearena, en representación de la ONG Brigadas Internacionales de Paz, entidad premiada en la anterior edición.

Previamente, Natty Petrosino había sido recibida por el rector, Julio Lafuente, firmado en el Libro de Oro de la Upna y explicado el trabajo que realiza en Argentina en una rueda de prensa en la que estuvo acompañada por la vicerrectora de Proyección Universitaria, Eloísa Ramírez.

El jurado del Premio Internacional Jaime Brunet 2012 quiso reconocer, a través del galardón a Natty Petrosino, a “todas aquellas personas que están comprometidas en la defensa de los derechos humanos y a las que, desde la sencillez, sin publicidad y con humildad, entregan su vida a la ayuda de los más desprotegidos”. El jurado espera que el Premio Internacional Jaime Brunet permita a Natty Petrosino “avanzar y expandir sus objetivos y programas, además de estimular los esfuerzos de otras personas en su apuesta por conseguir una sociedad más justa y plural, respetuosa siempre con los derechos fundamentales del ser humano”.

Una “mujer peligrosa”

Horas antes de recibir el premio en la Universidad Pública de Navarra, en diálogo con la prensa, Natty aseguró que es una mujer “peligrosa” porque no le tiene miedo a nada y puede “decir cosas que otros no podrían”.

Petrosino dijo hoy en rueda de prensa que ya no le “asombra“ comprobar que en el resto del mundo no se sepa la situación real de Argentina, que calificó de “terrible”, con una tasa de inflación que hace que “la gente casi no pueda comprar nada”.

La de Argentina es “una democracia desfasada”, apuntó Petrosino, quien destacó no obstante que ella es “ajena a todo eso” y se dedica a desarrollar su tarea, asistiendo a comunidades indígenas olvidadas, llevando alimentos y asistencia médica a los más pobres y construyendo escuelas y hospitales.

Petrosino contó a la prensa cómo a los 27 años, casada y con dos hijos, estuvo clínicamente muerta durante unos segundos al ser operada de un cáncer en un oído y tuvo una experiencia mística que cambió su vida radicalmente.

Hasta entonces, agregó, su única preocupación era “estar bronceada de verano a verano” y “lucir las cosas más caras y exclusivas”, pero a partir de ese momento tomó conciencia de las necesidades de otras personas y comenzó a alojar en su casa a vagabundos y ex convictos y “todo el mundo creyó que me había vuelto loca”.

Durante años, Petrosino fue creando una red de hogares para ayudar a los más pobres, enfermos y discapacitados en toda Argentina y con el tiempo ha extendido su labor a lugares como Nicaragua, Moscú, Chernobyl (Ucrania) y Kazajistán.

Luego decidió comenzar de cero y, a bordo de una furgoneta, se dedicó en exclusiva a los pueblos indígenas de Argentina, como los mapuches, los huarpes y los wichis.

Así, para las comunidades de aborígenes wichis de las provincias de Formosa y Chaco, en el norte del país, construyó dos escuelas, tres salas de primeros auxilios y más de medio centenar de casas sin subsidios oficiales, que ella y sus colaboradores rechazan porque le “atarían” con compromisos adquiridos.

El secreto, explicó, es aprovechar en cada caso los recursos disponibles, como, por ejemplo, los palés de madera en los que llegan muchos alimentos, que utilizan para construir casas.

El Premio Jaime Brunet a la Promoción de los Derechos Humanos, que fue entregado el martes último por la presidenta del gobierno regional de Navarra, Yolanda Barcina, está dotado con 36.000 euros, que Petrosino va a emplear en continuar con su labor humanitaria, porque el dinero “nunca es suficiente, pero tampoco nos falta”.

La creación de este galardón internacional fue una de las últimas voluntades del filántropo Jaime Brunet Romero, nacido en Bayona (Francia) el 20 de julio de 1926 y fallecido el 4 de enero de 1992 en San Sebastián, quien confió su legado a la Universidad Pública de Navarra para la constitución de una fundación que promoviera las libertades fundamentales y los derechos humanos

Una intérprete de Jesús

  • Fruto del matrimonio Hollmann Eberle, de alemanes del Volga, Natty nació en julio de 1938 en la ciudad de Bahía Blanca. En la década de 1960, Natty Hollmann tenía una carrera exitosa como modelo. Sus expresivos ojos azules, sus cabellos dorados y su singular silueta, la llevaron al triunfo en el mundo de la moda. Hizo parte de las carreras de medicina y sociología en la Universidad de Buenos Aires, y trabajó en varias películas. Fue entonces que conoció a un acaudalado empresario de Bahía Blanca, con el que se casó y tuvo 2 hijos.

La vida de Hollmann transcurría cómodamente en Barrio Parque Palihue de su ciudad natal, rodeada de mucamas y asistentes hasta que a la edad de 28 años, enfermó gravemente y tuvo una experiencia que, según relata, le hizo descubrir a Dios y la cambió para siempre. Le dijo a su familia “mi familia terrenal tiene de todo, pero mi familia celestial está en la calle. Yo me voy con mi familia celestial a la calle”; y su vida fácil se trocó en un servicio apostólico hacia los más desamparados de la sociedad.

En 1978 Natty fundó el Hogar Peregrino San Francisco de Asís de Bahía Blanca, el primero de una red destinada a ayudar a pobres y enfermos.

En la década del ‘90, Natty Hollmann decidió dejar el Hogar San Francisco en manos de la Curia, para comenzar a recorrer la Argentina a lo largo y ancho de su territorio en una casilla rodante, llegando allí en donde más la necesitan. Ha desplegado su labor solidaria especialmente en favor de las comunidades indígenas más necesitadas, como los mapuches de la Patagonia, los wichís de la provincia del Chaco, los huarpes del desierto en la provincia de Mendoza, y también en comunidades de indígenas en la provincias de Tucumán y Formosa. Ha concretado un vasto plan construyendo viviendas, fundando pueblos, hospitales, escuelas y otras edificaciones para personas que vivían literalmente bajo los árboles, desposeídos y necesitados de todo.

Natty lleva una vida extremadamente austera, y a la par de los más carecientes. Su vestimenta es sencilla y no posee bienes, ya que las pocas cosas que utiliza -como su casilla rodante- las recibe en calidad de préstamo pues no acepta donaciones para sí misma.

Consultada alguna vez sobre cómo ella pudo lograr tantas cosas por los pobres, respondió: “No hago discursos con el Evangelio, simplemente lo practico. No tengo ni hago papeles. No soy una burócrata, sino una intérprete de Jesús”.