Editorial

Menem, Berlusconi y la Justicia republicana

  • Por esos azares con los que la historia se complace en sorprender a los humanos, ambos fueron condenados a siete años de cárcel.

Refiriéndose a los dictadores bananeros de América Latina, el escritor mexicano Octavio Paz escribió hace unos años una nota titulada “Los dictadores también mueren”. El texto se refería a las muertes de Anastasio Somoza y Rafael Leónidas Trujillo, ambos asesinados en emboscadas tendidas por sus empecinados enemigos políticos.

Atendiendo a recientes acontecimientos contemporáneos, y retomando las posiciones críticas de Paz contra dictadores, muy bien podría decirse que los políticos corruptos, tarde o temprano, también son condenados por la Justicia. Los casos de Carlos Menem en nuestro país y el de Silvio Berlusconi en Italia, parecen confirmarlo.

Por esos azares con los que la historia se complace en sorprender a los humanos, ambos fueron condenados a siete años de cárcel. En el caso del político riojano, la causa es la del contrabando de armas a Ecuador y Croacia; en el caso del ex premier italiano, la causa es por prostitución de menores y abuso de poder. En ambos casos, los expedientes judiciales se tramitaron durante años. El del ex presidente argentino duró dieciocho años y en algún momento incluyó su detención durante casi seis meses. Con il cavaliere, la causa demoró veintisiete meses y alrededor de cincuenta audiencias. Las demoras y las idas y venidas de estos procesos demuestran y advierten que los hombres del poder disponen de recursos para protegerse, aunque como estos casos lo demuestran, en algún momento las condenas judiciales llegan. Tanto uno como el otro están imputados por otras causas y, según los observadores, en todas están a punto de ser condenados. En el caso de Berlusconi, se asegura que las otras asignaturas pendientes con la Justicia son más graves que la de prostitución de menores. No obstante, todo parece indicar que se defenderá con uñas y dientes y hará valer todas sus influencias económicas y políticas para eludir a la Justicia o torcer la voluntad de los jueces. Como se sabe, se trata de uno de los hombres más ricos de Europa y, al mismo tiempo, el político más votado en Italia.

A diferencia de Menem, Berlusconi está activo políticamente y su partido influye en el actual esquema de poder. Como se sabe, fue primer ministro en tres ocasiones y hasta el día de hoy es uno de los políticos más votados en Italia. Precisamente, uno de los caballitos de batalla de su defensa es que esta condena es una maniobra de sus numerosos y empecinados enemigos políticos y, al mismo tiempo, una falta de respeto a los millones de ciudadanos que confiaron y confían en él.

Como se puede apreciar, lo sucedido demuestra que la democracia dispone de recursos e instrumentos para efectivizar el principio de justicia e igualdad ante la ley, pero como los hechos se empeñan en demostrarlo, los poderosos también cuentan con influencias, relaciones y recursos que obstaculizan el propósito. Lo que importa de cualquier modo -y esto es de alguna manera lo novedoso- es que más allá de demoras y chicanas, la democracia republicana demuestra que los poderosos no son eternamente impunes.

A diferencia de Menem, Berlusconi está activo políticamente y su partido influye en el actual esquema de poder.