Artes Visuales

“Desde ópticas diversas”

2.jpg

Muestra "Paisajes de Vías y 0lvidos", de Luis Gervasoni.

 

Domingo Sahda

Desde fecha reciente se encuentran habilitadas dos Muestras de Arte Visual en la ciudad de Santa Fe, las que, posicionadas en ángulos conceptuales y realizativos antagónicos dentro del espacio propio de Arte Plástico, invitan a la reflexión en torno al hecho concretado, su pertinencia específica y su proyección en el contexto en el que se producen.

De este modo, en el Hall de la Legislatura Provincial, Luis Gervasoni expone una colección de pinturas directas cuya temática esencial es el paisaje. La colección expuesta se denomina, precisamente, “Paisajes de Vías y Olvidos”. Los trabajos a la vista se resuelven directamente sobre el plano plástico bidimensional acotado y ostentan un preciso, esmerado oficio que en todos los casos responde a la idea preconcebida de “cuadro que simula un marco de ventana” desde el cual se avizora aquello que se re-presenta, en todos los casos un lugar significativo para el autor. El artista plástico pretende conducir la mirada del espectador, quien está en condiciones inmediatas de constatar, valorar, y eventualmente apreciar, hacia la temática elegida interpelándola, provocando algún tipo de considerada atención.

En otro ángulo del espectro artístico, Daniela Arnaudo ofrece en el Museo de Arte Contemporáneo —MAC— UNL una instalación globalizadora emergente de un concepto emocional previo y determinante. Denomina a su trabajo, que se corresponde con el concepto de nevironmentt (entorno global circundante, aprox.), como “Coronaciones”, refiriéndose a los rituales directos e indirectos de homenaje a seres humanos fallecidos a cuya memoria se rinde culto en los espacios predeterminados para tal fin, a saber, tumbas y cementerios. La instalación, a modo de teatralización, reúne imágenes de bulto, imágenes planas y proyecciones movibles.

La precisión detallada de cada instancia visualmente compuesta que resulta del traslado del tema elegido al plano plástico ajusta el proceder de Gervasoni a un atento registro pleno de acentos mínimos de notable elaboración y entonada composición.

Este denodado ajuste a la verosimilitud del tema trabajado opera, inopinadamente en contra de la eventual aura poético-melancólica del espacio que recorta. En ellos, el trabajo de la vida, la tensión inherente a las pasiones humanas, la poética del espacio solitario se desvanece. El acento está puesto en la exactitud, inobjetable por cierto, que mengua ostensiblemente cualquier sugerencia emocional. El pintor opera como un documentalista, con un oficio y una atención plástica destacable. La sobrecarga afectiva que presupone el “olvido” no alcanza a instalarse en sus imágenes, las que, quizás, con “una vuelta de tuerca expresiva” podrían eventualmente convertirse en movilizador documento visual de la desaprensión, de la ineptitud de nuestra sociedad en tanto entramado político-social por mantener y vitalizar lugares en los cuales reposa la memoria colectiva, fundante indirecta del constructo social de la región. De este modo, e inopinadamente, estas pinturas cuasi documentales podrían leerse como registro del fracaso histórico de nuestras políticas sociales. Gervasoni es un excelente artesano de la forma y el color. Su notable atención y realizaciones son ponderables. Con un paso de mayor riesgo, de menor autocontrol por el registro exacto brindaría a sus estampas una carga subjetiva con-movedora, haciendo de sus estampas referencia visual ineludible a la hora de contar, con imágenes, nuestros paisajes olvidados. Impecables por sí mismas, cada pintura se sostiene dentro de los parámetros preestablecidos, sin huecos plásticos, ni soluciones de compromiso.

Por su parte, Daniela Arnaudo plantea una opción diametralmente opuesta desde lo conceptual y desde lo fáctico. Propiamente, el trabajo que se ofrece, responde a la idea de “totalidad registrable” por su momento, de modo circunstancial, para luego ser trasladado, y a futuro, a registros visuales parciales, estáticos, a modo de documentación de lo hecho.

La instalación deviene, en sí misma, inevitablemente en “teatralización abarcativa” de una opción del lenguaje visual específica con su centro en la temporalidad por sobre la permanencia, opción por cierto, opinable. La idea, hipotéticamente libertaria y superadora del concepto “Instalación” que en los hechos se supone de “avanzada” licua en la práctica la especificidad del lenguaje visual como dato que atraviesa el tiempo y el espacio de su producción para instalarse como ícono referencial permanente, como lenguaje preciso entre emisor-contenido-receptor. Todas las exploraciones de índole creativa en el marco del arte son necesarias en tanto no devengan en “curiosidades a la moda del consumo”.

La celebración, el homenaje y la recordación de la muerte, de los cementerios se presenta en los ámbitos del museo con brillantes toques cromáticos y de elaboración. La resolución de cada instancia es ponderable, mas no atraviesan la barrera del prolijo artesanado. La simulación como expresión plástica se recorta sin veladuras. El “como si” se recorta en todos los ángulos e indirectamente parodia el supuesto tópico dramático que convoca. “Coronaciones” resulta un despliegue visual bien elaborado que soslaya el recogido silencio conmemorativo al que se alude, sin mayor compromiso expresivo, sólo como autodesafío. Poco más.


1.jpg

"Coronaciones", de Daniela Arnaudo.