editorial

Consecuencias de la doble moral

Algunos de los que se apresuraron a juzgar al Papa Francisco, hoy piden que no se condene por adelantado al nuevo jefe del Ejército.

La lógica amigo-enemigo lo ha fagocitado todo en la Argentina y, en este contexto, se afianza una doble moral que por momentos se torna grosera e irritante.

En marzo de este año, apenas se conoció la noticia de que el cardenal Jorge Bergoglio se había convertido en el Papa Francisco, conspicuos representantes del kirchnerismo lanzaron una andanada de críticas furibundas, denunciando vínculos pasados entre el nuevo Sumo Pontífice y la junta militar que gobernó el país entre 1976 y 1982.

“Paren un poco, Francisco recién está asumiendo y Videla ya pide un golpe de Estado”, escribía Luis D’Elía a través del Twitter, mientras por la misma red social se hacía circular una fotografía en la que supuestamente se veía a Bergoglio dando la Eucaristía al expresidente de facto. Luego, se supo que se trataba de otro sacerdote.

Por su parte, la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, aseguraba por entonces: “Es una historia muy triste que entinta a toda la jerarquía de la Iglesia Católica argentina, que no ha dado ni un paso para colaborar con la verdad, la memoria y la justicia. Bergoglio pertenece a esa Iiglesia que oscureció al país. No ha sido así en otros países, en Chile y Brasil”.

Al coro de críticos se sumaron muchos. Entre otros, el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, y la titular de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini.

Cuatro meses después, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner acaba de nombrar como nuevo jefe del Ejército al general César Milani. Frente a esta designación, un programa periodístico de Capital Federal develó elementos que plantean fuertes sospechas sobre el accionar del militar durante la pasada dictadura y señaló una serie de incongruencias entre sus ingresos y las propiedades a su nombre.

Frente a este caso, las reacciones kirchneristas fueron absolutamente distintas.

“No hay que prejuzgar, sino investigar”, dijo Estela de Carlotto. Y añadió: “Cuando alguien dice que otro hizo algo, no tiene que largar información suelta que no aporta y sólo conmueve, sino dar las pruebas necesarias para que esto se compruebe”.

Mientras tanto, Luis D’Elía, el mismo que se apresuró a condenar a Bergoglio por un pasado que no fue, guarda absoluto silencio frente a las denuncias que pesan sobre Milani, vinculadas con la desaparición de un soldado y el secuestro de un funcionario de La Rioja durante la dictadura. La oposición reclama explicaciones, además, por las funciones que cumplió en el Batallón 601 de Inteligencia.

El premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, puede esgrimir toda una vida de lucha por los derechos humanos. Así como en su momento salió a defender la figura de Jorge Bergoglio, aclarándole al mundo que el nuevo Papa no tuvo vinculación alguna con la junta militar; en las últimas horas reclamó al gobierno que revise la designación de Milani al frente del Ejército. “Es una persona que tiene situaciones en su vida profesional que son dudosas y comprometidas. Pedimos una revisión”, planteó en declaraciones radiales.

Integrar o no un determinado sector político no hace mejores, ni peores a las personas. Lo que debe juzgarse son sus actos. El doble estándar sólo conduce a más hipocresía y más cinismo. La verdad, mientras tanto, parece ser lo que menos importa.

El doble estándar sólo conduce a más hipocresía y más cinismo. La verdad, mientras tanto, parece ser lo que menos importa.