Niño baleado en barrio Chalet

Camino a la escuela lo sorprendió un tiroteo: terminó en el hospital

La víctima tiene 9 años. Recibió un impacto de bala en su pierna izquierda. Iba rumbo a la escuela Santa Lucía cuando varios rufianes se trenzaron a tiros.

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Ahora felices. Cristian junto a su mamá Miriam, esta mañana en el Hospital de Niños, minutos antes de volver a su hogar. Foto: Danilo Chiapello

 

Danilo Chiapello

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“Las balas nos ‘silbaron’ cerca de la cabeza. Fue todo tremendo... mi hijo herido... sentir la muerte tan cerca”.

Con estas palabras Miriam Zalazar (44) describió la situación que atravesó ayer cuando varios delincuentes se trenzaron a tiros y uno de los balazos impactó en su hijo.

Todo ocurrió al mediodía cuando la mujer junto al pequeño Cristian, de 9 años, caminaban rumbo a la escuela Santa Lucía, de barrio Chalet.

Una moto en la que se conducían dos sujetos a toda velocidad por las maltrechas calles de tierra de dicha barriada, fue la fatídica señal de los dramáticos momentos que se venían.

Madre e hijo se encontraban por la zona de pasaje Cervantes al 4300 cuando quedaron en medio de un recio tiroteo entre malvivientes.

Uno de los disparos impactó en la humanidad de Cristian, que apenas si atinó a decir: “¡Mamá me arde la pierna!”

Fue un buen vecino el que en tan dramático momento apareció en escena. Como un ángel de la guarda el hombre abrió las puertas de su casa y brindó cobijo a la mujer y su hijo.

La secuencia se completó luego con dos policías que arribaron al lugar. Rápidos de reflejos los uniformados cargaron al chico en el patrullero y salieron raudos en dirección al Hospital de Niños.

Los médicos que lo asistieron le diagnosticaron herida de arma de fuego en miembro inferior izquierdo, con orificio de entrada y salida.

No hay dudas de que, pese a todo, la fortuna estuvo del lado del menor. El proyectil en su recorrido no tocó ningún órgano vital.

“Pensé que eran petardos”

Esta mañana el ánimo de Cristian y su mamá Miriam era otro. En medio de los trámites para obtener el alta médica, ambos se mostraron tranquilos y sonrientes.

Al ver nuestra presencia aceptaron recordar cómo fueron los hechos.

“Yo salí al mediodía de mi casa en dirección a la escuela Santa Lucía”, comenzó diciendo Miriam

A la altura del pasaje Cervantes al 4300, que es donde pasamos siempre para ir a la escuela, veo que se venía a toda velocidad una moto con dos muchachos a bordo. Parecía que venían escapando.

Justo en ese momento se sienten algunos disparos. Yo al principio no lo relacioné con balazos. Pensé que eran petardos.

Pero después sí..., justo cuando mi hijo me dice ‘me rozó’.

Entonces nos quedamos como congelados y sentimos más disparos. A los de la moto les tiraban. Ellos venían escapando en dirección contraria a la nuestra. Yo iba para Juan Díaz de Solís y ellos venían hacia el fondo.

“No sabía qué hacer”.

Justo mi hijo me dice que le arde algo en la pierna. Para colmo estábamos en una vereda que está como cercada y entonces no podíamos pasar. No sabía para qué lado irme. Quedamos como encerrados.

En eso siento que una bala me ‘silbó’ al costado de la cabeza; luego otro balazo me silbó por atrás. Yo me quedé quieta pensando “¿para dónde me corro?”

Como los disparos seguían entonces lo puse a mi hijo contra la pared de una casa. Por suerte el dueño, al escuchar los tiros, abrió la puerta y nos vio ahí a nosotros. Yo lo tenía a Cristian agachadito, porque el tiro le pegó en el muslo, muy cerquita de la ingle.

Recién cuando el dueño de casa nos hizo pasar, lo senté a mi hijo y pude ver bien la herida. La bala le atravesó el muslo. Tenía los dos orificios de entrada y salida.

Al rato entró la policía y en el mismo patrullero nos trajeron al hospital. No esperaron la ambulancia.

Esos momentos fueron tremendos. Sentir las balas que te pasan tan cerca. Ver tu hijo herido... pensar en la muerte...”

—¿Este tipo de episodios son habituales en el barrio?, se le preguntó.

—Ya nos habían avisado unos vecinos que al barrio habían llegado unos muchachos que se tirotean con otros. Que por eso había que tener cuidado. Uno tiene por costumbre mandarlos a hacer algún mandado, cosas así. Yo vivo sobre Estrada, casi Uruguay. Bueno, esa Uruguay (por la calle) es un ‘corredero’ de balas. Siempre se tirotean de una esquina a la otra. Toda esa zona es así, sentenció.

El dato

Que se vayan ellos

Apenas uno observa la casa de la familia Zapata ya puede intuir muchas cosas. El jardín impecable ; la cerca prolija; las plantas cuidadas, en fin... detalles.

Nos salió a recibir don Ernesto Zapata, el papá de Cristian. “La verdad muchachos que es poco lo que les puedo decir. Lo único que sé es que el chico salió para la escuela y terminó con su mochila de almohada en un hospital”, dijo entre lágrimas.

Varias cuestiones tienen a Ernesto sumamente preocupado. “Esto que pasó nos alteró todo”, dijo. “ Mi mujer hace desde ayer que está en el hospital. Yo por todo esto quizás pierda el presentismo. Ernesto se desempeña como personal de mantenimiento en el Jockey Club.

Consultado sobre si va a seguir viviendo en el barrio, Ernesto explicó que “claro que voy a seguir viviendo aquí. Nosotros no tenemos posibilidades para mudarnos. Aparte yo no quiero que mis hijos se vayan del barrio. Yo quiero que ‘los malos’ se vayan”, culminó.