En Barrio Belgrano

Robaron para regalar

“Lo hacemos por los pibes” dijeron los dos delincuentes armados a sus víctimas. El asalto ocurrió el sábado, el domingo fue el Día del Niño. Se llevaron costosos juguetes y el dinero en efectivo de la caja registradora.

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Mónica (a la izquierda) tiene 50 años y estaba como encargada de la Juguetería Arco Iris cuando ocurrió el golpe. “Es la segunda vez que nos roban en el año”, se quejó. Foto: Danilo Chiapello

 

Joaquín Fidalgo

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Este sábado por la mañana, en la víspera del Día del Niño, dos delincuentes jóvenes, pero mayores de edad, asaltaron una juguetería de barrio Belgrano.

El golpe se produjo a las 8.20, cuando el negocio recién había abierto sus puertas. En el interior, atendían al público tres empleados. Mónica, la encargada de 50 años, y otros dos jóvenes de 26 y 23.

Primero entró al local un muchacho de poco más de 20 años, simulando ser cliente. Luego entró el cómplice, de la misma edad. Aparentaron no conocerse. “Nos pedían autos a control remoto, muñecas que hablaran, pelotas... preguntaban precios. Empezamos a sospechar algo raro, porque estaban muy nerviosos y las consultas eran cada vez más erráticas. En un momento, en el medio, se hicieron una seña y sacaron un arma de fuego”, recordó Mónica.

“Se quedan quietos”, dijo uno de los ladrones que luego miró a la encargada para reclamarle: “Vos, embolsame todo eso”.

“Cargué en una bolsa muñecas, autos a control remoto, una pelota -contó la mujer-. Entonces el otro fue derecho a la caja registradora, que está escondida detrás de un mueble. De ahí sacó todo el dinero en efectivo que teníamos.

Nos pidieron los celulares. No sé por qué, uno de los ladrones le gritó a su compañero en ese momento ‘quemalo, quemalo’, mientras señalaba a uno de los chicos que trabajan acá. Entonces me desesperé y les expliqué que los dueños no estaban, que sólo éramos laburantes. ‘Cómo vas a decir semejante barbaridad’, le recriminé”.

“En ese momento llegó mi hija. Cuando la vi pensé que podía pasar lo peor. Creí que se podían asustar y pegarle un tiro. Afortunadamente, sólo se fueron”, relató Mónica.

Antes de salir del local, con la bolsa con juguetes al hombro, uno de los delincuentes se dio vuelta y les dijo a sus víctimas: “Lo hacemos por los pibes. No van a querer llamar a la policía. Se quedan quietitos acá adentro”.

Les costó bastante hacer arrancar la moto que habían dejado estacionada en la vereda, pero finalmente lo lograron y desaparecieron.

“Es la segunda vez que nos pasa algo así. La anterior, en el verano, fue más violenta, porque nos redujeron, nos tiraron al piso y luego nos encerraron”, concluyó la encargada del negocio.

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