EN EL FORO CULTURAL

“Gaucha”: dramaturgias del cuerpo

La obra de danza teatro ideada y dirigida por Mariano Dufour se estrenará este viernes a las 22 en la sala Maggi. La puesta es interpretada por Patricia Álvarez, Claudia “Negra” Correa y Fabiana Sinchi, quienes integran el grupo Recua.

“Gaucha”: dramaturgias del cuerpo

Tres hermanas que pugnan por resistir, adaptarse o revolucionar su cuerpo, lo escrito, su identidad gaucha.

Foto: Luis Cetraro

 

 

De la Redacción de El Litoral

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Mariano Dufour regresa al Foro Cultural UNL, 9 de Julio 2150, para estrenar su más reciente producción. Se trata de “Gaucha”, una obra de danza teatro ideada y dirigida por el joven creador santafesino a partir de “la dramaturgia del cuerpo” de las propias intérpretes de la puesta: Patricia Álvarez, Claudia “Negra” Correa y Fabiana Sinchi, integrantes del grupo Recua.

“La identidad es siempre un estado de tensión, no es algo terminado o acabado, sino que está siempre en estado de cambio y construcción”, reflexionan los hacedores y completan: “La identidad en todos los países es una especie de impaciente tensión entre lo que efectivamente fue y lo que puede llegar a transformarse. De esta tensión puede aparecer una obra de arte”.

Vale destacar que las primeras funciones se concretarán en la sala Maggi el viernes 13 y sábado 14, siempre a las 22. Las entradas para disfrutar de la propuesta tendrán un valor general de 30 pesos, 25 con descuento.

Gaucha

Tres mujeres, el desierto o una pampa confundida de tanta sangre, ficción y fuego. Tres hermanas que pugnan por resistir, adaptarse o revolucionar su cuerpo, lo escrito, su identidad gaucha. La obra desmonta y se inspira en algunos elementos de la estética de lo nacional, su versión tradicional y construye una poética desde la mixtura de lo gaucho, lo extranjero y la singularidad de los cuerpos de las intérpretes, estas mujeres, bailarinas y actrices.

“Gaucha”, en tanto proceso y producto artístico, se plantea a partir de algunos ejes. La identidad nacional y sobre todo la apuesta estética instaurada a partir de la constitución del Estado nacional, la ficción literaria y el proyecto político-social. Estos registros, en términos de Sarlo, en su lectura sobre El Facundo, “se encuentran y desencuentran permanentemente”. ¿Cómo habitan estos registros en los cuerpos? ¿Cómo se resignifican cuando estos cuerpos son de mujeres? La mujer como personaje de fondo o complemento en la historia (oficial).

Principio de identidad

“Gaucha” reterritorializa las ideas de pampa como principio de identidad. Vacío, inquietud, civilización, barbarie, lo extranjero. La obra intenta capturar la pluma como espada, la escena como texto que se re-escribe. Es una dramaturgia que no apuesta a la representación, ni a una certeza de lo que es “la cosa”, sino a un juego de hipótesis, siempre en tensión, que invita a deconstruir imágenes, ideas y percepciones sobre “lo gaucho”.

La singularidad de los cuerpos de los intérpretes, sus devenires a partir del proceso creativo con los diferentes estímulos: pictóricos (imágenes o cuadros del “Martín Fierro”, “La Cautiva” de Esteban Echeverría, el “Fausto” de Sarmiento), musicales, textos narrativos y sobre todo, la paradoja de resistir, adaptarse o revolucionar el cuerpo/movimiento.

A partir de estos ejes se produce entonces el material, se trabaja depurando el mismo durante más de un año y en función de ello aparecen los cuadros: la cautiva, tu hermana, la carta, etc. Dichos cuadros no pretenden ser ordenadores de significados sino, por el contrario, son marcadores del tiempo escénico, nuestro tiempo en la historia. La puesta en escena no es pretenciosa: apela al despojo, al vacío. Dos sillas con sus asientos de paja, solamente dos, que no esperan a la hermana que llega sorpresivamente. Una jarra con agua para apagar la sed de la soledad, de la lucha interna y los cuerpos de las intérpretes en coreografías salvajes, atravesados por diferentes estados, siempre inestables, como la opacidad misma que nos plantea la problemática de la tan deseada identidad.

Entre las “sisters” y un director

El proceso de Gaucha surge en principio del encuentro de varias personas que comparten recorridos de entrenamiento y vínculos. La propuesta -según sus hacedores- supone un relato basado en la hermandad, algo similar a lo que sucede en lo cotidiano, donde las sisters, como se llaman en los ensayos las intérpretes, se topan con una terceridad, la mirada de un director que es ajeno a sus condiciones de trabajo anteriores. Esto plantea un punto de vista del arte y del entrenamiento que a su vez es un punto de partida y reencuentro, donde los cuerpos deben extrañarse para volver a conocerse en una micropoética. En cierta medida entonces, el proceso constituyó la posibilidad del devenir nómade, con todos los riesgos y frustraciones que eso implica. Expuesto así lo escrito, no tiene pretensiones herméticas, sino bien pragmáticas, el armado de un dispositivo de ensayos donde se exploran diferentes modalidades de estar en relación con un tema.

Pensar el cuerpo como espacio de producción de significantes, en este proceso requiere por parte de las intérpretes la conciencia de estar en el cuerpo y en estado crudo y puro, salvaje. Cuerpos intensos resisten como respuesta al medio, lo que aprendieron, lo que les dieron, lo que les quitaron, lo que tomaron, con lo que tienen, lo que pudieron y aunque les duela, resisten, resisten, resisten.

La presencia de los cuerpos en una especie de vacío constante, lo envuelve todo creando una atmósfera de tierra lejana, casi extraña. Algo que comúnmente se llama estética de presentación como diferencia de la representación, de la danza, lo gauchesco, etc.

En el trayecto, fueron relevantes los aportes pictóricos, musicales y las experiencias de las intérpretes. Cabe destacar los aportes de Laura Correa, quien también estuvo en el inicio del trabajo.

“Gaucha”. ¿Una llanura o un desierto? Cualquiera sea el caso, no hay sólo planicies, hay mesetas. Accidentes, lomadas, que no acuerdan, que trazan, diagraman espacios, ritmos. Por momentos son alegorías del exceso que destronan toda posibilidad de representación, de cierta solemnidad que opaca lo vital. El tiempo se detiene, es eterno y efímero a la vez. Tiempo sostenido por el presente, pero también por la magia de lo que vendrá.

Una de las intérpretes sintetiza su experiencia: “‘Gaucha’ es una obra que me lleva a revivir lo ancestral que todos tenemos, pero que muy pocos podemos reencontrar, el amor incondicional por los hermanos, la tierra y la vida, que sea cual sea, es la nuestra. Una historia que involucra más de tres hermanas, la presencia invisible de ellos, se siente, están”.