Viernes en el Rosa

Intimidad con la poesía olvidada

El Doke Tango presentará en el Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez las canciones recopiladas en su primer disco y algunas más, transitando en formato de dúo un repertorio alejado del “for export”.

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Una ventana al pasado: Mariano Caudana y Juan Valli, mirando la vida desde una antigua reja de arrabal, con ojos nuevos. Foto: Gentileza producción

 

Ignacio Andrés Amarillo

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Este viernes desde las 21 y con acceso libre y gratuito, en la sala didáctica del Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez (4 de Enero 1510, planta alta), en el marco de los Viernes en el Rosa se presentará El Doke Tango, dúo integrado por Mariano Caudana (voz) y Juan Valli (guitarra), que propone un recorrido a través de una selección de tangos que no se encuentran dentro de los repertorios más difundidos del género. Tangos marginales y lunfardos, que condensan las historias de los parias de la sociedad urbana de principios de siglo XX, junto a recónditas creaciones de diversos autores, conforman a modo de antología íntima la característica del espectáculo.

Las entradas se retiran desde las 20.30; no se realizan reservas previas.

Fuera del canon

El Litoral conversó con el dúo sobre su búsqueda y su traslación al disco.

—¿Cómo fue llevar la dinámica del dúo al estudio?

Valli: —La idea fue como surge siempre, para empezar a manejar un material con el que uno se puede mover y darse a conocer. Lo particular fue, en virtud del espectáculo y el repertorio que tenemos, los tangos que tocamos, que son desconocidos. Por ahí no hay tantas versiones: de hecho grabamos un vals que canta Héctor Palacios, que se llama “Llévame lejos”; no he escuchado otra versión.

Caudana: —Es una versión del ‘33.

—Es la segunda grabación en 80 años...

Caudana: —Te encontrás con algunos repertorios que están buenos, incluso vos decís por qué se abandonó. Pero el valor literario que tiene ese texto es alucinante. Hay muchos autores que no están dentro del “canon” tanguístico que se conoce, y que está justificado por el talento y la reproducción. Duplas reconocidas: Troilo y Manzi; perfecto, pero hay otros repertorios que no se tocan tanto y que tienen un valor increíble.

Nosotros empezamos a buscar trabajos de Héctor Marcó, que es un tipo con el que Rivero laburaba mucho, que están bárbaros.

Valli: —El dúo fue tomando su propia característica, tiene que ver con eso, y nos damos cuenta de que vamos cultivando esa veta. Ya somos medio bichos raros (risas).

Caudana: —Ya el acercamiento desde nuestra generación, te parás distinto que un tanguero que pudo disfrutar del apogeo del tango argentino.

Valli: —Es una visión más descontracturada...

Caudana: —Fuimos a Buenos Aires y vimos que está bastante armado; uno se siente generacionalmente más cerca de La Chicana: los tangos de Acho Estol a mí me gustan, un vago que tiene cinco años más que yo. Pero es gente que lo enfoca desde una postura más rockera, o desde otro lugar...

—Porque abrevó en otras fuentes...

Caudana: —Lejos del cliché, que es la pose de cierto “nacionalismo popular”.

Valli: —O del “for export”, vender un género musical que “nos define”, es identitario. A partir de ahí se cultivan algunos repertorios, y eso es lo que consume la gente

Nos guiamos por el valor literario y musical, y el encararlo como dúo es algo más íntimo. Buscamos otros referentes no tan reconocidos, como (Luis) “Chirola” Cardei, una cosa austera de voz y bandoneón. Eso lo llevamos a la guitarra y la voz.

Canción

—En el “for export” hay un desarrollo de la típica pero se perdió el tango canción y con guitarras, que era el de Gardel.

Caudana: —Ése es el formato. El otro día me ponía a escuchar cosas de (Guillermo) Barbieri, escuchás esas guitarras que arrastran y ves que pasó a las orquestas de (Roberto) Firpo como bandoneón rítmico.

El tango canción es muy distinto a lo que circula en las milongas, donde la gente va a bailar. Pasa por acercarse a la canción: la gente que nos va a ver se toma un vino y escucha.

Valli: —Por ahora, somos una “banda de garaje”, haciendo “covers” de gente desconocida. El día de mañana esto puede ser disparador de una composición tomando esa vertiente.

—Acho Estol tal vez sea uno de los mejores letristas de la música argentina, más allá del tango. Igual, no hay mucha gente haciendo canciones de tango, tal vez el Tape Rubín.

Caudana: —Sí, La Chicana cuando versiona hace lo mismo que nosotros: tocan de Celedonio (Flores) “Las violetas”, no “Mano a mano”.

El tango en los años ‘60 va para otro lado, o para otra búsqueda como la de Piazzolla. La idea es ir hacia la canción.

Ida y vuelta

—Por eso, desde el vamos, la búsqueda fue hacia los principios de siglo.

Valli: —Sí, porque nos dimos cuenta de que acumulamos repertorios que descubrimos hurgueteando vinilos, luego en Internet, y lo llamativo es que estaban compuestos en la misma franja.

Caudana: —Del año ‘25 al ‘33, siete, ocho años. Y está el germen de la poética de Manzi y Discépolo de los ‘40. Está Celedonio, Homero (Expósito), los primeros de Cátulo (Castillo). De la tercera generación, hacemos “Flor de lino”, que es del ‘48. Al haber sido muchos grabados por Gardel, se acerca a nuestro formato.

Valli: —Ahí uno cruza los desfases en el progreso. En ese momento, los acompañamientos guitarrísticos eran más rudimientarios que después de la aparición de Roberto Grela, o los que acompañaban a Rivero. Entonces cruzamos ese repertorio con la impronta de la guitarrística de cierto período posterior, como las “benditas cuartas” de Grela.

—Igual tenés que adaptar lo que era para ocho guitarras a que suene en una...

Caudana: —Uno tiene referentes como las últimas cosas que hicieron (Juanjo) Domínguez con (Roberto) Goyeneche, mirá lo que hacía con la guitarra, y es un tipo que recupera con un virtuosismo increíble, ese espíritu.

—¿Y cómo se dialoga con los cantores del pasado?

Caudana: —Cada uno tiene sus gustos, para mí hay tres que son inobjetables, que son Gardel, Rivero y Goyeneche. Tres estilos muy claros, muy distintos, pero en Goyeneche veo una cadencia de Gardel (Rivero es distinto).

Después, hay cantores que me gustan pero no sé si me influenciaron: Floreal Ruiz me gusta, es un típico cantor de orquesta. Ahora, está volviendo algo de eso: Ariel Ardit, por ejemplo. Me gustan también (Daniel) Melingo, Hernán Lucero, el pelado (Hernán) Castiello.

Sonido vivo

—¿En cuánto grabaron?

Caudana: —En dos días, dos tracks: grabó las guitarras y yo le puse la voz encima.

—¿Dónde grabaron?

Caudana: —En el estudio que tiene Ariel Echarren, en febrero-marzo.

Valli: —La toma viva de principio a fin, con su respiración, tratando de que la mejorcita quede.

Caudana: —No soy partidario de mucha edición previa. Hay gente que piensa que se deben aprovechar al máximo las herramientas del estudio; para mí no, porque pierde respiración. Tiene que ser lo más parecido al vivo. Si “pichicateás” mucho una guitarra de entrada, mmm...

Escuchás a Gardel y esas guitarras atrás, y pensás que se grabaron en el ‘29: te equivocabas y tenías que hacer todo de nuevo, no se cortaba y pegaba. Y después de la tercera toma perdés la espontaneidad. Eso les pasa a todos, a los rockeros también.