Documento de la Iglesia

“El drama del narcotráfico y la droga”

  • El texto remarca que “si la dirigencia no toma medidas, costará mucho tiempo y mucha sangre erradicar las mafias del narcotráfico”.
 

De la redacción de El Litoral

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La Conferencia Episcopal Argentina trazó un duro panorama sobre el flagelo del narcotráfico en un comunicado que apela a la dirigencia política para que tome medidas urgentes con las cuales combatir a las mafias que operan en el país.

Para la Iglesia, la Argentina está a punto de entrar en una situación de “difícil retorno” y pidió abogar por un amplio consenso entre todos los sectores con el objetivo de actuar con inmediatez. En ese marco, cuestionó que el Poder Ejecutivo aún no haya decidido quién será el reemplazante de Rafael Bielsa en el Sedronar, el organismo que debe coordinar políticas públicas en esta materia.

El documento comienza detallando lo que para la iglesia son las angustias de la sociedad. “La sociedad vive con dolor y preocupación el crecimiento del narcotráfico en nuestro país. Son muchos los que nos acercan su angustia ante este flagelo. Nos conmueve acompañar a las madres y los padres que ya no saben qué hacer con sus hijos adictos, a quienes ven cada vez más cerca de la muerte. Nos quedamos sin palabras ante el dolor de quienes lloran la pérdida de un hijo por sobredosis o hechos de violencia vinculados con el narcotráfico”, indicó.

“Sabemos que este problema es un emergente de la crisis existencial del sentido de la vida en que está sumergida nuestra sociedad. Se refleja en el deterioro de los vínculos sociales y en la ausencia de valores trascendentes”. Por eso, “cuando este mal se instala en los barrios destruye las familias, siembra miedo y desconfianza entre los vecinos, aleja a los chicos y a los jóvenes de la escuela y el trabajo. Tarde o temprano algunos son captados como ayudantes del ‘negocio‘. Hay gente que vende droga para subsistir, sin advertir el grave daño que se realiza al tejido social y a los pobres en particular”, subrayó.

Más adelante, consideró que “es alarmante la expansión de las llamadas drogas sintéticas, que se distribuyen en diversos espacios festivos, y nos duelen las conductas autodestructivas en adolescentes o jóvenes que consumen diversas sustancias. Lo que escuchamos decir con frecuencia -añadió- es que a esta situación de desborde se ha llegado con la complicidad y la corrupción de algunos dirigentes. La sociedad, a menudo, sospecha que miembros de fuerzas de seguridad, funcionarios de la justicia y políticos colaboran con los grupos mafiosos. Esta realidad debilita la confianza y desanima las expectativas de cambio. Pero también es funcional y cómplice quien pudiendo hacer algo se desentiende, se lava las manos y mira para otro lado”.