al mArgen de la crónica

Red de mentiras

Nuestra capacidad de autocontrol para evitar mentir se reduce a medida que avanza el día, lo que nos convierte en personas más mentirosas durante la tarde y la noche, según un estudio publicado en la revista Psychological Science.

Los autores querían averiguar si estos comportamientos dependían de la hora del día, ya que habían observado “que los experimentos desarrollados por la mañana daban resultados con menor nivel de comportamiento antiético”, explica Maryam Kouchaki, coautora del trabajo.

Sus experimentos confirmaron que por las mañanas tendemos a ser más honestos que cuando el día está a punto de terminar. Esto sería porque en el transcurso del día el autocontrol se “desgasta” debido a la falta de descanso y al constante ejercicio de toma de decisiones al que nos vemos sometidos.

Sobre los efectos de la mentira, investigadores de la Universidad de California, descubrieron un cambio físico curioso: el cerebro de los mentirosos compulsivos es distinto del de los sinceros, ya que los primeros poseen en el lóbulo frontal del cerebro un 22% más de sustancia blanca que de sustancia gris.

Por otra parte, la Universidad de Granada descubrió lo que se conoce como el “efecto Pinocho”: cuando una persona miente se produce un aumento en la temperatura de su nariz y de la zona del músculo orbital, en la esquina interna del ojo.

El estómago también es un detector de mentiras según un estudio de la Universidad de Texas que establece que hay una relación directa entre el acto de mentir y el aumento de las arritmias gástricas.

La rapidez en nuestros actos, por otro lado, también es sintomática de personas faltas de honestidad. Un informe refleja que las personas se muestran más predispuestas a mentir cuando actúan muy rápido y con poco tiempo.