Bajo la mirada del “Gran Hermano”

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Cámaras de vigilancia, almacenamiento de datos personales, máquinas que nos controlan y ciudades inteligentes. Casi sin darnos cuenta, entrelazamos cada vez más nuestra vida con la tecnología. Pero muchos se plantean si realmente esto constituye una evolución.

TEXTOS. REVISTA NOSOTROS. FOTOs. guillermo di salvatore y el litoral.

La gran capacidad de innovación de la mayoría de los ciudadanos impide el dominio de un Gran Hermano en las ciudades conectadas tecnológicamente, según garantiza el gurú de las nuevas tecnologías Shinya Kukita, uno de los principales impulsores de las llamadas “smart cities” (ciudades inteligentes).

El desarrollo de estas tecnologías en ciudades como Barcelona y ahora en las localidades que albergarán el Mundial de Fútbol en Brasil abre el debate: seguridad frente a privacidad; cámaras e instalaciones que mejoran la vida en los grandes núcleos urbanos o una senda hacia el control de la ciudadanía.

“Una ciudad no será más segura por el número de cámaras de vigilancia que se coloquen, sino por cómo perciba la gente esa seguridad”, declara Kukita, aludiendo a uno de los puntos más polémicos en los proyectos de ciudades inteligentes.

En opinión del ingeniero jefe de la multinacional Nec, la privacidad no se verá afectada en un futuro cercano pese a la instalación de esos dispositivos, aunque añade que a veces “elegimos mostrar más información de nosotros mismos” de la que se puede obtener a través de esos mecanismos, en alusión a instrumentos como Facebook.

A modo de matiz técnico, subraya que los sistemas de videovigilancia, con la excepción de las áreas de seguridad como los bancos, no registran los rostros de los ciudadanos, sino que buscan modelos de conducta que pueden ser peligrosos.

“Utilizar este sistema para controlar a los ciudadanos a través de sus rasgos físicos sería extremadamente ineficaz”, dice el ingeniero, considerado referencia mundial en el desarrollo de la tecnología aplicada en las “smart cities”.

En este sentido, aborda sin tapujos otra de las cuestiones más complicadas de su trabajo: el juicio sobre esos patrones de comportamiento que es desarrollado por máquinas, no por humanos, algo que para algunos ciudadanos puede resultar “escalofriante”.

Sin embargo, Kukita asegura que dicho juicio está más allá de una simple mejora en la labor de los ordenadores, ya que “de un modo u otro estamos viendo esas actividades mejoradas, como se observa en los coches que hoy estacionan solos sin mayor problema.

BIG DATA

Otra de las tecnologías que Kukita ha desarrollado en los últimos años como principal implementación para las ciudades inteligentes es el llamado “Big Data”, un sistema de almacenamiento de los datos generados por las ciudades inteligentes “en la nube”.

Sobre esta cuestión también se abren interrogantes de seguridad, al quedar en un espacio indefinido para la mayoría de los ciudadanos muchos datos individuales de carácter personal.

Kukita también comparte esa preocupación y reconoce que se trata de un “asunto delicado” porque afecta a la privacidad y ante el que no se puede responder “con un sí o un no”.

En su opinión, cuanta más información sea proporcionada mediante este sistema, más beneficios obtendrán los ciudadanos.

“Creo que en un futuro cercano, cuando los ciudadanos observen las ventajas que ofrece, muchos querrán emplear el sistema, pero por supuesto debe tratarse de una elección individual”, sostiene.

Asimismo, considera que el concepto será entendido por más gente cuando comience a ser implementado en diferentes niveles en función de la información que es proporcionada.

Desde la ciudadanía, también han surgido movimientos que pretenden emplear el sistema de Big Data para una democracia más limpia, ya que la posibilidad de acceder a los datos generados por los gobiernos favorece el control de sus actividades.

Para Kukita, esa función también resulta posible gracias al Big Data, ya que se pueden observar “las actividades de los gobiernos” lo que, a su juicio, es “una preocupación enorme porque los ciudadanos no confían en ellos y demandan que dichas actividades sean más abiertas”.

En esos casos, “los sistemas de Open Data -datos abiertos- pueden ser usados para comprobar que el gobierno está haciendo las cosas adecuadas”. En cualquier caso, en ocasiones “pedimos a la tecnología que haga lo que nosotros no hacemos”, concluye.

REVOLUCIÓN URBANA

Semáforos y coches inteligentes, residuos telecontrolados, sensores... Todo indica que nos dirigimos hacia un mundo en el cual las grandes ciudades dispondrán de tecnologías aún más sofisticadas para gestionar automáticamente problemas, incluso antes de que se produzcan y en tiempo real.

Las célebres quejas acerca de la administración pública parecen no tener cabida en el marco de las nuevas ciudades “inteligentes”, que revolucionarán la forma de gestionar los servicios urbanos.

Carlo Ratti, del MIT y referente mundial de este tipo de ciudades, afirma que la multitud de dispositivos de comunicaciones, microcontroladores y sensores que se irán incorporando en los centros urbanos monitorizarán sus necesidades y el funcionamiento de sus servicios en todo momento.

Según Ratti, proliferarán los sistemas informáticos y aplicaciones para móviles con indicaciones para llegar antes a casa y evitar congestionamientos de tránsito, para reducir el consumo energético en el barrio o conseguir un taxi en una calle desierta en medio de una tormenta.

“El ciudadano se convertirá cada vez más en centro de decisiones de gestión urbana”, afirma el director del grupo Senseable City Lab del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), quien trabaja desde hace años en novedosos diseños para aprovechar el potencial de los infinitos datos disponibles en las ciudades, junto con las más avanzadas tecnologías.

Involucrado en proyectos tan emblemáticos como la Bicicleta 2.0 de Copenhague, que aprovecha la energía generada por el ciclista al pedalear, Ratti considera que los propios ciudadanos se ayudarán cada vez más entre ellos gracias a Internet y las tecnologías para solucionar problemas urbanos, y surgirán nuevas actividades comunitarias y un tipo de activismo ciudadano diferente.

También piensa que se redefinirá el actual funcionamiento del tráfico, con la generalización del uso de vehículos sin conductor y la incorporación de sistemas que evitarán, por ejemplo, los semáforos en los cruces de calles sin que choquen los coches.

“Estas nuevas ciudades mucho más inteligentes a la hora de gestionar los servicios apenas modificarán su diseño desde el punto de vista estético. La revolución se producirá en la forma de resolver los problemas, mucho más rápida y más eficaz”, afirma Ratti.

“Ahora se sabe cómo se mueve la gente por la ciudad, en dónde prefiere cenar, de qué forma compra e incluso el paradero final de cada uno de sus residuos”, ha añadido el experto,

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