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Icónica Cate Blanchett

A poco del estreno de Blue Jasmine, el film del maestro Woody Allen que la tiene como protagonista, un repaso por los estilismos de la actriz australiana Cate Blanchett, la encarnación del bombón rubio.

TEXTOS. GEORGINA LACUBE.

 

Todo ícono de moda posee una genialidad única, cierta sensibilidad original hacia la belleza y un magnetismo que no entiende de moderaciones. Cate Blanchett (44) es una de esas mujeres que hace gala de estas cualidades, ya sea en cada uno de los memorables personajes que compone para la pantalla grande como en sus acertados estilismos para las red carpet más famosas del mundo.

Entusiasta de la moda es, sin duda, una de las celebrities con mayor aura de Hollywood. Sus pómulos imposibles, su piel de porcelana (impecable, aun sin maquillaje), su inalterable silueta después de varios embarazos y, por supuesto, esos fulgurantes ojos verde mar, y su pelo lacio y rubio como el de un hada delinean esa arrolladora belleza que ya es su marca registrada y un objeto de deseo de quienes la han tenido cerca.

Cate parece inspirar elegancia y exhalar glamour sin aparente esfuerzo. De hecho, en 2011 encabezó un ranking de las mujeres australianas más admiradas e influyentes, por delante de Naomi Watts y Nicole Kidman. Aun así, esta artista dueña de un Oscar, no tiene tiempo para ejercer el rol de estrella. Madre de tres varones (Dashiell, Roman e Ignatius), directora de un teatro en Sidney (donde vive) e imagen de importantes marcas de moda y belleza, se autodefine como una persona “hogareña, ecologista y antibotox”. Todo lo contrario a una diva.

A su vez, posee una de las reputaciones más impecables de su gremio: no se le conocen escándalos o ademanes de VIP, no es la actriz histriónica y narcisista que necesita que todo el mundo la admire y nunca aceptó vivir en Los Ángeles para complacer a la industria.

Así es de auténtica, al igual que su estilo, ese que redefine el concepto de diva desde el minimalismo más sensual, con siluetas rectas, asimetrías y algún guiño dandy. Conoce muy bien cuáles son los diseños que mejor le sientan; por eso huye de los estampados en favor de colores vivos o pastel y del clásico blanco y negro. “El exceso a la hora de vestir sólo lleva al fracaso”, ha declarado a los medios. Diseños de Alexandre McQueen, Givenchy, Balenciaga, Vionnet y Armani integran su atinado armario, al igual que los stilettos de Louboutin y las sandalias de Roger Vivier. En su joyero, entretanto, abundan piedras preciosas y diamantes de la elitista firma francesa Van Cleef & Arpels, la misma que sedujo durante el siglo XX a personalidades tales como Grace Kelly, Liz Taylor, Wallis Simpson o María Callas.

Tanto de día como de noche, los estilismos de esta artista no dejan a nadie indiferente. Tal como ocurrió en el estreno de Blue Jasmine, en el museo MoMA de Nueva York, al que acudió con un glamoroso diseño de Balenciaga que hacía gala de la tendencia tail hem (piezas cortas por delante y largas por detrás). El original atuendo incluía una blusa de manga corta con cola en la parte trasera combinada con falda tubo de la que colgaban unas originales flores, todo en color rosa palo y coronado por unos sencillos zapatos de color nude de la misma firma. Mientras que, para el debut en Los Ángeles, apostó por una creación de McQueen. El modelo, sencillo y de líneas rectas, marcaba su silueta con un cinturón negro y delicado drapeado blanco (con un leve efecto peplum) a la altura de la cadera. Todo, sobre unos altísimos Christian Louboutin que se destacaban tanto como el sobre de Roger Vivier y las joyas de Repossi.

Igual de deslumbrante se la fotografió en la premiere londinense del film El Hobbit: Un viaje inesperado (todo un pilar de la literatura fantástica). En esa oportunidad ostentó un total look de Givenchy: vestido blanco minimalista con detalles metalizados en oro en los hombros y espalda al aire, clutch en composé y sandalias doradas. En tanto, para el estreno mundial optó por un vestido largo tricolor con cuerpo semitransparente de Antonio Berardi Resort 2013. Un lujo.

Acerca de quiénes son sus íconos de estilo, no duda en proclamar los nombres menos esperados: Pina Bausch, “con quien me gustaría haber trabajado” (la coreógrafa falleció en 2009), Christine Lagarde (directora del Fondo Monetario Internacional), la Reina Máxima de Holanda y su madre.

A IMAGEN Y SEMEJANZA

Gran amiga del diseñador Giorgio Armani, no duda en elegir sus diseños de Alta Costura cuando quiere brillar. Ella misma lo definió como “un maestro a la altura de Valentino, Balenciaga y Givenchy”, y ha contado en más de una oportunidad que invirtió su primer sueldo como actriz en un traje de Armani. Así las cosas, hoy es la imagen de marca de Sí, el nuevo perfume de la casa de moda italiana, con el que se busca captar la esencia de la feminidad moderna combinando elegancia, fortaleza y un espíritu independiente. En la gráfica se la ve a Blanchett con una melena desenfadada y una camisa blanca, portando un look de maquillaje bien natural y reflejando ese estilo sereno, elegante y atemporal que caracteriza a la actriz. Según informó The New York Post, por este trabajo la australiana cerró un contrato multimillonario de, ni más ni menos, ¡10 millones de dólares!

Y hay más. Gracias a su piel perfecta y luminosa fue embajadora de la costosísima marca japonesa de cosméticos SK-II, hoy protagonizada por otra deidad como lo es la actriz Kate Bosworth. Salida que compensó con una nueva convocatoria por parte de Silhouette, la prestigiosa marca de gafas austríaca que convocó al fotógrafo Peter Lindbergh (un mito de la fotografía de moda que logra que la cámara capte a cada persona tal como es) para que inmortalice a Blanchett en su nueva campaña An Icon for an Icon. De la mano de ambos popes, presenta sus gafas más icónicas: las Titan Minimal Art, fabricadas en titanio de alta tecnología, con líneas renovadas y acabado suave al tacto e hipoalergénico. Arnold Schmied, propietario y CEO de Silhouette International, señaló: “La autenticidad y naturalidad son características que admiramos en Cate y ha sido muy importante para nosotros intentar capturar su verdadera esencia en cada toma”.

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La actriz Cate Blanchett se autodefine como una persona “hogareña, ecologista y antibotox”.

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FILMOGRAFÍA, GUÍA RÁPIDA

En 1998, luciendo un pomposo vestuario del siglo XVI, Blanchett se metió en la piel de Isabel I de Inglaterra para la cinta de época Elizabeth. Y Hollywood le dio la bienvenida que una auténtica reina se merece, nominándola a un Oscar que terminó llevándose Gwyneth Paltrow. De la noche a la mañana, se convirtió en la actriz que todo el mundo quería tener en su película. Su mérito fue no caer en el pecado original del actor: encasillarse.

Desde entonces, asumió exitosos roles: elfa con ademanes de mujer fatal (en la trilogía del Señor de los Anillos, que ahora retoma en El hobbit); musa de cineastas de culto como David Fincher (El curioso caso de Benjamin Button) o Alejandro González Iñárritu (Babel) y la única mujer capaz de abotonarse hasta el cuello la camisa de Bob Dylan en “I’m not there” y ganarse otra nominación al Oscar. Aunque, en realidad, la estatuilla ya se la había llevado a casa por interpretar a Katharine Hepburn en El Aviador, de Martin Scorsese.

Talento, personalidad, sobriedad y naturalidad... Cate lo tiene todo.

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