“Gaucha”

El reconocimiento del otro

El reconocimiento del otro

Excelente nivel y brillantes composiciones en la propuesta ideada y dirigida por Mariano Dufour.

Foto: Archivo El Litoral

 

Roberto Schneider

En “Gaucha” nada es accesorio, todo es sustancial: la anécdota, simple, aunque encierra una historia compleja, a la vez dura y conmovedora; los personajes, muy pocos, sólo tres, distanciados por casi todo pero vinculados por un oscuro secreto; las palabras, apenas las indispensables: ¿para qué recurrir a ellas si no alcanzarían a expresar en toda su rica ambigüedad las emociones que transmiten los ojos, los cuerpos, los modales, las acciones? Con su rara pureza formal y un rigor difícil de hallar en el teatro de estos tiempos, Mariano Dufour va a fondo porque quiere atrapar lo humano en su manifestación más esencial, sorprender esos gestos -inexplicables, imprevisibles- reveladores de una condición que la mujer (o el hombre) conserva aun en medio de un mundo tan individualista y deshumanizado como el de hoy. Anda detrás de la breve chispa de calor, de coraje o de nobleza que iluminará por un momento la sórdida realidad que ellas retratan con tanta franqueza y lucidez.

La obra es precisa, dura y directa como sus personajes; en la atmósfera, tensa desde el comienzo, se percibe cierto nervioso malestar. Se ve a tres mujeres y no hace falta explicación alguna para comprender que alguna irritación, algún padecimiento interior les corresponde. Ellas -movimientos enérgicos y controlados, rostros expresivos, intensa preparación- se rondan, espían sus movimientos de un modo cada vez más obsesivo, hasta que por fin un suceso extraño provoca el estallido, no exento de notas de humor.

En el porqué de las extrañas conductas de estas mujeres reside el secreto del pasado que la pieza demora en revelar y que conviene no detallar aquí: un suceso que las ligó y marcó para siempre, aunque de modo bien diverso, sus vidas. Donde otros hubieran construido una puesta en escena tortuosa, Dufour mira más hondo. Apoyándose en tres bailarinas y actrices formidables (Patricia Alvarez, Claudia “Negra” Correa y Fabiana Sinchi (integrantes del grupo Recua) se decide a seguir a sus personajes muy de cerca, a observar lo que dicen con sus cuerpos, a percibir las emociones y las contradicciones en lo que expresan sus intensidades o en las conductas que adoptan; a sugerir el dilema moral o la culpa que palpitan en su interior, a dilucidar los porqués de un acercamiento cuyo propósito ni siquiera el propio director conoce. La incertidumbre tensa los hilos del relato mientras en la relación entre las tres mujeres se teje una trama de desconfianza, admiración, resentimiento, hostilidad, compasión y rencor.

La idea y dirección de la propuesta son de Mariano Dufour; las intérpretes, Patricia Álvarez, Claudia Correa y Fabiana Sinchi; el diseño de luces con características protagónicas es de Mario Pascullo y la acertada musicalización lleva las firmas de Franco Bongioanni, Mariano Dufour y Varinia Zelko.

Nadie reflexiona sobre lo que sucede, nadie lo explica; tampoco hay música que avive emociones. Los intersticios del alma humana son los mismos en los que ahora parecen debatirse los cuerpos de las protagonistas. Hasta cuando estalla la forzosa violencia y arrastra consigo sentimientos contradictorios, Dufour evita las explicaciones. Basta la precisión expresiva de su puesta en escena para abarcar toda la complejidad del tema. A puro teatro también resuelven estos teatristas el potencial dramático que sustenta “Gaucha”. Con una intensidad y una potencia emotiva como pocas veces se alcanzan en la escena. En el fondo, porque reivindica y celebra el gesto primordial que ennoblece al ser humano: el reconocimiento del otro.