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La temperatura y la balanza

La exposición regular al frío leve puede ser una manera saludable y sostenible de ayudar a las personas a perder peso, según escriben los autores de una investigación publicada en Trends in Endocrinology & Metabolism. Por otro lado, esto significa que los hogares y las oficinas que son cálidos y agradables podrían ser en parte responsables de que engordemos.

“¿Qué pasaría si dejamos que nuestros cuerpos funcionen de nuevo para controlar la temperatura corporal? Nuestra hipótesis es que el ambiente térmico afecta a la salud humana y que una exposición frecuente al frío leve puede afectar significativamente nuestro gasto de energía durante periodos de tiempo sostenidos”, argumenta uno de los autores artículo, Wouter van Marken Lichtenbelt, del Centro Médico de la Universidad de Maastricht, Países Bajos.

Marken Lichtenbelt sostiene que en las personas jóvenes y de mediana edad, la producción de calor para no temblar puede suponer desde un pequeño porcentaje hasta un 30 % del presupuesto de energía del cuerpo. Eso significa que temperaturas más bajas pueden afectar significativamente la cantidad de energía que una persona gasta en general.

De modo que, según los autores del estudio, además de practicar ejercicio tenemos que entrenarnos para pasar más tiempo en el frío. “La temperatura interior en la mayoría de los edificios está regulada para minimizar el porcentaje de personas insatisfechas”, escriben los investigadores.

“Esto se traduce en temperaturas relativamente altas de interior en invierno. Esto es evidente en las oficinas, en las viviendas y es más pronunciado en los centros de atención y hospitales. Por falta de exposición a ambientes con temperatura variada, poblaciones enteras pueden ser propensas a desarrollar enfermedades como la obesidad. Además, las personas se vuelven vulnerables a los cambios repentinos en la temperatura ambiente”, concluyen.