Nivelar para abajo

Para frenar la inflación, el Gobierno aplica a la cadena lechera el fracaso de la carne y el trigo: no habrá exportación de lácteos en marzo. Un “combo” letal para el futuro de los tamberos más chicos.

Federico Aguer

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En la burocrática mentalidad de los inoperantes e improvisadores, provocar una sobreoferta de leche hará bajar el precio en la góndola del almacén. También hará caer el precio al productor. Un reduccionismo que demostró su falacidad con el trigo y con la carne.

A la noticia la “tiró” el diario La Nación, reflejando correo internos del CIL, entidad que se luego se encargó de desmentir en público lo que dicen convencidos, por lo bajo.

El sistema de ROES, verdadero “peaje” que funciona como barrera que impide la exportación, fue suspendido por el Gobierno para lo que restaba de febrero y todo marzo, aunque se están agendando reuniones para destrabar el conflicto la semana que viene.

La Mesa de Enlace, por su parte, salió con los tapones de punta: “Es una incongruencia que el jefe de Gabinete junto a los Ministros Carlos Casamiquela y Débora Giorgi, y los funcionarios del Ministerio de Economía, Secretaría de Comercio, Agricultura, Subsecretaría de Lechería, Cancillería, AFIP y Aduana, convoquen a toda la cadena láctea para analizar cómo lograr un aumento de la producción anual del 7% y que la primera medida tomada sea cerrar las exportaciones, cuando desde hace dos décadas todo el crecimiento de la producción debe ser exportado”, dispararon en un comunicado.

El productor lechero no es formador de precio. Para el tambero chico, que ya no tiene más de dónde recortar, una sobreoferta de leche que haga caer el precio aún más, puede ser determinante. La seca de diciembre-enero, junto con los excesos hídricos de febrero (mes corto, con un 10 % menos de facturación) hicieron caer la producción hasta un 30 % en la zona.

La lechería argentina -insistimos- fue la que menos creció en la última década (menos del 9 por ciento), en comparación con el resto de los países latinoamericanos.

Me pregunto: ¿Cómo concilian el sueño los funcionarios de la Subsecretaría de Lechería y del Ministerio de Agricultura, sabedores del daño irreparable que su gestión, obsecuencia u omisión causa tranqueras adentro?