En busca de más sueños y montañas

Un sobreviviente de cáncer de pulmón conquistó su tercer Cruce de Los Andes, a pesar de tener reducida su capacidad pulmonar, corriendo 103 kilómetros. Contó su experiencia e insistió en dejar un mensaje: hacer lo que nos gusta, no ponernos límites y cuidar nuestra salud.

TEXTOS. MARIANA RIVERA. FOTO. GENTILEZA PETER CZANYO.

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“Ya llegó el momento. Casi todo el equipo está seleccionado y preparado, los más de 5 meses de duro entrenamiento han llegado a su fin y la ansiedad aumenta... Hay ganas, energías, confianza...”, escribía los últimos días de enero Peter Czanyo, presidente de la Fundación Pacientes de Cáncer de Pulmón.

Ocurre que el 5 de febrero viajaba a Puerto Varas, en Chile, y el viernes 7 largaría un nuevo desafío como deportista pero también como sobreviviente de cáncer de pulmón: enfrentar su tercer Cruce de los Andes.

El itinerario comprendía 103 kilómetros que se correrían en tres etapas, “cruzando montañas y valles, ríos, senderos, nieve, lagunas y cumbres... con calor o frío, sol y tal vez lluvia”, anticipaba. El “arco de llegada” estaba ubicado en la frontera con Argentina, cerca de Villa La Angostura, y lo vio arribar una vez más, con el compromiso y la meta cumplidos. Esta vez compitió solo y no en equipo.

A su regreso, dialogó con Nosotros para contar cómo fue este nuevo desafío. Aseguró que “fue muy duro por el clima complicado. Lluvia, barro y frío fueron determinantes. Las tres etapas (la segunda fue modificada por la organización por motivos de seguridad) fueron extenuantes. Pero el cruce significa demostrar que podemos seguir adelante, que saliendo de la zona de confort nos acercamos a nosotros mismos, a nuestro corazón, a lo que somos. El esfuerzo extremo, la solidaridad, los amigos, la naturaleza... Llegar es todo y es mucho. Se puede. Cuando lo hacemos con el corazón y verdadero amor derribamos miedos y cruzamos límites. Y de eso se trata esta aventura...”.

Satisfecho con su rendimiento, Peter aclaró que “el barro y las inclemencias del tiempo fueron la característica de este cruce. Estoy refeliz porque hice todo el recorrido, los 86 kilómetros. Participaron 1.200 personas en la categoría individual y 1.500 por equipos. Más de 2.800 personas corriendo es un espectáculo increíble”.

La primera etapa del recorrido “fue muy, muy dura, de 42 kilómetros. Se llovió todo cuando arrancamos. Había muchísimo barro y el agua lo hizo muy duro. Pero igual cumplimos la primera etapa y llegué sin problemas. Para la segunda había que ir a la cumbre de un volcán, adonde había medio metro de nieve. Pero los organizadores decidieron rediseñar el circuito y nos hicieron quedar en el mismo campamento, correr unos 9 kilómetros en subida y volver al campamento. Esta etapa, entonces, fue relativamente sencilla. Pero la tercera etapa no lo fue: con micros nos llevaron a otro campamento. Comprendió 25 kilómetros, que también fueron bastante duros. Todo esto se dio por las inclemencias del tiempo y los cambios que los organizadores se vieron obligados a hacer sobre la marcha”.

SE PUEDE HACER MÁS

En 2003, a Peter le diagnosticaron cáncer de pulmón y, por ese motivo, le tuvieron que extirpar medio pulmón izquierdo por un adenocarcinoma. Esto redujo su capacidad pulmonar a un 60% de lo normal. Sin embargo, no bajó los brazos: “A partir de ahí empecé a entrenar, correr, a hacer un poco de alta montaña (2.000, 3.000, 5.000 metros y llegué hasta los 6.000 metros del Aconcagua). Mi entrenamiento básico era correr y después se me ocurrió correr carreras de aventura. En 2012 fue mi primer cruce de Los Andes. Es para demostrar que el límite de lo que podemos o no podemos hacer lo ponemos nosotros, nuestra cabeza lo pone. Siempre podemos hacer más de lo que nos imaginamos”.

Y remarcó: “La gente debe buscar cuál es ‘el cruce’ que tiene que hacer. No sé si es el de Los Andes o pintar o hacer lo que realmente les guste mucho. Ése es el mensaje más fuerte: se van a sentir mucho más felices y eso los va a alejar de las enfermedades, o a hacer una vida más sana. Pero -básicamente- con la alimentación podemos hacer muchísimo por nosotros mismos”.

SIN LÍMITES

Y en este sentido, continuó dejando su enseñanza: “Es el miedo lo que te pone los límites y las barreras. Si podés llegar a sacarte el miedo y vivir un sueño, entonces las barreras se empiezan a derribar solas. Y realmente es como que no tenemos límites. Obviamente, me cuido y sé hasta dónde puedo llegar con mi entrenamiento. Lo hago con mucho amor y ésa es la gran diferencia que yo veo. No voy a hacer el primero que llega a la meta; tampoco es mi intención. Yo sé que voy a llegar, nada más, y pongo lo mejor de mí. Después, podrá haber inclemencias del tiempo y otro tipo de cuestiones pero sé que lo puedo hacer”.

Y agregó: “El último motivo (de participar en este cruce) es tratar de concientizar sobre esta enfermedad y transmitir a la gente que no es que todos tengamos que cruzar la cordillera corriendo sino que tienen que buscar las cosas que realmente les pertenezcan, que no hay límites para lograrlo. Hay mucho para hacer. Siempre pensamos qué hace el otro por nosotros: las nuevas drogas, los centros médicos, los avances tecnológicos, los diagnósticos que se pueden hacer. Pero nos tenemos que preguntar qué hacemos por nosotros mismos, y a esto es lo que quiero darle valor. Debemos preguntarnos cuál es nuestra alimentación, si hacemos actividad física, si estamos fumando. De esa manera creo que podemos prevenir muchísimo el cáncer del pulmón, ya que el 90% de los casos es por fumar”.

el CUARTo, ESPECIAL

A pesar de que Peter había dicho que sería el último cruce que hacía está considerando su decisión porque -quizás- el año próximo lo va a acompañar Carolina, su hija de 25 años, psicóloga. “Se entusiasmó y probablemente el año que viene lo hago con ella, por equipos. Sería un valor agregado muy fuerte el poder hacerlo de esta manera. Además, como se recibió de psicóloga y tiene un cargo en la fundación, va a estar bueno correrlo juntos, porque es mi hija y por ser psicóloga. El poder compartir algo tan fuerte con un hijo es un regalo: preocuparse recíprocamente está muy bueno. Lucía, mi otra hija de 19 años, no tiene tanto interés en el cruce, y tendrá que descubrir cuáles son las otras cosas que le gustan”.

Luego de agradecer “a todos por el apoyo, por confiar y creer que los sueños sirven para ir a buscarlos, y están esperando que nos animemos”, Peter Czanyo dejó una reflexión final: “Un fragmento de Walt Whitman está relacionado con lo que sentí al terminar el tercer Cruce de Los Andes: ‘Hoy, antes del alba, subí a las montañas, miré los cielos llenos de luminarias y le dije a mi espíritu: ‘Cuando conozcamos todos estos mundos y el placer y la sabiduría que contienen, ¿estaremos tranquilos y satisfechos?’. Y mi espíritu dijo: ‘No, ganaremos esas alturas sólo para seguir adelante’. Y eso haremos, seguiremos adelante buscando más sueños y más montañas...”.