A menos de tres meses y con Brasil a la vista...

Sabella se disfraza del Bambino

  • Parafraseando aquella máxima de Veira, el técnico de la selección puede afirmar que “la base está”, que el equipo está casi perfilado y que la lista de los 23 que irán no depararía sorpresas.
Sabella se disfraza del Bambino

“Pachorra” y “Fideo”. Alejandro Sabella conversa y le da indicaciones a uno de sus jugadores preferidos: Angel Di María. El volante del Real Madrid es un titular indiscutido en su equipo.

Foto: Télam

 

Enrique Cruz (h)

Sabella tiene el perfil de Pekerman. Digo en su forma de actuar y de mostrarse ante los demás. Está lejos de ese hermetismo del Loco Bielsa, un entrenador absolutamente alejado del ruido y de los periodistas, defensor a ultranza de esas conferencias que si tenían que durar tres horas, duraban tres horas.

Sabella también está lejos de Diego, nuestro último DT en un Mundial, que generaba una atracción muy particular, él, por sí mismo, pero no tanto su equipo. Sabella es otra cosa. Llegó a la selección después de aquel fracaso rotundo de Sergio Batista en la Copa América de 2011, con el irreprochable antecedente de haber armado un equipo muy serio y ganador como fue el Estudiantes que estuvo a un par de minutos de ser campeón del mundo, nada menos que ante el Barcelona de Messi.

Sabella se hizo cargo del plantel y ganó las Eliminatorias de punta a punta. Intentó asemejar el equipo a la estructura que había conseguido con Estudiantes en lo táctico, pero lo hizo muy poquitas veces. Esa línea de cinco defensores, con dos marcadores de punta con mucha salida, tres volantes y dos delanteros, se quedó rápidamente en el olvido o en un deseo fugaz.

La explicación es muy sencilla. Dicen que el único entrenador que puede jugar como realmente quiere y desplegar en un 100 por ciento su idea, es el de una selección. ¿Por qué?, muy sencillo: puede elegir lo que le guste en un universo inmenso de jugadores y sin pensar en el dinero que dispone o que no dispone su club para contratarlo. Pero Sabella se encontró con una realidad que lo condicionó de entrada. Y fue el enorme poderío ofensivo que halló con una trilogía que muy rápidamente hizo estragos en las defensas rivales: Messi, Agüero e Higuaín.

Pero fíjese cómo es el fútbol. Si le pregunto cuál es la línea del equipo que no ofrece dudas, sin dudas que es la delantera. Sin embargo, allí se están originando algunos cuestionamientos hacia el técnico, que tienen nombre y apellido: Carlos Tevez.

Figura en la Juventus y jugador muy querido por el pueblo futbolero, Tevez jamás fue convocado por Sabella. Más allá de lo que se pueda decir en torno a cuestiones extrafutbolísticas —siempre como rumor porque nunca hubo un conflicto abierto entre él y Messi o cualquiera de sus ex compañeros—, una lectura rápida de la realidad indica que Tevez no tendría, hoy por hoy, un lugar dentro de los titulares, porque nadie puede dudar que lo mejor que ha conseguido Sabella es lograr un nivel óptimo de entendimiento entre los tres de arriba.

Siempre es bueno tener a los mejores y a esto nadie lo va a entender mejor que el mismo técnico de la selección. Pero un equipo no se arma, a veces, con los mejores sino con los que mejor se entienden. Brasil armó uno de los mejores equipos de la historia con cinco números “10” en 1970. Pero eran otros tiempos del fútbol y fue una excepción que confirma una regla aceptada por el mundo del fútbol respecto de que un técnico tiene que cuidar los equilibrios y saber construir las mejores sociedades, tanto para defender, como para jugar y para atacar.

A tres meses del Mundial —podríamos decir que desde hace bastante tiempo—, Sabella puede darse el lujo de parafrasear al Bambino Veira, que inmortalizó con su estilo aquello de que “la base está”. Tiene, por lo menos, cinco titulares fijos del medio hacia arriba (los tres delanteros más Mascherano y Di María), más Gago, el arquero (Romero) y una defensa que necesita trabajar.

Si alguna decisión se le elogió en su momento, fue la convicción para darle continuidad a una defensa. Zabaleta y Rojo por los costados más la dupla Fernández-Garay por adentro, fueron los elegidos por Sabella en tiempos en que el equipo maravillaba por su potencial ofensivo y preocupaba por sus debilidades defensivas. Y más allá de que le alcanzó para ganar al galope la clasificación a Brasil, el aspecto defensivo sigue siendo el que más cuesta resolver.

Hay una escasez de referentes en defensa que preocupa. No hay un caudillo, un líder, un “Kaiser”. No está el Passarella del 78 o el Ruggeri del 86. Ni siquiera el Ayala de tiempos posteriores, más allá de que pertenezca a esa generación que se quedó siempre en el amague de algo mejor que nunca llegó. No está tampoco el Fillol o el Pumpido de otros tiempos. El arquero, más allá de que casi todos los cañones apuntan a Romero para la titularidad, no es indiscutible; y para colmo de males, ataja poco en su club.

También se genera, respecto del arquero, una llamativa paradoja. Si Romero y Andújar están cuasi-confirmados, pero no terminan de convencer, surge la pelea por el tercer lugar. Orión es el que tiene las mejores chances, pero no se puede desconocer a Saja y algunos también piden por Rulli, en la convicción de que el tercer arquero casi nunca ataja en un Mundial y se busca una joven figura para ir fogueándolo con vistas al futuro.

Volviendo a lo de Tevez, hay un par de cosas más para agregar. Dicen que Sabella fue a ver a Mauro Zárate anoche a la cancha de Vélez, con lo cual surge inevitablemente la pregunta: ¿querrá llevar un sexto delantero entonces para sumarlo a los tres titulares y a Palacios y a Lavezzi, que parecen tener un lugar asegurado en la lista de 23?. Y lo otro, es que siempre, pero siempre, aparecen jugadores que pide la gente, el periodismo o Grondona. Pasó con Bochini y con Batista en el 86, por ejemplo, o con el Beto Alonso en el 78. El Bocha venía formando parte del proceso de Bilardo, pero no estaba en sus planes y lo terminó encimando con Tapia. Con el Beto ocurrió algo similar en el otro torneo ganado, ya que su convocatoria surgió como consecuencia de presiones y no de convicciones: para el Flaco Menotti, los que jugaban en esa posición eran el jujeño Valencia, Ricardo Julio Villa y hasta el mismo Kempes, que se puso la “10” y jugó de “10” en varios partidos.

Sin amistosos trascendentes a la vista, apenas con un par de partidos en junio frente a selecciones de menor nivel para “despedirse” de la gente y para ajustar detalles, lo que se hizo estuvo bien hecho y la base está. De ahora en más depende de que las individualidades lleguen en su máximo esplendor para generar lo que Sabella siempre se empecinó en defender: una idea de juego y un funcionamiento que las potencie.