EN EL SALÓN DEL LIBRO DE PARÍS

Homenaje a Juan José Saer

Télam

La obra y la figura del escritor argentino Juan José Saer fueron homenajeadas en el Salón del Libro de París, donde franceses y argentinos coincidieron en que es un escritor fundamental en el mapa literario.

“Saer lo hizo de manera perfecta, porque muchos buscamos en la literatura lo que él encontró de manera perfecta. Él nos plantea un desafío sólo comparable al de Borges, que es el dilema de cómo escribir después de ellos”, dijo el escritor argentino Martín Kohan.

Junto a él estuvieron la editora francesa de Saer, Annie Morvan; la segunda mujer del autor y madre de su hija Clara, Laurence Gueguen-Saer; el escritor y ensayista francés Gérard de Cortanze y el artista argentino Ricardo Mosner.

Su viuda, que trabajó con sus poemas inéditos, confesó que “él ponía una barrera entre su vida privada y la escritura. Eran dos mundos que cuidadosamente quería separar”.

Contó detalles de la vida de su marido, como su llegada a París en junio del 68: “Se perdió después de la fiesta del Mayo francés. Ya tenía una carrera de escritor en la Argentina, había escrito mucha poesía, entre los 17 y los 20 años había escrito más de 1.000 poemas”, contó.

Saer (1937 -2005) fue a París para ver “qué pasaba en la literatura francesa, atraído por el nouveau roman, y llegó aquí pensando que se quedaría unos años y luego se marcharía a la Argentina, pero por razones personales no pudo volver”.

“Se encontró aislado con la misión de escribir en un país donde se habla un idioma que no era el suyo y sin contacto con Francia y los franceses. Hubo momentos de gran desaliento”, relató Laurence, pero “conoció a personas que lo ayudaron mucho, que lo incitaron a continuar”.

Annie Morvan, editora francesa, sostuvo: “Da la sensación de que él ya conocía toda su obra, que ya la tenía en su cabeza. Y que esta obra, tal vez de la misma forma en la que Proust escribió ‘En busca del tiempo perdido', es en su totalidad un mundo literario, un universo en el que cada libro va a ser una respuesta a otro”.

Kohan, que admitió su absoluta admiración, agregó que “lo que mejor se puede decir de la literatura de Saer es que no es una de esas literaturas cómodas, que gusten a todo el mundo. Saer le plantea un problema a la vanidad de los escritores: si reconocemos el lugar de Saer, todos bajamos tres o cuatro escalones”.