Portugal no celebró con claveles rojos

 

Fuertes protestas y descontento contra la política de ahorro enturbiaron las celebraciones por el 40º aniversario de la Revolución de los Claveles en Portugal.

Tanto la oposición de izquierda en el Parlamento como los héroes del golpe militar contra la dictadura más larga del siglo XX en Europa Occidental protestaron en Lisboa contra el gobierno de centroderecha de Pedro Passos Coelho.

En el Día de la Libertad, como se celebra el feriado nacional en Portugal, la Asociación 25 de abril realizó su propio acto conmemorativo. Miles de personas se reunieron en la histórica plaza Largo do Carmo en Lisboa y dieron rienda suelta a su descontento con la política actual, que consideran un ataque a las conquistas sociales que se abrieron camino a partir del 25 de abril de 1974.

El acto oficial en el Parlamento también se vio ensombrecido por fuertes críticas.

El líder opositor socialista Antonio Seguro habló de un nuevo telón de acero que separa el norte y el sur de Europa y que conduce a los portugueses cada vez más hacia la pobreza.

En protesta por la política de ahorro, los capitanes de la Revolución de los Claveles del 25 de abril de 1974 boicotearon por tercera vez consecutiva los actos oficiales. Políticos influyentes y otras personalidades como el ex jefe de gobierno y presidente socialista Mario Soares -“el padre de la democracia”- y el poeta socialista Manuel Alegre no participaron de las celebraciones oficiales.

El presidente Luis Cavaco Silva llamó a los portugueses a la unidad nacional. “La Revolución de los Claveles puso fin a la dictadura que vivió Portugal entre 1928 y 1974, la más larga del siglo XX en Europa Occidental. El 25 abril de 1974, un golpe militar encabezado por el capitán Salgueiro Maia ocupó Lisboa, derrocó al gobierno autoritario y abrió el camino para la democracia.

En 1974, Salgueiro Maia se rebeló contra la guerra emprendida por Portugal desde 1961 en tres frentes, Guinea-Bissau, Angola y Mozambique, para tratar de mantener sus colonias africanas, pero también contra el recrudecimiento de la represión y la censura, así como la desaceleración del crecimiento económico.

En el Día de la Libertad, de 1974, las calles estaban llenas de gente que celebraba la revuelta. Para colaborar, una florista de Lisboa comenzó a distribuir claveles rojos, que los militares pusieron en los cañones de sus fusiles, y así dio nombre a la que sería la Revolución de los Claveles.