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A cuatro siglos de su muerte, buscan los restos de Cervantes

Hoy se puso en marcha un proyecto que demandará por lo menos tres etapas. Existe la certeza de que los despojos del “Príncipe de los Ingenios” y de su esposa están en el Convento de las Trinitarias, cerca de la que fue su morada en Madrid. Pero nadie sabe el lugar exacto que ocupan. Ése es el misterio que se intenta desentrañar.

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Con el deslumbrante altar barroco de las Trinitarias como fondo, uno de los integrantes del equipo técnico que tiene a su cargo la tarea, opera un georradar que permitirá localizar las cavidades que puedan alojar enterramientos. Miguel de Cervantes murió en 1616 y esta es la primera vez que se intenta dar con sus restos. Foto: Agencia EFE

 

Agencia EFE

La emoción y el optimismo de los investigadores y la curiosidad de periodistas y visitantes marcaron hoy las primeras horas de una jornada histórica: cuatro siglos después de la muerte de Miguel de Cervantes, un equipo técnico busca sus restos en el Convento de las Trinitarias.

A las 10.30 arrancó la primera fase de un proyecto que pretende localizar los restos del escritor, enterrado junto con su esposa en la iglesia del convento, para sacarlos de una “tumba anónima” y, con una lápida que recuerde su figura, pagarle la “deuda” que “toda la humanidad tiene con él”, dijo hoy el investigador Fernando de Prados.

Para lograrlo, esta mañana accedió al templo un equipo de técnicos liderado por el georradarista Luis Avial, que, mediante un georradar y un equipo de infrarrojos que detecta los cambios de temperatura, identificará en los próximos días las cavidades donde pudieron producirse enterramientos.

Se rastrearán alrededor de 200 metros cuadrados correspondientes al suelo de la iglesia actual -no es la original donde fue enterrado en 1616 Cervantes, dado que se remodeló a finales del siglo XVII- así como algunos habitáculos adyacentes, una cripta a la que no se accede desde 1955 y los muros de la iglesia.

Las ondas del georradar detectan los obstáculos del suelo y emiten unas señales en función de la profundidad de las cavidades, mientras que los muros se analizarán con sensores de infrarrojos que fundamentalmente detectan cambios de temperatura. Todo ello se plasmará en un plano tridimensional.

“Estoy muy contento, porque en la prueba inicial hemos visto que la calidad del terreno es muy buena para el radar y vamos a sacar muchísima información que será viable y muy válida”, explicó Luis Avial a EFE, poco después de efectuar las primeras pruebas frente al altar de la iglesia conventual de las Trinitarias.

La exploración se hará, además, con la “malla” -la calidad de definición- más densa que se ha utilizado nunca, de manera que la información que se obtenga va a ser muy concreta, sostiene el georradarista.

“A poca profundidad podríamos llegar a detectar un bolígrafo o un mechero”, explicó Avial a los periodistas, a quienes, eso sí, les ha advertido de que, cuanto más hondos estén los elementos, menor precisión se obtendrá en el mapa tridimensional.

El equipo de georradaristas estará recabando datos en la iglesia previsiblemente tres días -ampliables en el caso de ser necesario- y después elaborará un mapa tridimensional que estará listo en cerca de un mes y que indicará las posibles cavidades donde fue enterrado.

No obstante, apunta Avial que el georradar puede detectar las cavidades, pero “nunca personificar a quién corresponde cada esqueleto”.

Podría darse además el caso de que los restos del escritor se hallen en un osario común, junto con los despojos de cuerpos enterrados en la iglesia hasta el momento de su remodelación.

Las próximas etapas

En cualquier caso, una vez que se obtenga el plano tridimensional comenzará la segunda fase del proyecto: si se considera viable y se obtienen los permisos necesarios, será el prestigioso forense Francisco Etxeberría quien dirija una excavación selectiva y cuidadosa para recuperar restos óseos que puedan corresponderse con los del escritor.

La tercera fase, que ahora se atisba lejana pero que se espera que pueda concretarse durante este 2014, consistiría en analizar los restos en el laboratorio e identificar cuáles de ellos son los de Cervantes.

Aunque no podrá estudiarse el ADN, porque la línea sucesoria del escritor quedó extinguida, sí es posible identificar los restos por una caracterización antropológica: su gran nariz, que sólo le quedaban seis dientes, y las señales que pudieron dejar en su esqueleto los dos arcabuzazos en el pecho y otro en la mano izquierda, sufridos en 1571 en la Batalla de Lepanto.

Ante la atenta mirada de más de 50 periodistas y bajo el sobrecogedor altar barroco de la iglesia conventual de las Trinitarias, ubicada en la calle Lope de Vega, a tan sólo unos metros de la casa en que murió Cervantes, comenzó la búsqueda de los restos del genio, con la “emoción” de emprender un proyecto histórico.

“Si no se ha rastreado antes, es porque no se tenían los medios técnicos”, expone Fernando de Prados, quien insiste en que “está probado y documentado que Cervantes fue enterrado (en el convento) y que jamás ha salido de este lugar”.

Para los investigadores, queda ahora esperar que la técnica acompañe a la ilusión con que se buscan los restos de Cervantes, con la esperanza de recuperarlos para el año que viene, cuando se celebra el cuarto centenario de la segunda parte de “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”.

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El antropólogo forense Francisco Etxeberría tendrá la difícil tarea de identificar los restos de Cervantes. El escritor no dejó descendencia, lo que descarta la posibilidad de hacerlo mediante el ADN. Foto: Agencia EFE

El personaje

  • Miguel de Cervantes Saavedra nació en Alcalá de Henares en septiembre de 1547 -el día todavía está en discusión- y murió en Madrid el 22 de abril de 1616. A lo largo de su agitada vida fue un soldado, novelista, poeta y dramaturgo.

Es considerado una de las máximas figuras de la literatura española y conocido sobre todo por ser el autor del “Ingenioso hidaldo Don Quijote de la Mancha”, que muchos críticos han descrito como la primera novela moderna y una de las mejores obras de la literatura universal, además de ser el libro más editado y traducido de la historia, sólo superado por la Biblia.

Cuando murió a los 68 años y de diabetes, en la casa situada en la esquina de las calles León y Francos, en el barrio de las Letras o de las Musas, Cervantes deseó ser enterrado en la Iglesia del Convento de las Trinitarias Descalzas, en el mismo barrio, ya que cuando fue llevado preso en Argel como prisionero de los turcos, la congregación de los Trinitarios lo ayudó, hicieron de intermediarios y recogieron fondos para que él y su hermano Rodrigo fueran liberados.