La inseguridad, la sociedad en crisis, ejes del discurso de Bonfatti

El gobernador habló del “desafío de vivir juntos”

  • El gobierno provincial ante un reclamo desesperado que demanda más seguridad. Hubo tensión en la Legislatura y un discurso gubernamental que dio cuenta de ese drama.
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“Quiero convocar a cada santafesina y a cada santafesino a unirnos para defender la vida y la paz. Tenemos que unirnos en defensa de la vida y de la paz”, dijo el gobernador en su mensaje a la Asamblea.

Foto: Pablo Aguirre

 

Luis Rodrigo

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El discurso que ayer presentó Antonio Bonfatti a los legisladores santafesinos fue elaborado en los despachos de los funcionarios, lejos de los barrios más pobres de las ciudades más conflictivas de la provincia, donde vive la parte de la sociedad que está más expuesta a la inseguridad.

Así lo imaginaron quienes fueron a protestar por el aumento de la delincuencia, así lo pensaron los cuadros políticos que alentaron esa protesta, y así lo sintieron quienes demandaron en la Legislatura “justicia ya”, porque no quieren cruzarse en la calle con los asesinos de sus seres queridos.

Seguramente, así fue escrito ese discurso. Desde esa distancia -innegable, incómoda para los valores del progresismo- que separa a los escritorios, a los trajes caros, a los autos con choferes de la realidad de las carencias sociales, de la falta de oportunidades, del deterioro de la vida. (“Que no haigan (sic) más chicos muertos como Brian”, decía un cartel sostenido por un niño con una mirada muy triste, ayer, en las escalinatas de la Legislatura).

Sin miedo

Bonfatti habló y por supuesto, quienes fueron a protestar -con motivos tan justificados como el dolor que les han causado los asesinos- no lo escucharon. Es más, rompieron los parlantes que se habían ubicado afuera.

El gobernador ayer dedicó más de la mitad de su exposición en las Cámaras a esos problemas. Bonfatti se refirió sobre todo a la difícil realidad que vive la Argentina y la provincia de Santa Fe para poder “amanecer sin miedo”, para convivir.

Durante casi una hora (el discurso se extendió por una hora y cuarenta minutos) el titular del Poder Ejecutivo Provincial se detuvo en lo que llamó “el desafío de vivir juntos”, y esa misma fórmula utilizó para cerrar su exposición, que fue bastante más que cumplir con el rito republicano de inaugurar -como cada 1º de Mayo-, según manda la Constitución de Santa Fe, el período ordinario de sesiones. El gobernador dijo que se reivindica el derecho a “soñar una vida sin miedo”.

Con derechos

El desafío de mejorar la convivencia social, la invocación al protagonismo ciudadano y la participación, los esfuerzos por modernizar el proceso penal y el servicio de justicia, y las medidas para enfrentar al narcotráfico en particular y al delito en general -sobre la base de que Santa Fe “no oculta sus números y los difunde con el Ipec”- fueron los ejes de la primera parte de un discurso que no fue elaborada para el aplauso, sino para la reflexión. Pasaron casi 20 minutos hasta que, superadas las consideraciones propias de un diagnóstico tan duro, se encontraran motivos para aplaudir.

El gobernador habló del deterioro de los valores, de la irrupción de la violencia y de la existencia de una realidad económica que margina, y subrayó que “las organizaciones criminales amenazan al Estado, al mercado y a la sociedad”. Al narcotráfico y al delito se los combate desde la “seguridad democrática”, con la ley en la mano, definió.

Repasó las respuestas que desde el Estado provincial se intentan dar frente a estos problemas “de una complejidad sin precedentes”, e incluyó allí tanto formas de la solidaridad y de asistencia social estatal, como a la ampliación de derechos en salud y educación, así como políticas activas para reprimir los delitos: desde el aumento del número de efectivos a la apuesta por “el diálogo interinstitucional” que trajo “fuerzas federales a la ciudad de Rosario”.

Texto y contexto

El texto que leyó Bonfatti estuvo marcado por el contexto. Para que los manifestantes no ingresaran al Palacio Legislativo se debieron cerrar las puertas y acordonarse con patrulleros, guardias y el GOE los ingresos.

En 2007, el gobierno de Hermes Binner quitó las rejas de la Casa Gris y desde entonces se volvió a caminar de la sede del Ejecutivo a la Legislatura para abrir cada año los debates democráticos en la Legislatura.

Ayer, el gobierno de Antonio Bonfatti observó -acaso algo desconcertado- que la demanda social por más seguridad se desborda.

Una sobria soga, similar a los cordones de la entrada a los teatros, y unos pocos policías separaban a las autoridades provinciales de los demás ciudadanos. Así se hace desde hace años, pero ayer ese límite simbólico fue traspasado por quienes viven bajo la urgencia de la desesperación. “Nos están matando, no sé qué esperan para hacer algo”, les gritaban los manifestantes a todos los hombres que por sus trajes parecían legisladores o funcionarios, o porque de entre los vecinos algún puntero les marcaba su función o su nombre.