De domingo a domingo

El kirchnerismo con un 1º de Mayo de capa caída

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Ante tantas dificultades en la economía y la inseguridad, sólo la izquierda pareció festejar el Día del Trabajador.

Foto: EFE

Engullido por la realidad económica y social antes que por el envase del fin de semana largo que la cháchara kirchnerista usa una vez por mes para mostrar cómo los que pueden se movilizan por el país y gastan en otro lado lo que dejan de gastar en su terruño, este 1º de Mayo no fue para nada un “día peronista”, tal como si se hubiese perdido definitivamente la mística. Ya dejó de serlo desde hace mucho tiempo de acuerdo con cómo lo entendían los históricos, pero el año del ajuste, de la inseguridad, de la crisis inflacionaria, del parate económico, del temor a la desocupación y de la explosión de la pobreza pareció haberle quitado a la militancia y a los dirigentes políticos y gremiales más cercanos al Gobierno las ganas del festejo, quizás por el sentimiento de culpa que los embarga.

Desde la más pura ortodoxia en dos cuestiones clave (devaluación y suba de las tasas de interés), de las que siempre abominó el ministro Axel Kicillof, aunque no el conservadurismo instintivo que posee la presidente, el proceso económico pareció entrar en un remanso con relación a la dinámica de enero, sobre todo porque se controló la caída de reservas a partir de una nueva experiencia de tipo de cambio fijo y de un cierto freno a la escalada de los precios.

La cosmética y los “precios cuidados”

Si bien la cosa pareció funcionar desde la cosmética, aunque no por los “precios cuidados” como quiere hacer creer el relato, el gran detalle de toda la cuestión es que casi no hubo medidas fiscales que le pusieran algún ancla al desborde del gasto, la tercera pata de la cual los políticos nunca quieren dar cuenta porque creen que tienen un reaseguro si disponen de la máquina de emitir moneda o deuda.

En el mercado bursátil, hay por estos días apuestas de corto plazo que se traducen en compras o ventas de acciones de empresas o de títulos nacionales o provinciales, ya sea si hay o no hay confianza en que el gobierno va a ir a fondo con la cuestión de los subsidios o con otras medidas que apunten a cortar los gastos.

Los eufóricos entienden que a Kicillof no le queda otra forma de avanzar, ya que lo hecho hasta ahora parece insuficiente y creen que finalmente lo hará aun a costa de dejar más de lado sus convicciones, mientras que los pesimistas suponen que será la naturaleza de la presidente la que impedirá profundizar en este renglón, ya que estaría entregando el último eslabón de lo que alguna vez se llamó “el modelo”: el consumo interno.

El concepto de creer que el dinero todo lo puede, la Argentina lo viene repitiendo sistemáticamente desde la mitad del siglo pasado y ha llevado al país a más de una situación de zozobra.

La “exitosa” reunión con Brasil

Para enmarcar el momento económico, que tiene con cara de preocupación y con el pie levantado del acelerador a muchos argentinos, hay que precisar que estar en la zona de 2% de inflación y ya no en la de 3% mensual es un logro, pero que eso no asegura nada si la política económica sigue jugando a la gallina distraída.

Un salto mensual de ese calibre de aquí en más, aparte el casi 10% que ya lleva 2014, hace que el tipo de cambio fijo vaya perdiendo competitividad, mientras el nivel de tasas genera desincentivo a tomar créditos. Así, el pronóstico de otra devaluación hacia mitad de año no resulta osado.

En tanto, las estadísticas oficiales han sido contundentes sobre cómo está la situación en materia del nivel de actividad. Primero, fue la producción industrial y luego, la construcción, las que mostraron durante marzo peligrosos retrocesos de 6 por ciento en cada caso. En la industria, el sector automotor retrocedió 25,1 por ciento con respecto a marzo del año pasado y acumuló en el primer trimestre una baja de 14,5 por ciento. Para hablar del tema, el mismo Kicillof salió como los bomberos hacia Brasil, ya que la tesis local, al menos la que se intenta vender en público, es que el parate productivo le llega a la Argentina debido a la menor demanda automotriz de ese país.

En ese sentido, resulta muy interesante comparar las versiones que se dieron a conocer en los dos países. Mientras en la Argentina, el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, aseguró que en la reunión del martes pasado en Brasilia hubo un “avance cualitativamente importante”, para los medios brasileños se registraron “divergencias” en temas de riesgo cambiario que el gobierno argentino no querría asumir, lo que derivó en “promesas de nuevos encuentros”.

La pobreza que horada el “relato”

Por el lado de la construcción, se profundizó el retroceso que venía experimentando el sector desde la instrumentación del cepo cambiario, aunque había mostrado una reacción en parte de 2013. Desde septiembre del año pasado, comenzó a insinuarse un cambio de tendencia, que primero se materializó con una suave desaceleración para luego profundizarse y transformarse en un franco tobogán productivo desde enero de este año.

De estos datos, tan críticos a que se manifiesten problemas con el empleo hay un solo paso y las novedades sobre retiros voluntarios, adelanto de vacaciones, recorte de turnos, horas extras y suspensiones para reducir costos son elocuentes a diario.

Los expertos aclaran que, por ahora, el semáforo está en amarillo: no hay destrucción generalizada, pero tampoco creación de puestos de trabajo. En tanto, los niveles de pobreza siguen horadando el relato y en este punto, más allá de algún berrinche puntual de algún lenguaraz gubernamental de micrófono fácil, no hubo quien pudiera cruzar con fundamento la seriedad metodológica del Observatorio de la Deuda Social de la UCA: hay 11 millones de pobres.

Como se observa, había muy poco para festejar el Día del Trabajador desde la porción del peronismo que comulga con el gobierno, incluido Daniel Scioli, mientras el gremialismo opositor, que ya se había manifestado hace unos días con el paro, ahora convocó para el día 14 a una marcha a la Plaza de Mayo contra la inflación, el desempleo y la inseguridad.

El escandaloso impuesto a las Ganancias

Antonio Caló en persona logró hacerle dar marcha atrás al gobierno en su intento por lograr el control de las obras sociales sindicales, a partir de una Resolución que establecía una suerte de poder de veto sobre los contratos con las prestadoras.

También la CGT oficialista levantó la bandera del aumento del mínimo no imponible del impuesto a las Ganancias para empleados, cuentapropistas o jubilados, quizás para acreditarse también los anuncios en unos días cuando se los haga efectivos.

Llamó la atención que haya sido el titular de la CTA también oficialista, Hugo Yasky, quien dijera que “en unos 15 días” se harán los retoques reclamados, en una evidente mexicaneada de micrófono. Tras este adelanto comenzaron a trascender algunos detalles, como que el nuevo tope para no pagar el impuesto sería establecido en $19 mil (casi 27% de aumento desde el valor de $15 mil fijado en agosto pasado) y que no habrá modificaciones en las escalas, algo que por los aumentos perjudica desde los porcentajes a quienes se dice beneficiar.

No está de más recordar que nunca se les aplicó una sola corrección desde que en el año 2000 las impusiera el ministro José Luis Machinea y que, desde entonces, hasta ahora la inflación ha sido de casi 800%. Con tantas dificultades económicas, políticas y sindicales que han limado el famoso modelo ante la opinión pública y que han dejado al peronismo en su conjunto de capa caída, no llama la atención que esta vez las movilizaciones más efectistas del 1º de Mayo hayan sido copadas por una izquierda cada vez más compacta en la calle, que busca por enésima vez desde el advenimiento del peronismo su lugar en el mundo sindical, de modo asambleario y lejos de las burocracias.

Hugo E. Grimaldi (DyN)

Dicen que no habrá modificaciones en las escalas del impuesto a las Ganancias, algo que por los aumentos perjudica desde los porcentajes a quienes se dice beneficiar. Desde el año 2000 nunca se corrigió las que impusiera Machinea.