al mArgen de la crónica

Indiferencia

Ni una panacea, ni un camino abierto al caos: para la mayoría de uruguayos de a pie la entrada en vigor de la ley que legaliza la compraventa y el cultivo de la marihuana, reglamentada este viernes, es vista con total indiferencia y como una decisión que no va a cambiar en nada sus vidas.

Mientras todo el planeta habla con entusiasmo, interés u horror de la novedosa legislación uruguaya, la primera del mundo en regularizar y poner en manos del Estado el uso recreativo de esta droga, los uruguayos se encogen de hombros y apenas matizan, levemente a favor o levemente en contra, sus opiniones en un asunto que no entra en los debates del día a día del país.

“Es que no va a cambiar nada. No va a ser significativo. Ni va a haber menos delincuencia, ni mas, ni mas fumadores ni menos. Y nadie se movilizará para cambiar esto aunque no le guste porque así es la idiosincrasia uruguaya. Yo prefiero que no se legalice, pero no haré nada al respecto”, confesó Soledad, una joven uruguaya empleada en una multinacional.

Para esta madre de un niño de dos años, los reparos sobre la normativa vienen de que la legalización de la venta “da un mensaje de aceptación” sobre algo que no es positivo como el consumo de drogas, aunque también reconoce que “con el alcohol es igual” y “nadie piensa en prohibirlo”.

Según las últimas encuestas el 64% de los uruguayos se opone a la ley aprobada a fines de 2013, si bien el 51% de los mismos prefiere aguardar a ver si funciona antes que derogarla.

Por su parte, Diego Martínez, padre de tres hijos, apuntó que para los uruguayos hay otros temas más importantes que la legalización de la marihuana. “Nos preocupa más la salud, la delincuencia, la educación. Bien para el que le importe, pero para la gran mayoría no forma parte de nuestras vidas”, sentenció.

Según establece el reglamento de la ley de la marihuana, Uruguay venderá la droga en farmacias a no más de un dólar el gramo, que estará controlada y tendrá las mismas limitaciones de uso que el alcohol y el tabaco, y plantará no más de 22 toneladas al año para su uso recreativo, además de permitir el cultivo doméstico y la asociación en clubes para la producción de la droga.