Su trayectoria e independencia unen a todo el arco político

Unánime pesar por la muerte de la jueza Argibay Molina

Permanecía internada debido a un enfisema pulmonar. Fue presa política en la última dictadura militar. Integraba el Máximo desde febrero de 2005.

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De la redacción de El Litoral

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Un extenso y sentido aplauso a su persona, a su condición de jueza de la democracia, a su independencia como magistrada y a su lucha por los derechos humanos, cerró el acto de despedida a la jueza de la Corte Suprema, Carmen Argibay Molina, fallecida ayer a los 74 años.

Argibay estaba internada desde el 30 de abril en el Instituto Argentino de Diagnóstico y Tratamiento a raíz de un enfisema pulmonar sumado a afecciones cardíacas y renales.

Nacida el 15 de junio de 1939, Argibay -quien fue presa política en la última dictadura- integraba la Corte desde el 3 de febrero de 2005 y fue la primera jueza del máximo tribunal nombrada por un gobierno constitucional.

Al cierre de esta edición, el presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti, aseguró que la cabeza del Poder Judicial “seguirá en la misma línea, vamos a tratar de que sigan los ideales de Carmen Argibay”, subrayó.

“Carmen no es sólo Carmen, es un conjunto de principios morales y de políticas de Estado. En estos momentos, lo importante es recordar que en las instituciones estamos transitoriamente. No dependen de nosotros. Le damos todo lo que podemos. A veces, como es su caso, las instituciones nos devuelven mucho”, destacó en el discurso que dio en el hall de Tribunales, que resultó chico para la multitud que acudió al acto, en una nubosa mañana de domingo.

Además de Lorenzetti, en el acto estuvieron la vicepresidenta de la Corte, Elena Highton de Nolasco, y los ministros Carlos Fayt, Enrique Santiago Petracchi, Juan Carlos Maqueda y Eugenio Raúl Zaffaroni.

Piropo

Los seis integrantes de la Corte depositaron en Lorenzetti su adiós a la jueza, cuyo pliego -enviado por el entonces presidente Néstor Kirchner- fue votado por el Senado de la Nación el 8 de julio de 2004, con 42 votos a favor, de la entonces senadora Cristina Fernández de Kirchner, los bloques del oficialismo y de la UCR (en contra hubo 17 votos de otros peronistas, entre ellos Eduardo Menem, Antonio Cafiero y Ramón Saadi).

Antes de los aplausos, muy emocionado, Lorenzetti dijo para cerrar su discurso: “Ustedes no lo van a poder creer pero (...) en la Corte, producto de nuestros acuerdos y convivencia, vivimos un mundo casi ideal”. Y destacó entonces las excelentes relaciones interpersonales de los integrantes del Tribunal, a pesar de tratarse de un cuerpo colegiado que reúne personalidades con posiciones “muy diferentes”, cada uno “con su propia historia”, donde bien se podría creer que “las relaciones no sean sencillas o fáciles”.

“Nosotros (los integrantes del Tribunal) siempre tuvimos una relación muy cariñosa, muy de amistad”, y agregó: “Con toda sinceridad estamos muy afectados”.

Lorenzetti recordó el buen humor de Argibay y ejemplificó: “El doctor (Carlos) Fayt le decía la reina de los hoyuelos”.

Número par

Hasta que se jubile Eugenio Zaffaroni, en agosto próximo -tras el fallecimiento de la Dra. Argibay- la Corte Suprema quedará con seis magistrados, lo que despierta especial atención por las eventuales complicaciones que puede traer un número par. De todas formas, las sentencias continuarán dictándose con el voto favorable de cuatro integrantes (como cuando eran siete sus integrantes).

El 29 de noviembre de 2006, cuando en pleno proceso de renovación el Tribunal Supremo contaba con siete jueces, se sancionó la ley 26.183, en virtud de la cual se redujo a cinco la cantidad de sus integrantes.

Dicha norma estableció un proceso paulatino de reducción de miembros.