Asalto y tiros 

“Podríamos estar muertos”

Un corralón de avenida Facundo Zuviría al 8200 fue blanco ayer de un violento golpe delictivo. Los propietarios, dos hermanos de 35 y 32 años, forcejearon y redujeron a uno de los ladrones, mientras él y su cómplice les disparaban con pistolas 9 mm.

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Los dos hermanos propietarios del corralón debieron enfrentar una situación límite ayer por la tarde. Entre balazos, lograron reducir a uno de los delincuentes. Foto: Guillermo Di Salvatore

 

Joaquín Fidalgo

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“Hoy nuestra familia podría ‘estar de velorio’. Tenemos una amargura terrible, una sensación inexplicable. Tranquilamente podríamos estar muertos los dos, mi hermano y yo... Gracias a Dios salió todo bien, pero durante el forcejeo varias veces tuvimos el caño del arma apuntándonos al pecho. Afortunadamente, el tipo no pudo gatillar en esos momentos, pero no la soltaba”, dijo esta mañana Pablo, de 35 años, uno de los propietarios del Corralón 9 de Julio, ubicado en la cuadra de avenida Facundo Zuviría al 8200, en barrio Pompeya.

El asalto fue perpetrado este viernes, pero todo comenzó hace una semana, cuando ingresó al negocio un hombre de unos 55 años, canoso y bien vestido. Este supuesto cliente pidió un presupuesto por distintos insumos para la construcción y se retiró.

Sin despertar sospechas, este sujeto volvió ayer al corralón. Tocó timbre cerca de las 16 y Pablo abrió la puerta para dejarlo pasar. “Vengo por el presupuesto que te pedí el sábado pasado”, le aseguró.

Juntos caminaron hasta las oficinas, donde también se encontraba el hermano, Daniel, de 32. Entonces, el presunto comprador se aseguró de que la escena estaba lista para el robo.

Infierno inesperado

Con la excusa de buscar un papel que había olvidado en el auto, el delincuente salió del local y en el acto hizo su aparición su cómplice, encapuchado y con una pistola calibre 9 milímetros en la mano.

Fue derecho a la oficina de los propietarios y les ordenó: “¡Al suelo, tírense al suelo!”, pero entonces Daniel reaccionó de manera instintiva abalanzándose sobre el ladrón. “Cuando comenzaron a forcejear no me quedó otra que arrojarme también para ayudar a mi hermano. Durante el forcejeo, el tipo pudo hacer dos disparos que afortunadamente pegaron en la pared. También lo tuvo un par de veces encañonado a Daniel, pero no pudo gatillar. Fue un milagro. Entonces, el canoso que se había quedado en la zona de la entrada abrió fuego con un arma similar y dos proyectiles rompieron ventanas y pasaron unos centímetros encima nuestro”, relató Pablo.

Al escuchar los estampidos, el encargado, que estaba en otra dependencia, se asomó para ver qué sucedía y una bala voló zumbando sobre su cabeza. Debió arrojarse cuerpo a tierra en el baño. “Fue una batalla campal. Antes de escaparse corriendo, el mayor de los delincuentes me apuntó al pecho y gatilló dos veces, pero la bala no salió”, recordó esta mañana otro de los empleados, que había quedado paralizado a unos metros del tiroteo.

El delincuente canoso escapó del lugar en un vehículo que lo esperaba en la puerta, con un chofer.

Los dos hermanos retuvieron al ladrón, hasta que llegó la policía, unos pocos minutos después. Los uniformados detuvieron entonces al asaltante, de 26 años, y secuestraron una pistola calibre 9 mm con cargador y seis cartuchos.

“Jugados”

“Nunca nos había pasado algo así. Hace diez años que estamos con este comercio, que es una pequeña empresa familiar. Hay que seguir, hoy atendimos a nuestros clientes, pero no es fácil. Vamos a tener que tomar más recaudos, pero esto nunca alcanza si es individual. Podés controlar la puerta, atender sólo a conocidos, trabajar a portón cerrado, poner seguridad, pero acá es necesario tomar medidas en conjunto... la gente, la policía, el gobierno. Las autoridades tienen que tomar la decisión política que poner fin a esta situación”, manifestó Pablo.

“La delincuencia está libre -agregó-. Viene decidida a robar y a matar si es necesario. Está cada vez peor la cosa. Estas personas, ayer entraron totalmente jugadas. Llegaron con mucha decisión para asaltar, pero también para liquidarnos si hacía falta. Fue de película. Los tiros impactaron a la altura de nuestras cabezas. No me cabe duda de que fueron efectuados para quitarnos la vida.

 
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