Contradicciones y números preocupantes

La encrucijada del Relato y los preferidos de Cristina

Terminada la “pax cambiaria” vuelve el dilema dólar&inflación vs. recesión. Los datos del oncenio K como guía al corazoncito político de la presidenta.

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Axel Kicillof y César Milani.

 

Sergio Serrichio

[email protected] Twitter: @sergioserrichio

Apretada entre la realidad y el Relato, la política económica se debate entre la continuidad de la agonía lenta o el riesgo de la muerte súbita.

El gobierno ya estuvo ante esa encrucijada en enero, cuando Axel Kicillof decidió una devaluación sin plan que llevó la economía al borde de una espiralización dólar-precios, de donde la rescató el presidente del Banco Central, Juan Carlos Fábrega. Pero aunque con su aspiradora de pesos y fuerte suba de tasas de interés Fábrega conjuró el riesgo de hiperinflación, también profundizó la recesión en que la economía ya había entrado en el último trimestre de 2013.

Lejos de agradecerle lo primero, Kicillof, cuyo relato, estética y estilo son más afines a la sensibilidad presidencial, le reprocha al titular del Central lo segundo (suspensiones laborales, parate inmobiliario y en la industria automotriz, caída generalizada del consumo), imitando, de paso, otro tic de su jefa: ante un problema, echarle el fardo a otros.

Lo cierto es que, bien avanzado el “trimestre dorado” de exportaciones e ingreso de divisas, el gobierno ha recuperado sólo 1.400 millones de dólares de reservas, su meta de llegar a julio por arriba de los 30.000 millones parece cada vez más lejana y, de hecho, es probable que termine el año con menos de 25.000 millones.

Con la recesión como único antídoto contra la inflación, la pax cambiaria no podía durar demasiado. De ahí los recientes corcoveos del dólar “blue”, que volvió a sacarle una luz de 50 % al oficial (ése que pocos, a veces ni los importadores, consiguen) y el dilema mencionado arriba.

Kicillof pretende que el acuerdo con el Club de París, sumado al hecho con Repsol y el de YPF con Chevron le permitan acceder al crédito internacional y zafar de la escasez de divisas y la morsa recesión-inflación. Es dudoso que lo consiga. No lo ayudan los tiempos ni le reputación. No puede negarse, en todo caso, el esfuerzo en cambiar esa imagen hacia afuera mientras se redobla el “Relato” hacia adentro.

Por eso, el mismo gobierno que, en nombre de la “soberanía energética” reestatizó YPF, comprometió con Repsol un flujo de 11.000 millones de dólares a partir de 2016 (en bonos que la compañía española ya vendió en el mercado secundario) y se asoció a Chevron, la sucesora de la Standard Oil of California, mediante un contrato regido por la ley de Nueva York, entre dos subsidiarias: una radicada en Bermudas y otra en Delaware, EE.UU., y exhibió la visita de Daniel Poneman, el secretario de Energía norteamericano, como una suerte de garante del futuro energético argentino a partir de la formación “Vaca Muerta”.

Contradicciones

El relato nacionalista se revela así tan falso e hipócrita como el de los derechos humanos de un gobierno que eligió al general César Milani, fuertemente sospechado por su rol en la desaparición de un conscripto, en las torturas contra otro y su padre y, más recientemente, de enriquecimiento ilícito. Nadie es culpable hasta que se pruebe lo contrario, pero ¿comandante en jefe del Ejército?

No contento con dejar una herencia horrible (inflación, recesión, aumento del desempleo, pavoroso déficit energético, infraestructura colapsada, pobreza e indigencia consolidadas, inseguridad ciudadana, violencia, corrupción pública galopante) el gobierno empezó incluso a enredarse con el pasado que intenta glorificar. El 9 de mayo difundió la nueva serie del PBI, tomando como “base” el año 2004. Los datos, inconsistentes, sin información y metodología de respaldo, parecen elaborados para evitar el pago de 3.500 millones de dólares del “cupón del PBI” y “dibujar” que en 2013 la presidenta Cristina Fernández llegó al dorado miti-miti (en verba presidencial, “fifty-fifty”) en el reparto del ingreso entre capitalistas y asalariados.

En todo caso, los datos cantan también que el PBI creció mucho menos de lo que se decía, que la inversión es muy baja (lo que explicaría la baja productividad de la economía) y que, por caso, el gasto en educación no llegó nunca al 6 % del PBI del que se ufanaba el gobierno (ésta es, en verdad, una buena noticia: peor sería que habiendo gastado tanto se lograra tan poco).

Variables en baja

Aún mejor para entender el desempeño de la economía en los once años de gobierno que el kirchnerismo cumplió el domingo es el Indicador Sintético de Actividad de las Provincias (Isap) elaborado por la consultora Federico Muñoz & Asociados.

En base a ocho variables de las que se dispone información por distrito (recaudación del IVA, nivel de empleo formal, salario privado formal, ventas de supermercados, consumo de combustibles, patentamiento de vehículos, despachos de cemento y transferencias de la Nación a las provincias, que reemplazó a la variable usada previamente, despachos de energía eléctrica) el Isap muestra que 21 de los 24 distritos (23 provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires) entraron en recesión en el último trimestre de 2013. Además, anticipa Muñoz, el parate se ahondó en el primer trimestre de 2014.

En línea con estimaciones privadas, como las del proyecto Arklems que dirige en la Universidad de Buenos Aires el economista Ariel Coremberg, el Isap nacional muestra también que la economía creció mucho menos de lo que cuenta el “Relato” oficial.

Ranking revelador

Más revelador aún es el ranking de las provincias de mayor crecimiento en la posconvertibilidad, esto es, los años del “Relato”: Tierra del Fuego, San Juan, Formosa, Jujuy y Santa Cruz. A su vez, las que menos crecieron fueron Capital Federal, La Pampa, Córdoba, Santa Fe y Tucumán. En los cinco distritos de mayor crecimiento habita el 5,7 % de los argentinos. En los de menos, el 28 por ciento.

En ninguna de las provincias al tope del ranking el motor fue el supuesto “Modelo” productivo, sino fenómenos como el régimen de promoción fueguino (ingentes recursos fiscales, magros logros productivos), la megaminería y la arbitrariedad, dependencia y clientelismo políticos.

Para muestra basta un botón. En el último trimestre de 2013 Formosa recibió en “transferencias de la Nación” más de cuatro veces lo que en toda la provincia el sector privado paga en concepto de salarios. En ese particular ranking, la segunda provincia es Santiago del Estero.

Más que en los discursos, allí se ve dónde están las prioridades de la presidenta. Su gobernador preferido, al fin de cuentas, es Gildo Insfrán. Y el que le sigue, Gerardo Zamora, ahora tercero en la línea de sucesión presidencial (a la cola de Amado Boudou) y sucedido en la gobernación santiagueña por su esposa, Claudia Ledesma Abdala de Zamora.

Son las dos provincias en que primero se aplicó la “ley antiterrorista”, sancionada en 2011, semanas después de la reelección de Cristina. ¿Los “terroristas”? El cacique Félix Díaz, jefe de la comunidad Qom “La Primavera”, en Formosa, por resistir un desalojo, y Juan Pablo Suárez, un periodista santiagueño, por atreverse a filmar el arresto a un policía y subirlo a su portal de noticias.

¿Será casualidad que ésas sean las dos provincias con los gobiernos más mimados de Cristina?