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“Maynumbi 15”

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María Guadalupe Allassia

¿Qué es un libro sino una construcción de sueños, de memorias, de violines alados, de vientos de ciruelas y flores, de nombres atados por el hilo verde de la vida?

Yo encontré este libro singular, digamos que en mi ventana. Lo tomé en mis manos y casi me levanta en vuelo su nombre alado: “Maynumbi”, picaflor, en guaraní. Siento el viento de la montaña, pájaros que cantan entre árboles frondosos y una paz infinita de paraíso encontrado.

Hay una casa con un hermoso corazón enterrado que late y deja fluir palabras de semillas y cántaro sonoro. Se oyen voces familiares y de amistad profunda.

¿De dónde proviene esta magia? El autor abrió la puerta de lo imaginario, de sus afectos y dice: “No sé qué tipo de obra literaria puede dar como ecuación final a una serie de narraciones, algunas con carácter de anécdotas, otras cargadas con gran emoción. Son una conjunción de vivencias de varias generaciones que le dieron vida a una casa construida en un lugar geográfico muy particular de las Sierras de Córdoba, Argentina.

“Han sido escritas tal como se sintieron, en el contexto de un lugar maravilloso por su belleza -cierto paraíso- que fue testigo de innumerables historias y vivencias a través de más de sesenta años de vida: el chalet número 15, Maynumbi”.

El libro se abre y veo otra vez la casa de Villa Giardino. Escucho su voz entre los pinos, casi un temblor de guitarras. Me acuerdo de Neruda, y le dejo mi voz entre las flores, donde jugaron los niños: “... te cruzan los besos y te riegan los días. / Mi gesto, mi ansiedad cuelgan de tu mirada. / Vaso de resonancias y de estrellas cautivas”.

El libro sale de las manos del autor, médico, reconocido investigador, apasionado caminante y buscador de caminos. ¿Qué le sucede para entrar en el relato y escribir a pleno sol, y tomar la casa como un canto errante con amor y llenarlo de memorias, de viajes, de diversiones, de amigos y anécdotas, de historias del lugar, de nombres queridos que mojan gota a gota la historia de su vida y la de los otros? La casa ¿no es un barco? Tal vez, navegaron los personajes por mares desconocidos, color de la alegría. Jorge suelta la claridad de sus emociones cual una luz de uvas que reparte en sus palabras, en su memoria compartida y todo se ilumina alrededor de esa casa mágica que guarda la historia del abuelo Ángel, constructor de sueños y de la dulce abuela Ana, cuyo recuerdo vibra en la casa cual una campana.

Las fotos que viven dentro del libro son recuerdos infinitos en el agua de los sueños. Son latidos antiguos que hacen que la casa, ¿o el barco? navegue entre las aguas susurrantes de la memoria.

El autor, Jorge, entrega sus manzanas, sus relatos de travesía, para que Maynumbi sea una lámpara errante, un picaflor en la constelación del sur, un barco que lleva las nostalgias del asombro.

Recuerdo otra vez a Neruda y pronuncio estas palabras para la casa: “... llévame / en tu nocturno sueño y travesía / a las islas del cielo, / a las vertientes / del agua de la noche, / a la roca magnética, / madre de las estrellas, / al tumulto del sol, / al viejo carro de la aurora / cubierto de limones”.

Dr. Jorge Luis Musuruana

  • Nació en Santa Fe, el 14 de mayo de 1955. Cursó sus estudios primarios en el Colegio La Salle Jobson y los secundarios en el Liceo Militar General Manuel Belgrano. En 1981 se graduó de médico en la Facultad de Medicina de la Universidad de Rosario. Especialista en Medicina Interna y Reumatología, publica en revistas científicas y participa permanentemente en congresos nacionales e internacionales de la especialidad.

Reside en la ciudad de Santa Fe.

Este es su primer trabajo literario, a partir de hechos reales en donde vuelca un alto contenido emocional que ha marcado su vida.