Política y comunicación en la era de la información

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Gabriel Otazo

El impacto de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información (TICs) y el surgimiento y masificación de Internet han cambiado la forma de relación y comunicación en todos los ámbitos de la vida humana.

Estas innovaciones han transformado sobre todo en el ámbito de la política, cambiando de esta manera, la forma de comunicación tradicional y unidireccional que el político establecía con el ciudadano. Hoy en día, y gracias al crecimiento exponencial de Internet y las redes sociales, la comunicación es horizontal, bidireccional e instantánea.

Muchas veces, el candidato cae en la falsa creencia que toda campaña pasa únicamente por las redes sociales, por Internet, por la cantidad de “seguidores” o “me gusta”, pero en realidad esto no es así. Internet sólo es un medio más, es una extensión que nos permite hacer llegar nuestras propuestas, nuestras ideas a personas que nunca habríamos llegado si hubiésemos utilizado los medios o métodos tradicionales.

Por otra parte, también existe no sólo en la Argentina, sino a nivel mundial cierto rechazo a la utilización de Internet, a las redes sociales o plataformas webs que permitan difundir la actividad partidaria o incluso al desarrollo de las campañas electorales. Sólo hace falta googlear a algunos líderes políticos por Internet, Twitter o Facebook para darse cuenta de su postura reaccionaria ante estos avances tecnológicos.

En este sentido, hoy más que nunca hace falta concientizar a la clase política de las falsas creencias, de las ventajas como así también de las desventajas que trae aparejado la utilización de Internet en la vida política.

Una de las ventajas más importantes de la utilización de Internet radica en su gratuidad, incluso la creación de páginas webs personalizadas como el nick “com.ar” que son muy utilizadas por los políticos por su bajo costo y alto rendimiento. Además, y a diferencia de los medios tradicionales, las redes sociales son más participativas, más colaborativas y sobre todo más instantáneas, ya que permiten escuchar a los electores, estableciendo una comunicación más directa y personalizada para con los electores sin la intervención de terceros.

De este modo es importante recordar que el abc de la política 2.0, tal como lo decía José Fernández Ardáiz, es el feedback (o ida y vuelta en castellano) de la conversación entre político-ciudadano. Toda utilización de Internet y/o redes sociales debe ser acompañada por una estrategia comunicacional y sobre todo debe responder al ¿qué comunicar, para qué comunicar, cómo, dónde y cuándo?

Por otro lado, también existe una falsa creencia que las redes sociales sólo fueron diseñadas para jóvenes y en consecuencia, en el ámbito de la política, sólo nos permite llegar al target jóvenes. Internet no es una cuestión “generacional” es una cuestión de adaptación. Si bien es cierto que las generaciones que han nacido en la era de las comunicaciones, conocidos como “nativos digitales” que poseen una mayor capacidad de adaptación a las nuevas tecnologías, esto no implica que las generaciones anteriores no puedan adaptarse a ellas.

En términos generales, puede afirmarse que los líderes políticos se ven influidos por estas transformaciones comunicacionales, sólo recordemos el caso de Obama en los Estados Unidos. Barack fue el primer candidato que logró transformar la campaña política por Internet en una verdadera herramienta de movilización y participación ciudadana.

Y fue a través de las estrategias comunicacionales adoptadas por Obama que todo el mundo ha puesto los ojos a las nuevas tecnologías y redes sociales para el desarrollo de sus campañas electorales. Estrategias que no son nada fáciles, ya que les exigen a los políticos y sobre todo a sus asesores el despliegue de nuevas estrategias de adaptación: una mayor rapidez y oportunidad en la administración de la información, la elaboración de mensajes crecientemente segmentados y el desarrollo de nuevas capacidades en la administración del diálogo público.

A partir de aquel éxito, se ha empezado a hablar de la “obamización” de las campañas. Realmente, es erróneo intentar llevar a cabo la misma campaña que Obama, porque el diseño de cada estrategia electoral es correlativo al contexto sociopolítico de cada país. En este sentido, pensemos que EE.UU. tiene incorporado, y a diferencia de Latinoamérica, la cultura del correo postal, la recaudación de fondos para financiar las campañas, la cultura del voluntariado y algo importante, la cultura del voto optativo, que en el mundo anglosajón es obligatorio.

Hoy en día nuestro país no puede dejar de pensar en la importancia y las ventajas que nos ofrece Internet, sobre todo para el desarrollo de la política 2.0 que está en su etapa de gestación, tal como sostiene José Fernández Ardaíz en “La política 2.0 no es sólo comunicación, es política”.

Finalmente, y en relación con las desventajas de Internet, éstas radican en no explotarlas debidamente. Hay que tener en cuenta que ser un político 2.0 implica no solamente el diseño de una estrategia comunicacional, sino también de la generación de participación, de intercambio, de un feedback permanente para con los ciudadanos y que va más allá de estar online.

Por eso, es necesario ser cuidadosos con el manejo de estas nuevas herramientas tecnológicas y tener en cuenta que el éxito de su utilización siempre será traducido en los resultados electorales, en la convocatoria y en la movilización de personas. De este modo, el verdadero éxito de la política 2.0 es un juego de palabras, una dialéctica de lo online-offline, que consiste en la suma de personas en nuestro proyecto político.