Gente del palo

El éxodo en la cartera agropecuaria desnuda casos de falta de idoneidad, crudas internas por espacios de poder y hasta gestiones incompatibles con la función pública. ¿Y la mesa de los argentinos?

Federico Aguer

[email protected]

Desde al ámbito productivo, muchas veces se escucha, con mucha razón, un reclamo insistente: los funcionarios de la cartera agropecuaria deberían ser productores agropecuarios. El argumento se sostiene con lógica ante un contexto de políticas oficiales que han hecho poco para favorecer al sector en general, y donde los responsables de este Ministerio y sus respectivas Secretarías prefirieron adoptar la obediencia debida por sobre la posibilidad de congraciarse con el ámbito productivo en general y puntualmente con la Mesa de Enlace, cara visible del arco primario de la producción.

Sin embargo, las feroces internas de funcionarios que se dirimen a diario dejan en un segundo plano este debate, postergando la solución de la problemática del sector. El caso de Campos Bilbao versus Pérsico ya trasciende los despachos de Paseo Colón.

El lunes pasado se conoció públicamente la renuncia del subsecretario de Agricultura, Marcelo Yasky. El funcionario había asumido en 2012 en plena gestión de Norberto Yauhar, y dejó su cargo envuelto en cuestionamientos por adulterar cifras en los informes sobre estimaciones agrícolas.

Esta semana renunció otro funcionario del Ministerio de Agricultura. Se trata de Luciano di Tella, que desde 2011 era subsecretario de Desarrollo de Economías Regionales.

Resulta que el hombre habría mantenido un doble papel, de funcionario y empresario. Según consigna La política on line, sus empresas familiares (las firmas lácteas Yatasto S.A. y La Suipachense) se habrían visto beneficiadas por su gestión en el área oficial.

Ambos casos obligan a dar una vuelta de tuerca al pedido de las bases: además de idoneidad para ejercer el cargo, se necesitan funcionarios probos, que pongan por delante el beneficio de todos los argentinos, y no los de su propia mesa.