editorial

  • La celebración cumplió con sus objetivos simbólicos: las dos autoridades políticas de los pueblos en conflicto en el Medio Oriente, rezaron junto con Su Santidad y el patriarca Bartolomé.

Oración por la paz en el Vaticano

Es probable que la reunión celebrada en los jardines del Vaticano entre el Papa Francisco y los líderes políticos de Israel y Palestina, Shimón Peres y Mahmoud Abbas, haya despertado más expectativas que lo aconsejable. Si esto sucedió, fue en primer lugar porque la información que se brindó fue deficiente o incompleta. El propio Francisco se encargó de aclarar en su momento a través de sus agentes de prensa, que él no se proponía ejercer el rol de mediador y que la reunión convocada tenía como objetivo exclusivo rezar por la paz y no constituir una mesa de negociaciones entre palestinos y judíos.

Como es de público conocimiento, la reunión se realizó como estaba prevista. A los referidos dirigentes políticos se les sumó el patriarca de la Iglesia ortodoxa, lo cual le otorgó a la reunión, además de su inevitable dimensión política, un tono ecuménico que a esta altura de los acontecimientos para el Papa es tan importante como lo es el logro de la paz.

Aclarado los alcances y límites de la reunión del pasado domingo, hay que decir que la celebración cumplió con sus objetivos simbólicos, es decir, las dos autoridades políticas de los pueblos en conflicto en el Medio Oriente, rezaron por la paz junto con Su Santidad y el patriarca Bartolomé. A nadie escapa que rezar por la paz no es lo mismo que alcanzar la paz, pero el testimonio no deja de ser significativo atendiendo a la investidura de los protagonistas y la calidad de los objetivos propuestos.

El tiempo dirá hasta dónde la iniciativa del Papa ha sido efectiva. Por lo pronto, las intenciones son claras, tanto como las dificultades. No es novedad que el reciente acuerdo de la OLP con Hamas ha endurecido el clima político de una región donde los contendientes se relacionan a diario con las armas en la mano. De Hamas se conoce su filiación terrorista y su objetivo programático de destruir a Israel. La OLP no piensa exactamente lo mismo en términos declarativos, pero un número importante de sus dirigentes comparte el propósito de Hamas. Por el otro lado, desde Israel también hay dificultades: los colonos continúan ocupando tierras que no les corresponden y Netanyahu ya ha declarado que el acuerdo de la OLP con Hamas aleja cualquier solución pacífica en lo inmediato.

Como se podrá apreciar, las dificultades son grandes. Francisco no lo ignora, como tampoco ignoraba que los líderes invitados -Peres y Abbas- no son los más representativos en la región. En el caso de Peres, el próximo mes concluye su mandato como presidente de Israel. Se trata de un político de inmenso prestigio pero de escaso poder político efectivo. Con respecto a Abbas, hay que decir que también está en el límite de su mandato y el tema guerra-paz no depende de su voluntad. Sin embargo, si algo distingue al Papa en su empecinada defensa de valores considerados trascendentes, es su gran paciencia y su habilidad para ir creando condiciones de diálogo que permitan debilitar los fuegos de la guerra en Medio Oriente o en cualquier otro lugar del mundo.

Si algo distingue al Papa, en su empecinada defensa de valores trascendentes, es su gran paciencia y su habilidad para ir creando condiciones de diálogo.