editorial

  • Manifestantes violentaron la construcción de cocheras subterráneas en un paseo cuyo uso público está garantizado. Desconocen el carácter democrático de la ordenanza votada por unanimidad en el Concejo Municipal.

Cuando el árbol tapa el bosque

La ciudad vive otra vez un debate de fondo -interesante-, con posiciones que han ganado la calle y que pueden provocar una adhesión fuerte, pero que -indudablemente- están fuera del sentido más elemental de la oportunidad.

La polémica sobre lo conveniente o inconveniente de la construcción de una cochera subterránea en el parque Alberdi, sobre su impacto ambiental, urbanístico y social, debió tener lugar hace por lo menos un año y medio.

Fue entonces cuando se dieron todos los pasos institucionales, administrativos y normativos, tanto en el Departamento Ejecutivo como en el Concejo Municipal, de modo transparente y de cara a toda la sociedad.

Fueron numerosos los artículos periodísticos que informaron sobre el tema, en éste y en todos los medios locales, escritos y audiovisuales. Se publicaron infografías, explicaciones oficiales y de los inversores privados y se expusieron razones en favor de avanzar con el proyecto.

Hoy, porque aquellos recaudos fueron tomados -y porque no se ha ocultado nada-, la pretensión de volver todo a foja cero en el parque Alberdi constituye un impulso antidemocrático. Irrumpir alegremente en medio del obrador, poner carpas y abrazar los árboles es -además de ilegal- una forma de autoritarismo.

Es antidemocrático proceder de modo fáctico contra una decisión institucional nacida de un análisis compartido y un debate con garantía de pluralidad dentro del órgano deliberativo de los santafesinos. Los ediles que votaron por unanimidad estas obras no son figuras políticas desgastadas, ni carentes de representatividad. Cada una de sus bancas fue ganada en elecciones limpias y con un alto nivel de participación. La mayoría se ha expresado.

La ordenanza 11.970 que aprobó el proyecto de construcción de un edificio de estacionamiento vehicular semi-soterrado se sancionó el 20 de diciembre de 2012.

¿De qué otra forma podría haber consultado a la ciudadanía el intendente de la ciudad? ¿es honesto alegar hoy ignorancia respecto del proyecto y sobre esa base violentar el obrador? ¿por qué los vecinos que no coinciden con el proyecto no fueron al Concejo a expresarse cuando el proyecto estaba en discusión? ¿quién pagará el costo de la paralización de las labores? ¿la ONG que propicia el acampe? ¿los vecinos, es decir la Municipalidad? ¿cómo se sentirán los trabajadores que quedaron de brazos cruzados?.

No es la primera vez que en Santa Fe se cuestionan obras ya en marcha, de manera inoportuna. Lo mismo ocurrió con las tipas de la avenida Alem. Hoy a esos árboles los sustituyeron otros, y los vecinos -como todos los que necesitan pasar por la ciudad- se beneficiaron con una vía de comunicación que ha sido a todas luces una solución para el tránsito creciente.

La actividad comercial del centro de la ciudad demanda más espacio para estacionar vehículos. El lugar elegido, cerca del futuro Centro de Especialidades Médicas Ambulatorias, el Cemafe, y junto a las oficinas del Correo, es un sitio adecuado para ese propósito comercial que irá soterrado. Y lo más importante: el uso público de ese paseo, en la superficie, está garantizado por la ordenanza democráticamente aprobada. Hay que tener cuidado de que el árbol no nos tape es bosque.

Los ediles que votaron por unanimidad estas obras no son figuras políticas desgastadas, ni carentes de representatividad. Cada una de sus bancas fue ganada en elecciones limpias. La mayoría se ha expresado.