Capítulo 17

El mundo da para todo

 

Enrique Cruz (h) (Enviado Especial a Porto Alegre)

Salimos con lluvia de Porto Alegre y algo de frío, llegamos con sol a San Pablo y acá estamos, de vuelta en casa, en Belo Horizonte, todavía con el cansancio a cuestas del “traqueteo” de anteayer y las dos noches durmiendo en un colchón tirado en el piso y con el serrucho del roncador al lado.

Si les digo que hace casi 20 días que estoy en Brasil y que no probé ni tengo la menor idea de lo que es la caipirinha, usted pensará —con buena dosis de razón— que soy un extraterrestre. Pero quiero aclararle que a Brasil y al Mundial, uno viene a trabajar... Ya sé, no me diga nada, ni yo me lo creo. Pero es cierto, no sé lo que es la caipirinha.

Y entre los más variados pedidos, aparece hoy en mi casilla de mail el mensaje de una de las directoras del Diario: “queremos que nos traigas todos los ingredientes de la caipirinha”. Hay algo que no entendí: ¿por qué ella involucra a alguien más?, ¿por qué dice “queremos” y no dice “quiero”?.

Pensando en que hay varias y varios que tranquilamente pueden estar inmersos en esa primera persona del plural, cumplo la orden y les cuento que la auténtica caipirinha se hace con un limón, dos cucharadas de azúcar, hielo y cachaca. Hay que cortar la parte central del limón, luego debe cortarse en pedazos pequeños, aplastarlo junto al azúcar, añadirle hielo y luego la cachaca. Por último, para decorarlo, hay que cortar un pedazo del limón y colocarlo en el borde del vaso. Un par de reflexiones. La primera, que no se crean que me falta dinero y hago de barman en los momentos libres. Y la segunda, que les repito que no he probado la caipirinha, porque algún mal pensado (o mal pensada) supondrá que acabo de dar a conocer la receta de lo que tomo todas las noches en cantidades industriales y no es así.

Ya sé lo que viene ahora: el “mangazo” para que lleve la cachaca desde acá. Me dijeron que se puede hacer con vodka. Pero estoy segurísimo que van a querer la cachaca de acá y voy a tener que llevar varias, porque no hay nada peor que una mujer insistente. Y si además de la directora, anda Romina (trabaja en la web) metida en ese pedido, peor de lo peor. Y que no me amenace con el hermanito (mide 1,90, pesa más de 100 kilos y levanta 150 de pesas), porque él ya me lo dijo una vez: “No me tengas miedo a mí, tenele miedo a ella...”.