El análisis de lo que dejó Argentina...

Cuando la alegría no tapa la incertidumbre

  • Llegamos a cuartos penando mucho con los suizos, más allá de la justicia del resultado. El equipo todavía no brinda una imagen convincente, aunque en esto importa ganar. Pero el camino hacia ese objetivo, tiene obstáculos.
 
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El toque perfecto

Palacio la robó, Messi encaró en velocidad ante los cuatro defensores suizos y Di María definió cambiándole el palo a los movimientos de un arquero que hasta allí parecía inexpugnable. El balón supera la estirada de Diego Benaglio y estalla un país en festejos. Sólo faltaban dos minutos para los penales...

 

Enrique Cruz (h)

(Enviado Especial a San Pablo)

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Hay una mezcla de algarabía lógica y preocupación también lógica. Es como que la victoria y el pase a cuartos no debería alejarnos de ese horizonte futbolero que por ahora aparece nuboso e impide la salida del sol. ¿Ganamos bien?, creo que sí, que lo merecimos por búsqueda incesante, por deseos de protagonismo y por ambiciones superiores que las del rival. Suiza no quiso lo mismo que Argentina. Suiza quiso los penales, no tengo dudas de eso. Y casi lo consigue. Igualmente, hicieron muchas cosas bien. Y es totalmente válido aquello de que el rival también juega y, como dijo el amigo Lechuga Alfaro, “todos los equipos son mortales”. Me saco el sombrero con el técnico de Suiza, que dijo antes del partido que le iba a demostrar al mundo de qué manera se lo debe marcar a Messi. Y de verdad que lo marcaron bien. Pero Messi, que como ya lo dije en otras ocasiones, está preparado física y mentalmente para que este sea su Mundial, no necesita entrar siempre en juego para armar una jugada que defina un partido. Y la vez que pudo encarar a los defensores rivales por detrás de la línea de volantes suizos, hizo lo que hizo: pase a Di María y gol de Argentina.

Rescato los dos segundos tiempos, el del partido y el del suplementario. Con una salvedad, el segundo tiempo del suplementario, fue gracias a Di María, poseedor de una actitud física realmente envidiable (ya lo demostró en La Paz, cuando jugamos aquél partido de Eliminatorias). Pero lo de los dos primero tiempos genera preocupación. Y en general, el equipo sigue sin aparecer, sigue sin llenar, sigue sin convencer.

El tema es saber cuál es el punto en el que uno puede sentirse satisfecho y con una mediana garantía. El equipo tiene que aparecer, tiene que fortalecerse atrás porque no se puede aspirar a mucho con defensores que, como Federico Fernández, muestren tantas inseguridades. A Federico Fernández, el Mundial le pesa. A Gago también, por más que pida siempre la pelota. Pero todos lateralizan y pocos son los que intentan algo vertical, ya sea con un pase o con una proyección. Lo hace Rojo, el mejor de los defensores y uno de los mejores del equipo; lo hace Messi también y lo intenta Di María, que ayer mostró toda su jerarquía en un partido en el que el técnico le dio libertades para cambiar de sector y no estacionarse siempre por izquierda. Ese fue un mérito de Sabella, porque no es lo mismo definir con el arco abierto para su pierna izquierda, entrando por derecha, que hacerlo ingresando por su sector natural, donde para cruzarla hay que pegarle muy bien con el empeine y generalmente puede terminar en el cuerpo del arquero si achica bien.

Volvamos un poco a los temas generales. No hay seguridad defensiva y no hay la tan mentada y potencial agresividad arriba. Quizás, los problemas sean individuales. En el caso de los de arriba, por ejemplo, ¿qué pasa con los “cuatro fantásticos”?. Anda muy bien Messi, apareció en su esplendor Di María pero Agüero se quedó afuera y cuando jugó no lo hizo bien, mientras que Higuaín sólo muestra estatismo, alguna torpeza en el control de la pelota y le está faltando esa cuota de suerte u oportunismo tan típica y necesaria para los goleadores. Pero además, lo de Higuaín se agrava porque no tiene esa química que tantas veces le vimos con Messi en las Eliminatorias. Siguiendo a Argentina, en muchos partidos el nivel de entendimiento del Pipita con Messi fue muy bueno, hasta mejor en algunos casos que con Agüero, pero ahora no. Y esto también le quita a Messi la posibilidad de tener laderos para construir sociedades tan necesarias para evitar que siempre tenga que sacarse dos o tres jugadores de encima para crearse él solo una circunstancia favorable.

Sabella puso a Lavezzi abierto por derecha en el comienzo y cambiando posiciones con Di María después. Explicó en la conferencia que su posición en la cancha no le es desconocida, porque lo hace en su equipo. No creo que Lavezzi tenga problemas para jugar como extremo, pero pienso que le falta ensayo para hacerlo arrancar desde atrás. Y así volvemos a lo de siempre: la soledad en la que se debate ese león llamado Javier Mascherano, que es el único jugador capaz de ponerle un freno de contención al rival. Esto incrementa las dudas sobre Gago, que es otro de los jugadores que no termina de afirmarse. Este Gago no tiene la capacidad y la claridad para manejar la pelota de otros tiempos, ni tampoco la intensidad requerida para colaborar con mayor eficacia en ese trabajo sucio pero necesario que deben hacer los volantes para que la pelota se pueda recuperar en una zona más lejana al área propia y más cercana a la ajena. Como pasó con Palacio en el gol de Di María, cuando quitó un balón en un lugar clave, se lo dio a Messi y allí arrancó con espacios que nunca antes había tenido en los 120 minutos de juego.

Es clave que Bélgica haya jugado alargue, porque así llegará en las mismas condiciones que Argentina desde lo físico. La salida de Rojo terminará complicando en parte, porque Basanta —que será el que jugará en su reemplazo— no tiene las características del ex Estudiantes a la hora de partir en la búsqueda de posiciones ofensivas. Después, no hay muchos misterios. Si hay un plan B para Gago, es algo que pasa hoy exclusivamente por la cabeza del entrenador. Como muchos también pensarán que debería salir Federico Fernández para que entre Demichelis, por ejemplo, y contar con un jugador que brinde más garantías de solvencia, tanto en la marca como en la salida.

Cuando la alegría no tapa la incertidumbre

Solos en San Pablo...

Di María y Messi son lo más destacado de la ofensiva nacional, donde el resto de los futbolistas por ahora no mostraron sus cualidades. Higuaín muy en baja, está errado con el arco; Agüero, hoy lesionado, tampoco aportó demasiado cuando jugó; Lavezzi y sus corridas fueron importantes ante Nigeria pero no tanto con Suiza; Palacio, poco y nada; y el gran ausente, para el funcionamiento de ese ataque, es Gago, de quien debe arrancar el fútbol para explotar en los pies de Messi.

Foto: EFE

Capítulo 22

El Mundial da para todo

Enrique Cruz (h) (Enviado Especial a San Pablo)

Acá estoy, afónico. O disfónico. Lo que sea, la cuestión es que casi no tengo voz, no puedo hablar (¡qué alivio me dicen por acá!) y no lo tengo cerca a mis amigos el Gato Wagner o Mario Sejas para que me den una mano. Bah, en todo caso algún remedio, porque con la mano no hago nada por más mágicas que sean las manos de un médico.

No quedé disfónico porque tomé frío, porque frío no hace. No quedé disfónico porque dormí destapado, pues hay que dormir destapado o con una sabanita, no da para más. Quedé así porque grité el gol de Di María con tantas ganas como pocas veces. Y admito que alambré como nunca, que se me pasaron mil cosas por la cabeza, que uno quiere que esto no se termine pronto, que ganemos el sábado y que lleguemos a semifinales. Ese debe ser el primer objetivo, llegar a semifinales. Y una vez ahí, que pase lo que Dios y Messi quieran. Pero llegar, no quedarnos en cuartos como viene ocurriendo últimamente. Y menos en octavos y ante Suiza. Hubiese sido defraudante, ¿no?

Messi tomó la pelota y se la abrió a Di María. Juro que no vi el momento que pateó, porque cuando pateó ya lo estaba gritando. Y cuando vi que la red se levantaba, ¡para qué!... De cada lado tenía dos colegas del interior, que seguramente habrán hecho el mismo esfuerzo que uno por estar, que me miraban asombrados. “Este tipo enloqueció”, habrán pensado... Sáquele el habrán; lo pensaron. ¡Claro que lo pensaron!. Fue un alarido estruendoso, con puteada incluida, obvio. Un desahogo. Pero no fui el único, lo aclaro. Ocurre que estaba tan desaforado que sólo advertí que había otros tan desaforados como yo. Recuerdo que me abracé con el de al lado, con el del otro lado y me di vuelta y le golpeé la palma de la mano a los que estaban arriba. Los tipos estaban verdaderamente admirados, pero no por el gol de Di María, sino por la locura de un periodista. Atinaron a poner la palma de la mano, pensando: “Vamos a compartir un poco la emoción con este tipo antes de que lo internen”. Y hasta creo que se atajaron, pensando: “Si este loco le erra con la palmada a la mano, me la pega en la cara”. Y otra cosa más, creo que uno era brasileño, pero se sumó por más que no le haya gustado mucho. “Compartamos la emoción de este energúmeno”, habrá pensado.

“¿Se me soltó la chaveta?”, le dije, apenas terminado el partido, a los dos muchachitos del costado. “¡No, está bien!”, me contestaron... Y se miraron entre ellos... ¡Ja!

A pasar ese límite recurrente

Argentina se clasificó ayer para los cuartos de final del Mundial Brasil 2014, una instancia que le resultó insuperable en los últimos 24 años y en la que se despidió en las dos ediciones pasadas: Alemania 2006 y 2010.

Bélgica, rival del próximo sábado a las 13 en el estadio Nacional de Brasilia, será el escollo que deberá sortear el equipo de Alejandro Sabella para volver a asegurarse la disputa de siete partidos en una Copa del Mundo, algo que no sucede desde Italia 1990.

En aquella ocasión, el equipo dirigido por Carlos Bilardo llegó hasta la final, luego de superar a Yugoslavia e Italia con tiros desde el punto penal en cuartos y semifinales, respectivamente.

Desde entonces, Argentina nunca pasó esa instancia, pues cayó con Holanda (2-1) en Francia 1998 y dos veces ante Alemania: por penales en el Mundial 2006 y 4-0 en Sudáfrica 2010.

Una instancia muy pareja

Los partidos de octavos de final del Mundial Alemania-Argelia, Argentina-Suiza y Bélgica-Estados Unidos tuvieron que extenderse hasta el tiempo suplementario para resolver sus ganadores. En tanto, en los choques Brasil-Chile y Costa Rica-Grecia fue necesario apelar inclusive a los tiros desde el punto penal para desempatar y conocer a los clasificados (Brasil y Costa Rica) a cuartos de final.

Los únicos equipos que ganaron en los noventa minutos en la fase de octavos fueron Colombia, que superó 2-0 a Uruguay, Holanda, que se impuso 2-1 a México, y Francia, que doblegó 2-0 a Nigeria.

Alemania empató 0-0 los noventa minutos con Argelia y recién en la prórroga pudo romper la paridad y superar al adversario por 2-1, aunque sobre el final del segundo tiempo suplementario sufrió más de la cuenta ante la embestida africana. Por su parte, Argentina, que igualó 0-0 con Suiza el tiempo regular, quebró a los europeos a tres minutos de los penales, gracias a un zurdazo cruzado de Angel Di María. Y Bélgica, el próximo oponente de Argentina, superó 2-1 a Estados Unidos, pero anotó sus goles en el primer tiempo suplementario, después del 0-0 en los noventa minutos.