La brutal amenaza de ISIS a los “satánicos”

Mey Dubin

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dpa

El juez kurdo Chaery Chider Husaen, es, a los ojos de los extremistas islamistas, un “adorador del diablo” y, por lo tanto, figura en la lista de los condenados a muerte.

Y es que este hombre de 45 años es yazidí. Desde que la agrupación yihadista Estado Islámico en Irak y Siria (ISIS) conquistó parte de Irak, las minorías religiosas en el país están seriamente amenazadas.

“Los combatientes del ISIS no hacen distinción. Ellos matan a todos: yazidíes, cristianos y hasta musulmanes”, explicó Husaen, en su oficina en el edificio de tribunales de la ciudad de Dohuk, en el kurdo norte de Irak, donde viven muchos yazidíes.

Esta comunidad religiosa no cree sólo en un dios, sino también en los ángeles, el sol, la naturaleza, la decisión propia y la bondad de las personas. Pero no cree en el infierno.

El “ángel pavo real” (Tausi Melek), muy venerado por los yazidíes, es, según los islamistas radicales el mal, Iblis, el diablo.

El juez ofrece bombones y agua. A diferencia de los musulmanes, no debe ayunar. “En la oficina puedo comer y beber”, explicó. En otro lugar no lo hace, por respeto a los que ayunan durante el Ramadán.

La mayoría de los alrededor de 800.000 yazidíes en todo el mundo viven en el norte de Irak. Amnistía Internacional informó que el ISIS secuestró a varios de ellos y los mantiene retenidos del otro lado de la frontera en Siria.

Existe un patrón claro según el cual el ISIS secuestra selectivamente a personas que pertenecen a una minoría religiosa, indicó la organización de defensa de los derechos humanos.

Muertes selectivas

Husaen estima que hubo 100 asesinatos de yazidíes en un plazo de unas pocas semanas. Está feliz de que el Ejército kurdo, los peshmerga, hayan tomado el control de bastiones de los yazidíes. Así, en principio, están protegidos contra ataques de los yihadistas.

“El gobierno kurdo no es un problema para nosotros, pese a que los kurdos son en su mayoría sunitas”, indicó Husaen. Bajo el gobierno de Saddam Hussein los yazidíes no podían ocupar altos cargos. “En cambio, aquí en Kurdistán se puede. Yo soy juez y juzgo a musulmanes, cristianos y yazidíes”.

Pero también los miembros de otras minorías deben temer por sus vidas.

De la histórica localidad asiria de Karakosh huyeron la semana pasada tras un ataque con morteros hasta 15.000 personas, que buscaron refugio en la ciudad kurda de Erbil.

Allí fueron recibidos y alojados en el barrio cristiano de Ankawa. Entretanto muchos retornaron a Karakosh, pese a que la situación aún es muy insegura.

Antes de 2003 vivían unos 1,2 millones de cristianos en Irak, dijo recientemente el patriarca iraquí Louis Rafael I. Sako a la organización católica Ayuda a la Iglesia Necesitada.

Ahora se estima que son como máximo unos 500.000. “Perdemos nuestra comunidad”, se quejó. “Si la vida cristiana deja de existir en Irak, nuestra historia se interrumpirá, nuestra identidad está amenazada”, añadió. Posiblemente, el futuro de los cristianos iraquíes está en Kurdistán.