Una mirada esperanzadora sobre el antiguo leprosario

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El Hospital Protomédico Manuel Rodríguez está ubicado a la vera de la ruta provincial Nº 5, en la zona rural de Recreo.

El leprosario que funcionaba en Recreo -el actual Hospital Protomédico Manuel Rodríguez- fue más que el lugar en el que vivieron, trabajaron o visitaron pacientes, profesionales, enfermeros y/o familiares entre fines de 1930 y mediados de 1980. Una investigación encarada por Susana Persello de Marconetti -recientemente premiada- destaca este aspecto y la obra de Padel para brindar asistencia y contención a quienes padecían lepra.

TEXTOS. MARIANA RIVERA. FOTOS. GENTILEZA SUSANA PERSELLO DE MARCONETTI, flavio raina Y ARCHIVO EL LITORAL.

 

Una relación personal con el Hospital Protomédico Manuel Rodríguez -emplazado a la vera de la ruta provincial Nº 5, en la zona rural de la localidad de Recreo- impulsó a la escritora santafesina Susana Persello de Marconetti a indagar sobre su historia.

Pero no era cualquier historia, ya que se trataba de un antiguo leprosario, aquel lugar eregido por las señoras del Patronato del Enfermo de Lepra (Padel) para brindar la atención, el tratamiento y la contención a aquellas personas que padecían la enfermedad de Hansen allá por la década de 1930, que no recibían por parte del Estado.

Se desconocía el derecho a la salud para estos enfermos, cuestión que posteriormente fue revertida gracias a la denominada Ley Aberástury, de profilaxis de la lepra, promulgada en 1926. Básicamente, reemplazó la internación y el aislamiento obligatorio de los enfermos por el tratamiento ambulatorio obligatorio, a cargo del Estado. De esta manera, no sólo promovió la curación de estos pacientes con evidencias científicas modernas sino que también defendió la integridad familiar de los enfermos.

Debía indagar -además- sobre una antigua enfermedad estigmatizada desde los textos bíblicos e instalada así en la historia durante siglos, que en algunos pocos despertaba solidaridad y altruismo hacia esos enfermos y, en la gran mayoría, discriminación y rechazo.

Y aquello que comenzó con una investigación por parte de esta vecina de Recreo -basada en testimonios y búsqueda bibliográfica- terminó en un trabajo titulado “Hospital de Tránsito Protomédico Manuel Rodríguez: cuando el lugar trasciende al espacio” que mereció un premio: el Leoncio Gianello, que otorga la Junta Provincial de Estudios Históricos. Lo recibió el 11 de junio pasado en la Casa de los Aldao, Monseñor Zazpe 2861, sede de la Junta, en ocasión de la inauguración de la primera sala de muestras de su museo y para recordar el 79º aniversario de la institución.

Susana Persello de Marconetti dialogó con Nosotros sobre su obra -próxima a publicarse, en eso consistía el premio- y destacó cómo ella misma fue dejando atrás viejas ideas o preconceptos respecto al lugar, la enfermedad y los pacientes para darse cuenta de que el Protomédico -como se conoce a este centro de salud, hoy polivalente y de gran importancia en la región- “fue más que un espacio compartido y generador de espacios subjetivos”, tal como se lo planteó en la hipótesis del trabajo.

“El trabajo pretendió rescatar la historia del hospital Protomédico Manuel Rodríguez, que se gesta en el proyecto de Padel desde 1936, hasta la década del ‘80 cuando ya la lepra pasó a ser una enfermedad más, y se derriban los mitos en torno a ella”, explica la autora en la introducción.

Y agrega: “Se trata entonces de recuperar la palabra silenciada, poner en diálogo a los actores sociales, que han vivido para y por los enfermos del mal de Hansen, que transitando los senderos de la vida se encontraron en algún momento, por poco o mucho tiempo, para asistirlos desde el Protomédico: médicos, benefactores, sacerdotes, religiosas, empleados, vecinos. Esas voces convocadas, también la de los enfermos, directa o indirectamente dirán lo suyo”.

INQUIETUD PERSONAL

- ¿Cómo surge la idea de escribir la historia del Protomédico?

- Vivo cerca del hospital y toda la vida pasé frente a él. Cuando era estudiante había mucho miedo, por ignorancia. Y siempre tenía una inquietud sobre cuántas historias habría ahí adentro. Hablando con gente que conozco que ha vivido o trabajado ahí algo me contaba. Con esa chispita que me dieron fui sumando historias, donde algo sabían, habían vivido, decían; todo era muy interesante, todo merecía recogerse o rescatarse. Entonces, me decidí a escribir porque, además no hay nada publicado sobre el tema. Fui a la Municipalidad de Recreo y al Ministerio de Salud y no encontré nada sobre el leprosario de la región, como fue en una época. Por eso me propuse escribir algo y así surge la idea de hacer un libro.

- ¿Cómo planteás el tema de los prejuicios que tenía (o tiene todavía, en algunos) esta enfermedad en la sociedad y, en particular, el leprosario para la zona?

- A pesar de que hoy suena terrible que haya hecho un libro sobre el hospital leprosario, es un libro esperanzador por la luz que tiene la gente que da los testimonios (hablan de un lugar donde se sintieron bien, confortados) y porque fue una época tan dura, cruel para con esa enfermedad que, sin embargo, hoy estamos hablando de eso como algo superado, al igual que desde el punto de vista social. Incluso, la Medicina avanzó muchísimo. Entonces, podemos pensar que si hay otras situaciones ahora así, tan fuertes y tremendas que estamos viendo, también se puede salir otra vez, porque hay más investigación y herramientas para hacerlo. Quizás sea más fácil superar la parte científica que la parte social porque cuando se instala un prejuicio, la discriminación por algo o hacia alguien es muy difícil revertir esa situación.

- La investigación, entonces, se basa en los testimonios que pudiste recoger.

- En la gente con la que he hablado (enfermeros, jefe de administración y de mantenimiento, sacerdotes, religiosas, y fundamentalmente la gente de Padel, señoras que logran que ese hospital se instale allí) encontraba una cosa: abordar el lugar, la temática, la enfermedad en sí. Pensaba que me iba a encontrar en un mundo de horror, de temores, o bien con gente resentida, con un dejo de amargura con respecto a eso. Pero, por el contrario, no fue así: con quien he hablado tiene de esa época una hermosa opinión del lugar, como el sitio donde mejor lo han pasado, desde médicos hasta los propios enfermos con los que hablé. Con las señoras de Padel pasó lo mismo, con algunas más que con otras, por el hecho de ir a y estar en contacto con esa situación. En todos se repetía esta misma frase: “Yo recibía más de lo que daba”. El hecho de estar haciendo esa obra, que obviamente poca gente podía hacer, generaba algo extraño, una sensación de satisfacción de vida. También hablé con sacerdotes que fueron capellanes, al igual que con las hermanas Siervas del Espíritu Santo que estuvieron siempre: era dar y dar, y dar. Esto es parte del contenido de este libro: son historias hechas en base a entrevistas o testimonios de gente que fue testigo de esto.

ACTITUD POSITIVA ANTE LA VIDA

- ¿Cuál es tu lectura de estos testimonios?

- Lo que encontré como hilo conductor en todos los testimonios es que la gente lo ha vivido como una experiencia agradable y buena para sus vidas. En el momento en que los entrevisto (eran señoras grandes y enfermos, también muy mayores) hablan yéndose para adentro y dicen que fueron -hasta se puede decir- felices. Por eso título al libro “Hospital Protomédico Manuel Rodríguez: cuando el lugar trasciende al espacio”. Ese lugar no es sólo un espacio físico sino un lugar que se ha subjetivado, se ha convertido en un lugar interior desde el cual ellos hablan. Ese lugar es común, donde se encuentran: todos hablan de las mismas cosas, de la misma gente, se acuerdan de anécdotas o situaciones parecidas. Cuentan lo mismo pero el recuerdo de cada uno es personal, subjetivo y muy particular. Pero, por supuesto, es el derecho de la palabra que tiene cada uno, de decir lo que recuerda y cómo lo recuerda. Eso no se pone en duda ni cuestiona. A lo mejor, alguien que lea el libro y también fue testigo de esa época puede decir que eso no era así; puede ser que haya otra versión. Pero la voz de cada uno está tal cual lo ha recordado. Mantuve fielmente lo que me contaron. Incluso, cada uno ha leído previamente lo que me había dicho y está totalmente aprobado. Por eso, quiero reconocer, tal como lo hago en el libro, a los que se prestaron a dar testimonio. Es fácil o no es traumático para el que no ha estado enfermo y yo lo valoro muchísimo. He hablado con tres ex enfermos quienes me pidieron que publicara sus testimonios con nombre y apellido. Esto lo destaco y valoro porque es una actitud ante la vida positiva. Una reflexión que merece hacerse (y está hecha en el libro) es que, si bien en aquella oportunidad estaba la lepra y la sociedad discriminaba, y la gente se resistía a ciertas cosas, hoy estamos viviendo algo similar con otras enfermedades sociales. Entonces, habría que reflexionar para ver cómo estamos respondiendo como sociedad a esta situación y cómo lo hace el Estado para que se cumplan los derechos a la salud, al bienestar de las personas.

TRABAJO PREMIADO

- ¿Cómo decidiste presentar tu trabajo en este concurso?

- Siempre estuvo la idea de hacer un libro. Vengo de las letras, escribo libremente novelas, cuentos. Tenía todo este trabajo hecho pero no llegaba a ser una investigación, a cumplir con los requisitos que ésta exige. Era algo que hacía de motu proprio. Pensaba publicarlo así, como había salido, como había surgido la primera idea. Cuando me entero del Premio Leoncio Gianello (Ver Premio homenaje) pensé que podría encuadrarse dentro de lo que se solicitaba en las bases. Pero había que someterlo al rigor de la escritura científica, al protocolo de un trabajo de investigación. Entonces, decido hacerlo y significó rearmar todo para ir cumpliendo con los requisitos para que fuera aceptado. Me tomé el trabajo, tenía tiempo, traté de hacer lo mejor que pude. Significó más consulta bibliográfica, incorporar datos históricos, geográficos, científicos; fue un trabajo bastante intenso al que estaba acostumbrada a hacer pero desde otro lugar. Volví a escribir el libro, lo volví a armar con los requisitos necesarios y, afortunadamente, fue considerado como el merecedor del Premio Leoncio Gianello en investigación sobre un tema que no hubiera investigado. El premio es la edición del libro, gracias a la iniciativa de Clotilde Gianello, que instituyó el premio en homenaje a su padre. Está en imprenta y no ha de faltar mucho tiempo para tenerlo.

- Además de la bibliografía consultada, ¿qué complementa la investigación?

- El libro tendrá ilustraciones y fotos de la época. El archivo mayor lo tiene Padel, que muy generosamente me brindó para poder hacerlo. Para estas señoras también es una alegría que este trabajo se publique porque, si no fuera por ellas, este hospital no se hubiese podido hacer. Empezaron a trabajar en 1936, cuando se formaron como patronato, tal como existía uno desde ese mismo año en Buenos Aires por la gran epidemia de lepra que había. Los leprosos deambulaban por las calles porque nadie los contenía, no había lugares ni tampoco tratamientos. El que era leproso era echado de su casa o se iba por propia voluntad para no contagiar a la familia. Vivía deambulando o se ubicaba en los suburbios de las ciudades y los pueblos, y moría solo.

- ¿Qué otros datos relevantes planteás en el libro?

- Por la década del ‘80, la lepra ya no era un problema serio de salud porque se había empezado a tratar en forma ambulatoria y, alrededor de 1984, el Protomédico pasa a ser un efector de salud polivalente, ya que no tenía sentido que sólo fuera para leprosos. Ésa es la etapa en la que el libro hace hincapié. Hay testimonios posteriores porque hay gente que ha quedado trabajando allí y que todavía siguen yendo a ver enfermos ambulatorios, porque todavía hay lepra. Hay un tratamiento que es muy simple y sencillo.

En el pasado, la lepra era un problema porque no se detectaba a tiempo, advirtiendo una zona insensible en la piel. Si era tratado no llegaba a ser lo que llegó a ser. Asociado a esto, se daba en pacientes generalmente de baja condición social, marginados, con falta de acceso a la higiene, con problemas alimentarios u otros problemas de salud, es decir, con mucha vulnerabilidad. O afectaba a personas que vivían en el campo y nunca venían al médico, y cuando llegaban ya era tarde. Todo eso (que cuento en forma general) está relatado por los propios pacientes.

ENTREVISTA

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En 1961, el hospital de Recreo festejaba sus bodas de plata con un acto alusivo.

Premio homenaje

La Junta Provincial de Estudios Históricos de Santa Fe convoca anualmente a su premio “Leoncio Gianello” a la mejor obra inédita dedicada a un tema de historia de Santa Fe. La Sra. Clotilde Gianello promueve este premio y este año fue especial porque se recordó el 20º aniversario del fallecimiento de Leoncio Gianello. Se evalúa la mejor producción inédita, consistente en trabajos de investigación o de interpretación original que signifiquen un aporte valioso para el conocimiento de la historia provincial.

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Anécdotas varias

De paciente a enfermero. “Otra cosa interesante es que no se conseguía personal en el Protomédico, por ejemplo, de enfermería. No había quién quisiera estar ahí, en contacto con los pacientes. Los enfermeros no se conseguían o sólo iban un tiempo y después dejaban. Entrevisté a un enfermero, por ejemplo (pero sé que hay más casos) de enfermos que no estaban tan mal, que quedaban ahí para hacerse el tratamiento, pero que empezaban a aprender a ayudar a los médicos o al poco personal que había. Uno de ellos está entre los testimonios (que se curó): terminó siendo y nombrado enfermero del hospital”.

De la beneficencia al derecho a la salud. “El Estado no terminaba de asumir la lepra. En 1926, el Dr. Luis María Baliña en Buenos Aires luchaba pidiendo por una ley, que luego fue la Aberástury Nº 11.359 (de profilaxis de la lepra) y obligaba a la atención de los enfermos, a considerarlos pacientes. Pero ¿adónde los iban a poner si no tenían instituciones que los atendieran ni los profesionales suficientes? Entonces, a partir de esta ley se lucha por el perfeccionamiento del profesional que los va a atender y por buscar un lugar adonde hacerlo. Hasta 1936, en que se organiza, todo se brindaba por beneficencia, por altruismo; era la sociedad la que atendía al enfermo y había ausencia del Estado. Cuando se empiezan a instalar estos hospitales para leprosos, la atención de estos pacientes pasa de ser un acto de beneficencia, de altruismo, a un derecho a la salud para los enfermos, se los reconoce como tales. Con la confluencia de las dos asistencias, desde la sociedad y desde el Estado, se encausa y ordena este tema de la atención al enfermo que estaba muy disgregado”.

Consecuencias buenas y malas. “Cuando Padel compra esas hectáreas en Recreo y se sabe que va a haber un hospital para leprosos, los campos linderos perdieron valor y hubo gente que se fue a comprar terrenos a otro lado y vendió a bajo precio el suyo. El hospital se construye en 1945, así que unos años antes debe haber sucedido esto. El predio es grande (son hectáreas y hectáreas) y ahí hay casas que después fueron para los enfermos (incluso, algunos que podían trabajaban en la granja, con los animales, en el jardín, jugaban a la pelota entre ellos), donde siempre vivió gente que hacía el mantenimiento del lugar, que era necesario. Esa gente, entonces, ha vivido ahí, ha tenido a sus hijos. Han estado viviendo y compartiendo en ese lugar, y viendo a los enfermos pero nunca tuvieron rechazo hacia ellos, al contrario. Entonces, así como hubo gente que se fue por ese motivo hubo otra a la que no le importó esa situación y se fue a vivir allí. Hay testimonios de vecinos, que viven desde ahí en esa época. Para ellos, fue algo que movilizó a la zona en todo sentido, le dio vida, y fue así realmente. Después de que se instala el hospital tuvieron luz eléctrica, asfalto, trabajo para gente que necesitaba, que no le importaba trabajar en un hospital para leprosos”.

ENTREVISTA

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La autora del libro premiado.

Padel y su obra social y humana

El propósito del trabajo encarado por la escritora Susana Persello de Marconetti -que recibió el Premio Leoncio Gianello que otorga la Junta Provincial de Estudios Históricos- es rescatar la historia del hospital Protomédico Manuel Rodríguez, que se gesta en el proyecto del Patronato del Enfermo de Lepra (Padel) desde 1936, cuando la lepra estaba en plena epidemia en Argentina, hasta la década del ‘80, cuando esta patología pasó a ser una enfermedad más y se derriban los mitos en torno a ella.

“El hospital Protomédico Manuel Rodríguez y Padel, instituciones íntimamente ligadas, han desarrollado una obra de profunda significación social y humana, que merece la construcción de su memoria y ocupar un lugar relevante en la historiografía santafesina. Luego de años de esfuerzo y campañas de beneficencia con el apoyo de la comunidad santafesina, Padel logró habilitar un hospital-hogar de tránsito el 24 de mayo de 1945, en un predio de 22 hectáreas. El edificio emplazado a la vera de la ruta provincial Nº 5, en la zona rural de Recreo, cumpliendo con el requisito de que estuviera a cierta distancia de una población, fue inaugurado con dos pabellones que reunían las condiciones básicas para atender dignamente a los hansenianos, darles refugio y asistencia sanitaria. Muchos de ellos eran recogidos de las calles donde deambulaban, porque se iban de sus casas voluntariamente para no contagiar o porque la propia familia los rechazaba”, explica la autora.

Y agrega: “En 1945 ya fue un médico y al poquito tiempo hubo un concurso público para cubrir el cargo de director del hospital, ya que se establece un convenio con el Ministerio de Salud de la provincia. Lo ganó el Dr. Juan Luis Barletta, que estuvo muchísimo tiempo; lo siguió el Dr. Cerafino, a cargo también durante años en la institución. Las gestiones de esos dos primeros directores permitieron elevar el nivel tanto en la atención de la enfermedad como en la constante búsqueda de remedios y tratamientos para estos pacientes. Siempre estaban investigando con la ayuda, por supuesto, de Padel, que traía especialistas que daban cursos o ayudaba a los profesionales a tomarlos en otros lugares. Siempre hubo algún tratamiento, pero siempre fueron cambiándolo para mejor”.

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ENTREVISTA

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La Junta Provincial de Estudios Históricos otorgó el Premio Leoncio Gianello a la investigación realizada por la escritora Susana Persello de Marconetti.

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Desde su creación, Padel realiza obras de beneficencia -como la tradicional colecta- para la atención de los pacientes del Protomédico de Recreo.

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El hospital cuenta con la capilla San Lázaro.

El Protomédico fue más que un espacio compartido y generador de espacios subjetivos, tal como lo planteó la autora en la hipótesis de su trabajo.