al margen de la crónica

Don Miguel tendrá que esperar

Miguel de Cervantes tendrá que esperar a después de septiembre para saber si el grupo de expertos que hace meses emprendió la búsqueda de sus restos puede seguir con los trabajos en el convento de las Trinitarias de Madrid, cuyas moradoras aún no se han reunido para dar el visto bueno o rechazar las excavaciones.

Las vacaciones del verano se ha interpuesto en el trabajo de los historiadores y forenses, que están a la espera de que el Arzobispado de Madrid dé permiso para trabajar en la iglesia donde se cree que reposa el padre de El Quijote y, sobre todo, de que las trece monjas de clausura que viven en el convento den su visto bueno.

Las habitantes del convento de clausura se mostraron en junio “muy receptivas” a los trabajos, una vez que las primeras labores para encontrar a Cervantes no alteraron su día a día ni provocaron daños en el templo, según explicó el georradarista Luis Avial.

Avial y otros de los investigadores se reunieron con las monjas para explicarles su proyecto -hasta con una presentación en Power Point-, y ellas agradecieron el “rigor” de los trabajos.

De ahí que la disposición de las monjas sea, aparentemente, favorable a las investigaciones, pero están a la espera de que el Arzobispado dé su visto bueno y, cuando lo tenga, las trece se reunirán para consensuar el “sí” o el “no”.

Las labores de búsqueda con el georradar concluyeron en primavera; el siguiente paso es excavar, y el primer sitio de cinco posibles, será la cripta en la que hay unos 30 nichos, un lugar donde se podría trabajar sin demasiado intrusismo -es de fácil acceso y gran tamaño- y donde, además, sería “lógico” que estén los restos del autor de El Quijote si en alguna de las modificaciones de la iglesia se trasladaron de lugar.

Y si allí no se encontrara Cervantes, habría que repetir los pasos: volver a pedir autorización para la siguiente fase, “dos intervenciones quirúrgicas muy limitadas” para no dañar el templo.