Entrevista al novelista Pablo Forcinito

Por una nueva novela orillera

3_PABLO_FORCINITOFOTO_MATIAS_BUENAVENTURA.JPG

Pablo Forcinito. Foto: Matías Buenaventura

 

Por Augusto Munaro

La flamante editorial Metalúcida acaba de presentar En tu mundo raro y por ti aprendí, primera novela del joven narrador argentino Pablo Forcinito, ambientada en el conurbano bonaerense. Desde su primera página, el lenguaje expulsa al relato del espacio de la obscenidad ramplona y del morbo para darle otro sentido. La soltura con que el autor se desplaza tiene que ver con una concepción estética y una madurez técnica, en apariencia poco exploradas en la actual narrativa rioplatense. En una buena ficción, sólida, “orillera”, la confianza en lo narrado no es un alarde, sino un arco de inspiración que llega al lector y no lo abandona. Una nueva concepción de cómo la literatura de calidad puede sostenerse inteligentemente con una cantidad imprescindible de ironía y una notable aptitud por la narración anecdótica.

—En tu mundo... es la historia de un criminal, un psicópata, ¿cómo nació la idea?, ¿qué te motivó a querer escribirla?

—Durante algunos años me dediqué a escribir cuentos de terror, fantásticos, ambientados en un conurbano ficcional y bonaerense. Todos se caracterizaban por la presencia de un acontecimiento sobrenatural, a partir del cual articulaban las historias. Tales relatos conforman un libro que por el momento permanece inédito. El “desafío” que me propuse -y que me motivó- fue, ahora, escribir una novela que funcionase en ese mismo conurbano, pero evitar elementos sobrenaturales que marcaran quiebres en la trama. Esa fue mi premisa de base, y enseguida -sin duda influenciado por el policial negro, género del cual soy lector- surgió la figura de Paraná, el psicópata que vos mencionás.

—Recreás de una manera muy precisa un ambiente de “drogones y de trolas, de tufo a frituras y caucho quemado”. ¿Cuál es tu relación con el conurbano bonaerense?, ¿qué aspectos de éste encontraste imprescindibles a la hora de escribir la novela?

—Nací y me crié en la zona sur del conurbano. Allí pasé mis noches y mis días. Mis noches, especialmente, ya entrada la década de 1990. Quien escribe expande su espacio vital, y desde su subjetividad lo resignifica. En tu mundo raro y por ti aprendí es una novela que se desarrolla en un orden cultural y topográfico muy preciso. Es, ontológicamente, una ficción que necesita de calles de tierra, de basurales, de casas con paredes que nunca fueron revocadas. Necesita de cumbia y de bailantas. De sujetos conviviendo con sus tan particulares tensiones de clase. Desde ese estado de cosas que es el conurbano bonaerense, también surge un tipo de lenguaje que le pertenece no sólo a los personajes que protagonizan la novela sino también al narrador.

—Más allá del argumento del libro, la historia denota otros niveles de lectura. Por ejemplo las referencias a los basurales de Lavernia, ciertos galpones del descampado, campos chatarreros que aluden a la pobreza y la inseguridad. También la prostitución, los travestis... ¿Hubo algún propósito de denuncia social detrás de ello?

—De denuncia social, ningún propósito. No me interesa escribir desde ese lugar. Quizá no me quede otra que pensar el conurbano a modo de trauma. Una especie de herida sociocultural a la que, aparentemente, no nos queda otra que resignarnos. Quiero decir, desde que tengo uso de razón, el conurbano arrastra las consecuencias del subdesarrollo: infraestructuras colapsadas y decadentes, hacinamiento poblacional, instituciones corruptas. En fin: podría seguir largamente con esta lista de “resignaciones” que tan a la vista de todo aquel que quiera ver están.

—Se advierte una oralidad muy presente a través de toda la novela y que se potencia particularmente en la intensidad de los diálogos. ¿Cómo trabajaste el habla de los personajes?

—Entiendo que esa oralidad también forma parte de una ficción. No busqué dejar un compendio testimonial sobre qué palabras puede llegar o no a utilizar una franja etaria y social en particular. Hay términos del habla popular que me parecen precisos, y no me fijo demasiado a qué década están sujetos. Incluso, hasta el mismo narrador -omnisciente, en este caso- integra el léxico de los personajes, ya que comparte espacio vital con ellos, y como ellos, también es un ser social.

—El libro está compuesto por capítulos de diferente extensión, por lo general, breves. ¿La concisión responde únicamente al motor de suspenso y velocidad de la narración?

—Los dos factores que señalás los tuve muy presentes: me interesa ese vértigo que intranquiliza al lector y que lo lleva hacia adelante. Y este sentido también sumaría otro dato: la búsqueda de una escritura que tenga que ver con lo fragmentario, con la constante elipsis.

—Paraná, si bien moralmente rechazable, guarda un aspecto extrañamente humano. ¿Te resultó dificultoso hacer creíble al protagonista?

—Me interesó mantener ese contrapunto del que hablás para, a partir del personaje, lograr empatía con el lector. Paraná se fue definiendo con la marcha y no me generó dificultades su construcción. Hasta me atrevo a decir que es un tipo al que ya conocía desde antes de inventarlo.