CUANDO LA VOCACIÓN NO TIENE LÍMITES DE EDAD

“Terminé enamorándome de mi payaso”

A los 76 años Susana Campoli, militante peronista y ex concejala, hizo el curso de payamédico. Hoy, realiza las “payantías” y “regala” sonrisas en el ámbito hospitalario. “Cualquiera lo puede hacer desde la mirada del servicio”, asegura.

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“A mí, me sostiene la fe”, asegura Susana. Fue su firme creencia en Dios la que le permitió -dice- superar las tribulaciones que le impuso la vida.

Foto: Guillermo Di Salvatore

 

Juan Ignacio Novak

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Verborrágica. Enérgica. Apasionada. Vital. Lúcida. A los 76 años, Susana Campoli siente y asume los nuevos desafíos con el mismo impulso de alguien de 20. Militante justicialista de toda la vida (“Mi papá era un personaje muy reconocido en Santa Fe, por unionista y por peronista”, recuerda) y ex concejala -fue electa en 1995 y 2003-, en estos días, lejos de quedarse en su casa a ver pasar la vida desde un cómodo reposo otoñal, está realizando las “payantías” (pasantías) para poder convertirse “oficialmente” en parte del grupo que, en la ciudad de Santa Fe, representa la labor de la reconocida ONG Payamédicos (ver El Dato).

Así, con una nariz de payaso y una peluca de rabioso rosa flúor, se convierte en la “doctora Chuchi” y regala solidariamente sus sonrisas en el Hospital de Niños Orlando Alassia, una tarea que “me sirvió a mi mente a mi salud, a mi físico y llegar donde jamás hubiera creído que iba a llegar”, dice.

Una marcada vocación de servicio y una película que vio hace un par de años, fueron las claves para que se despierte en Susana la vocación de “payamédica”. Fue “Patch Adams” protagonizada por el recientemente fallecido Robin Williams. “Una noche que andaba medio decaída, como entrando en depresión, en que yo me extrañaba de mí, veo a Robin Williams en la película ‘Patch Adams’ (ver La clave). Y dije: ahí está. La volví a poner y pensé: ¡qué maravilloso! Poder entrar al medio hospitalario, poder rescatar lo que sirve de la persona. Acompañar al familiar con respeto, acompañar al enfermo. Esa noche vi la película tres veces. Y cada vez me llenaba más el corazón. Entonces empecé a averiguar, pude saber que a los pocos meses iba a comenzar el curso”, cuenta.

El camino, como todos los que se emprenden a edad avanzada con destino en puertos extraños, estuvo lleno de rosas pero también de espinas. Como suele ser la vida. “En un momento sentí que me resultaba más fácil abandonar. Pero seguí y fue maravilloso, cada vez me fue atrapando más”, sostiene sin poder ocultar el entusiasmo. Y hoy siente que traspasar las barreras valió y vale la pena. “Cualquiera lo puede hacer desde la mirada del servicio. Lo que tenés que encontrar en la vida es la forma de servir al prójimo. ¿Cuánta gente se vuelve depresiva, no encuentra qué hacer y tiene tiempo para servir al prójimo? El servicio es lo maravilloso. Nos acercamos al paciente y al familiar del paciente, que a veces está mucho tiempo en el hospital. Terminé enamorándome de mi payaso”, remarca.

Recuerdos

Mientras comparte sus recientes vivencias en su rol de “payamédica”, Susana Cámpoli no deja de echar mano al recuerdo de los muchos momentos que forjaron su militancia política a través de un trabajo de años de caminar las calles de Santa Fe e intercambiar ideas con la gente. Así, parte de su relato remite a su militancia en los oscuros años ‘70, su mano a mano con dirigentes políticos y su decisión de tratar de brindar algunos medios para poder mejorar la vida del prójimo.

Durante los años que ocupó una banca en el Concejo Municipal, entre 1995 y 2003, como muchos recordarán, le imprimió a su gestión una impronta particular, y una de sus banderas fue el trabajo arduo para bajar los accidentes de tránsito. “Con mi grupo de trabajo, logramos hacer el Consejo Asesor en Política Integral de Tránsito. Tratábamos de que todas las personas e instituciones que están dando vueltas solas, se concentren en el recinto del Concejo. Hicimos campañas en la calle. Fue un trabajo al que le sigo dedicando”, recuerda.

Otra de las “obsesiones” que guiaron su gestión fue el de generar mejores condiciones en los barrios. “Pude trabajar mucho en el Concejo. Me quedaron algunas cosas, lo que a veces es una carga para mí. En las dos gestiones insistí y me acompañó un compañero, ‘el Gato’ Carlos Cardozo, pero mis compañeros y lo de la oposición me decían que era muy ambicioso. La idea era entubar todos los zanjones a cielo abierto, desde el Mercado de Abasto, hasta Varadero Sarsotti. Es que esto tiene que ver con la dignidad, la seguridad y la salud del vecino”, evoca.

Pese a todo, y con una larga vida a cuestas, Susana asegura con vehemencia que no tiene miedo ni a la enfermedad ni a la calle. “Y nunca me pasa nada. Eso es por mi fe”, sintetiza.

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“Yo tengo 76 años pero siempre encuentro algo que hacer o alguien a quien servir”, asegura Campoli (en el centro, a la izquierda). Y hoy esa vocación la llevó a trabajar con los payamédicos. Foto: Facebook Susana Campoli

El dato

Misión

Payamédicos Asociación Civil -según consta en el sitio oficial- es una ONG sin fines de lucro fundada en el 2002 por el Dr José Pellucchi. Su misión es contribuir a la salud emocional del paciente hospitalizado. Los Payamédicos realizan intervenciones escénico-terapéuticas con un abordaje a través de la técnica del payaso teatral adaptándola al ámbito hospitalario con una ética, estética y de ontología propia.

La clave

Película

“Patch Adams” (1998) es una famosa película norteamericana dirigida por Tom Shadyac y protagonizada por Robin Williams, Monica Potter, Philip Seymour Hoffman, Bob Gunton y Peter Coyote. Está basada en la historia real del médico Patch Adams, quien revolucionó a la comunidad médica oficial aplicando singulares terapias consistentes en hacer reír y proporcionar afecto a los pacientes enfermos de cáncer.

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