Caso empresario en Fighiera

Humus líquido: la evolución de la lumbricultura tradicional

Gustavo Calamari y dos socios se sumaron al boom de la actividad 15 años atrás. A diferencia de la mayoría, sobrevivieron gracias a la aplicación de investigación y desarrollo para adaptar el producto final a las necesidades del mercado.

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A campo. El empresario difundió las propiedades del producto durante una jornada del INTA en Monte Vera.

Foto: archivo

 

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Pocos emprendedores sobrevivieron al boom de la lumbricultura que estalló una década y media atrás. Entonces florecieron los cursos de producción, la venta de núcleos y las promesas de pingües ganancias con mínimo esfuerzo. Sin embargo la mayoría quedó en el camino. Entre los pocos que quedaron, algunos redoblaron la apuesta y “revolucionaron” la actividad.

Es el caso de Gustavo Calamari y dos socios, quienes se empecinaron en desarrollar la actividad y hoy producen “humus líquido” en Fighiera, departamento Rosario.

“Nos pusimos a trabajar en cómo hacer más económico el humus de lombriz”, le dijo a Campolitoral. Se trataba de superar la principal dificultad para su uso masivo: el volumen del humus sólido que torna anti económico su transporte y aplicación. “Ese fue el momento en que muchos lumbricultores del país empezaban a desaparecer”, recordó. Entonces, convencidos de que “es el mejor fertilizante que existe”, se concentraron en resolver esa barrera: “cómo hacer para que llegue al productor a un precio conveniente”. El camino se allanó extrayéndole todas las propiedades al humus de lombriz para hacerlo líquido.

Salto comercial

“Sirver para cualquier vegetal”, dijo Calamari frente a un grupo de productores durante una jornada hortícola a campo en Monte Vera, y detalló que el producto está testeado en producciones intensivas: floricultura, papa, trigo y cebada, te, yerba y arroz. “Los resultados son extraordinarios”, dijo el empresario que preside la firma Worms Argentina S.A. Por ejemplo, afirmó que se lograron rendimientos 40% superiores en papa, con el plus de “gastar la cuarta parte de los costos y cosechar 40 días antes”. El empresario afirma que es erróneo denominarlo como fertilizante, puesto que se trata de “un alimento natural para plantas”.

Desde que comenzaron, la mayor parte del tiempo la dedicaron a investigación y desarrollo, hasta que pudieron colocar el producto en el mercado hace alrededor de 2 años. Sin acciones de márqueting, fueron ganando espacio gracias al “boca a boca”. Hoy la capacidad instalada asciende a unas 12 toneladas de lombrices en producción. “Crédito no obtuvimos absolutamente ninguno”, aclaró.

“Empezamos con 2 litros por mes y hoy estamos en 3.000 litros diarios de ventas”, resumió. La zona comercial más fuerte es Corrientes y Misiones, para usar en yerba mate y te, además del cinturón hortícola rosarino, Tucumán (cítricos y orquídeas), San Luis (cactus) y Córdoba (azafrán).

I+D

El emprendedor afirmó que no fueron ellos los artífices del salto comercial, sino que fue puro mérito del producto. Sin embargo confesó: “uno casi pierde la familia por apostar a algo y no nos fundimos de casualidad”.

La obstinación, por lo tanto, jugó un papel importante. “Estábamos muy convencidos desde el principio con el producto”.

Impulsados por la convicción, invirtieron en “una cepa de lombriz especial entre las rojas californianas” y desarrollaron un sistema para mantenerlas a una temperatura constante durante todo el año. Incluso fueron probando distintos alimentos, hasta llegar a suministrarlo pasteurizado. “Se evolucionó en la lumbricultura tradicional y los resultados están a la vista: hoy la inversión es mínima y los ingresos son mayores”.

Calamari explicó que hay una relación directamente proporcional entre lo que come la lombriz y sus excreciones. “Entonces, para tener un producto con mayores ácidos húmicos, fúlvicos, nitrógeno, fósforo, potasio y demás le damos de comer en consecuencia”. Con la pasteurización, se busca “acelerar los procesos” entregando a los animales alimento predigerido.

Apasionado por la actividad, aseguró que “la lombriz es un animal increíble” porque vive 15 años, se reproduce a una tasa muy alta, no se enferma ni transmite enfermedades, “pero hay que cuidarla”. Por eso, desarrollaron camas bajo cubierta y elevadas para evitar el contacto con el piso “para que no se contaminante el humus con la tierra”, además de hacerlas automáticas para minimizar el trabajo. Hoy, esos diseños son la clave de su éxito. “Nuestra fortaleza es precisamente el secreto del proceso productivo”, concluyó.