Al margen de la crónica

Epidemia

Estados Unidos enfrenta un gran problema: más de un tercio de sus habitantes sufre de obesidad. No es de extrañar, ya que los refrescos y las hamburguesas tienen una fuerte presencia en su cultura alimentaria. De todas formas, algo parece estar cambiando lentamente.

En la “tierra de la libertad” la alimentación fue considerada durante mucho tiempo un asunto de gustos, pero los vientos ya han cambiado. La falta de ejercicio de gran parte de la población representa una fuerte carga para la mayor economía mundial. Los economistas estiman que la obesidad genera costos anuales de 200.000 millones de dólares para el sistema de salud.

Para los expertos Risa Lavizzo-Mourey, de la fundación Robert Wood Johnson, y Jeffrey Levi, de la organización Trust for America’s Health, Estados Unidos está logrando avances. Este dúo lleva más de diez años investigando el problema. “Nuestro primer estudio fue una respuesta pública a una crisis que alcanzó el nivel de epidemia”, indicaron.

Hay algo que sí mejoró, aseguran los investigadores Lavizzo-Mourey y Levi. “Después de décadas de alarmantes subidas, el informe de este año muestra que la obesidad en niños se estabilizó”. Y en adultos pudo frenarse el aumento por primera vez en 30 años, lo que suena alentador.

Sin embargo, la situación sigue siendo crítica. La “comida rápida”, habitualmente más barata, sigue siendo parte fundamental del menú de las familias de ingresos más bajos.

Las compañías de refrescos quieren ayudar a reducir la obesidad de los estadounidenses ofreciendo envases más pequeños. Fue en este marco en que Coca-Cola, Pepsi y Dr. Pepper Snapple presentaron su “histórica adhesión” a un futuro sin calorías en Estados Unidos. ¿Declaración de intenciones o una simple campaña de relaciones públicas?