Emular la pretensión decimonónica de representar la sociedad

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Martin Amis. Foto: Archivo El Litoral

 

Por Fabricio Welschen

“Lionel Asbo. El estado de Inglaterra”, de Martin Amis. Traducción de Jesús Zulaika. Anagrama. Barcelona, 2014.

Así como en su momento, a la hora de reseñar La viuda embarazada (2010), se podía señalar que su protagonista, Keith Nearing, remitía al Charles Highway de la primera novela de Martin Amis, The Rachel Papers (1973), de la misma manera puede ahora indicarse un vínculo, en el plano de la composición, entre John Self de Dinero (1984) y el personaje que presta su nombre al título de la última novela del escritor inglés que nos ocupa.

El protagonista de Lionel Asbo. El estado de Inglaterra (Lionel Asbo. State of England, Jonathan Cape, 2012) es en realidad el joven Desmond Pepperdine, quien vive en un suburbio londinense. A pesar de ser huérfano y de vivir en un ambiente marginal, Desmond es un muchacho que anhela progresar en la vida constituyéndose, de esta forma, como un caso antagónico al de su tío Lionel Asbo, un delincuente de poca monta que trabaja revendiendo objetos robados y cobrándoles a morosos (para lo cual se sirve de su aspecto intimidante y de sus dos perros Pitbull). En suma, un personaje que representa los excesos y la falta de estabilidad que caracterizaban al John Self de Dinero, sólo que en Lionel Asbo se añade el ser un individuo al margen del sistema. Un golpe de suerte hace que Lionel Asbo, en una de sus habituales estancias en la cárcel, sea el ganador de la lotería y se convierta en millonario. Así, el ex convicto puede comenzar a desenvolverse en las más altas esferas de la sociedad, aunque el cambio sólo será en apariencia: a pesar de ser rico, Lionel sigue siendo el mismo lumpen. Esto queda demostrado, por ejemplo, en el pasaje donde el personaje comenta su deseo de refaccionar por completo la antigua, histórica y valiosa mansión a la que se ha mudado, bajo el argumento de que todo debe ser nuevo. Además, el inesperado cambio transforma a Lionel Asbo en una superestrella, cuya excentricidad, conformada por la conjugación de una vida fastuosa y un comportamiento antisocial, resulta de interés para la prensa amarilla, que lo apoda “el patán de la loto”. Para complementar esta nueva faceta de superestrella, Lionel comenzará una relación con la mediática “Threnody”, figura que sirve de atractivo al morbo que explota el periodismo de los tabloides; la vida privada y pública de la pareja de famosos es objeto de una cobertura diaria. Por lo demás, a lo largo de la narración, Amis se detiene particularmente en dejar asentado el contraste establecido entre Desmond Pepperdine y Lionel Asbo (por ejemplo: el primero comienza a ascender trabajando como periodista, en tanto que el segundo se muestra contrario a todo tipo de educación).

No menos interesante es el subtítulo de la novela, “El estado de Inglaterra”, que es representado en la novela como un estado de decadencia. Decadencia de la cual la cultura de los tabloides sensacionalistas es una de las principales manifestaciones. Pero lo importante es señalar que este subtítulo parece indicar la intención (dentro de los márgenes de lo literario) de remedar un estudio de la sociedad.

Esta pretensión con ribetes sociológicos o antropológicos- de trazar un cuadro general del país no es algo que resulte ajeno a la literatura inglesa: es algo que ya se encontraba presente en el siglo XIX en George Eliot y su novela Middlemarch, cuyo subtítulo reza “Un estudio de la vida de provincias”. Si bien resultaría un error reducir esta novela a la representación de un determinado estado de la sociedad (puesto que Middlemarch es mucho más que eso), no se puede obviar su voluntad de inscribirse en un realismo que permita trazar un panorama de las clases sociales de la época. Lo mismo puede afirmarse acerca de Charles Dickens, quien desde sus novelas solía asentar posiciones muy críticas respecto de la sociedad victoriana y de la lógica mercantil derivada de la Revolución Industrial (de hecho, la composición del personaje Lionel Asbo no sólo podría remitir a la figura de John Self de Dinero, sino que la semejanza se presta a compararlo con Bill Sikes, un delincuente cómplice del villano Fagin en Oliver Twist). En definitiva, la literatura universal del siglo XIX se ha distinguido por tener un propósito realista; esto queda lo suficientemente demostrado en aquel epígrafe que encabeza el capítulo XIII de la primera parte de Rojo y negro (“Una novela es un espejo que se pasea a lo largo del camino”) que aparece atribuido a Saint-Réal pero que los críticos adscriben al propio Stendhal (a propósito: el subtítulo de Rojo y negro es: “Crónicas del siglo XIX”).

Lionel Asbo es, en suma, un personaje que simboliza la degradación de la Inglaterra actual; la novela de Amis juega a emular la impronta representacionista que ha caracterizado a las grandes obras literarias decimonónicas.