llegan cartas

Xenofobia argentina

ERCILIO J. M. RUDI (*)

Dice el mataburros: Xenofobia: a) Odio a los extranjeros; b) xenófobo (adj.): Enemigo de lo extranjero; c) extranjero (adj. y s.): De otro país o nación, etc. Ahora veamos: si referimos a límites geopolíticos, cabría la acepción citada en c), pero, ¿qué pasa con la etnia, cuyo significado es: agrupación natural de individuos de igual idioma o cultura? ¿Cuál es la etnia de Argentina si nos autocalificamos como crisol de razas? ¿Quién en Argentina puede definirse como local o extranjero, más allá de haber nacido aquí? ¿Cuánto de locales y qué de extranjeros tienen los habitantes provenientes de las corrientes migratorias que poblaron estas pampas? ¿Cuánto, los locales mixturados; hay algún otro?

¿Podría decirse que a esta fecha se haya fusionado suficientemente en el crisol, la descendencia de aquellos pioneros gringos, cuando el éxodo masivo culturalmente plural, ocurrió hace menos de un siglo?

Cabe interrogarse si como pueblo, habremos alcanzado la identidad por haber nacido en el mismo vastísimo territorio (jus solis), o mantenemos enormes diferencias por la herencia genética y cultural legada por nuestros respectivos ancestros (jus sanguinis).

Cuando en el crisol metalúrgico se funden cobre y estaño, se obtiene bronce que, además de ser la primera aleación que descubrió el hombre prehistórico, presenta características y aplicaciones específicas.

Permítaseme decir lo que deduzco: que en alguna medida y de modo permanente o circunstancial, todos somos xenófobos (conscientes o no), comenzando por la barbarie impulsada por las creencias religiosas a partir del primer brujo, hasta la estupidez de fanatizarse por el color de una camiseta. No obstante, “Non preocuparun, largun vivirum”, la xenofobia sería una consecuencia natural de las leyes del universo (lo único relativamente inmutable.)

Víctimas y victimarios somos sólo anécdotas de las cuales puede la historia tomar circunstanciales apuntes, en blanco, negro, pardo, cobrizo o amarillo, matizados según la pluma fuere de vencedores o vencidos, de aprovechadores o aprovechados, de científicos o crédulos, de visionarios o de menguados en sinapsis neuronales.

(*) Fundador de la Peña Filosofal de Santa Fe