El arte de encontrarse en la música brasileña
“Cecilia canta a Vinicius: a arte do encontro” es el nombre del espectáculo musical que propone la cantante rosarina para el próximo viernes 21, a las 21, en el Teatro Municipal 1º de Mayo de nuestra ciudad. Aquí, una charla sobre la música de Brasil, la convivencia de lo culto y lo popular y las referencias del gran músico, compositor y poeta como es Vinicius de Moraes.
TEXTOS. MILI LÓPEZ. FOTOS. GENTILEZA CECILIA ARELLANO.
Dice Vinicius de Moraes en su canción “Samba da BênçÆo”: “A vida nÆo é brincadeira, amigo/ A vida é arte do encontró/ Embora haja tanto desencontro pela vida”. Esta idea, esta frase del gran poeta brasileño, fue el disparador para el espectáculo de música, anécdotas y poesías que propone la cantante Cecilia Arellano.
Rosarina de nacimiento, brasileña (paulista) por adopción, Cecilia a los cinco años se fue a vivir al país vecino y los ritmos, los colores, las letras se le metieron en la piel y en cada rincón de su vida para hacerlos canción. “Estuve de los 5 a los 23 años en Brasil, en la adolescencia la música que se baila es brasileña, uno la respira por todas partes y es super natural; no recuerdo mi vida sin esa música...”, evoca la cantante.
“Cecilia canta Vinicius: a arte do encontró” es el espectáculo de Homenaje a Vinicius de Moraes, visto ya por más de 3.000 personas, que pasea por la figura polémica de este poeta, compositor, diplomático y pieza fundamental en la historia de la música popular en Brasil, recorriendo algunas de sus diversas creaciones con Tom Jobim, Badem Powell, Chico Buarque y Toquinho en un viaje al Brasil de los años ‘70.
La banda está formada por músicos brasileños y argentinos especialistas en el género del samba y la bossa. Además de Cecilia, en voz, los músicos son Deryck Santos, en guitarra; Kiki Ferreira, en bajo; Alejo Scalco, en piano; y Esteban Rotunno, en batería. La cita es el viernes 21, a las 21, en la Sala Mayor del Teatro Municipal, San Martín 2020.
LA MÚSICA, LA VIDA
Intérprete multifacética, Cecilia transita diversas expresiones de la música vocal abarcando un espectro amplio desde la música del Brasil, país donde creció, hasta la música barroca, la música de cámara, ópera y la contemporánea.
En su casa de la infancia se escuchaba música popular pero también clásica y recibió estas músicas con igual fuerza. Cuando comienza sus estudios en Brasil, lo hace en el campo académico direccionándose hacia la ópera.
Su interés por la música barroca la lleva a Holanda, donde se diploma en el Conservatorio Real de la Haya y luego se establece en Suiza donde presenta diversos espectáculos musicales y conciertos con los que, asimismo, realiza giras por numerosos países europeos.
Si bien toda su vida había estado con contacto con la música brasileña, fue a partir de Carmen Miranda, reconocida cantante de la década del ‘30, y del choro como estilo, que entró a cantar esta música que la había cobijado durante tantos años.
“Ella es una especie de Tita Merello, una figura muy conocida, y fue la reina de la radio. Sobre todo en los años ‘30 que fue una época muy nacionalista en toda América Latina, entonces cantar samba pasa a ser levantar una bandera de lo que es ser brasileño y era una gran cantante. Cantaba en un estilo medio clásico, como también Gardel acá, por eso me atrajo tanto, porque si uno viene de lo clásico donde usa tanto la voz proyectada, es una transición muy buena hacia la música popular”.
Esta admiración se materializó en un disco “Choro para Carmen”, donde rescata sambas, choros y valses de la década del ‘30, recreando el estilo, la voz y la cultura de la época. A partir de esta apertura hacia la música brasileña pudo unir su estudio clásico con la música popular.
“Con Carmen pude internalizar en el sentido de pulir lo melódico con el ritmo porque si uno viene del canto lírico se trabaja mucho la proyección de la voz, sobre todo el volumen, en esa búsqueda tan presente, el legato y otras técnicas al servicio de la voz, pero no se trabaja tanto el ritmo, y obviamente el samba y toda la música brasileña tiene gran presencia de música africana. Unir la melodía con el ritmo, unir esos dos sentidos e internalizarlos fue el desafío, después empecé a estudiar percusión. Es una base muy buena poder tocar percusión y cantar, bailar y cantar, para mí entender eso y sentirlo es una de las cosas más importantes”.
Hacer propia la letra es la meta de cualquier cantante, el poder transmitir un mensaje, no un puñado de palabras sin sentido emotivo, sino la esencia de la canción: “Tengo la suerte de ser bilingüe, el idioma no es una barrera. También canto en otras lenguas y como estuve viviendo 13 años afuera aprendí a cantar en francés y en alemán. De alguna forma me juré a mí misma el no cantar en una lengua que no hablo porque es brutal la diferencia de memorizar la dicción, incluso sabiendo lo que uno está diciendo pero no hablar. Saber hablar te da la posibilidad de actuar, de sentir e interpretar y para mí un cantante tiene que ser actor en ese sentido”.
EL RITUAL
“Hace muchos años que canto Vinicius. Es una figura particular, en el sentido de haber unido todo lo que es erudito con todo lo que es clásico, cosa que a mí me pasa también porque vengo de la música clásica pero siempre escuche lo popular”, afirma Cecilia y agrega: “Admiro el deseo que tuvo de ‘desacartonar’ todo lo que es clásico y poner todo lo que es erudición en la música popular o valorarlo cuando ya lo tiene en sí misma”.
Vinicius era un intelectual, escritor de sonetos, compositor y estudioso de la música culta. Poco a poco se fue aproximando a la música popular, al carnaval, a la capoeira, a las manifestaciones culturales afro-brasileñas, que su condición de carioca no le permitía serle ajeno. “Terminó escribiendo en ese lenguaje popular, así que hizo toda una transición desde lo erudito hasta lo popular, manteniendo la elaboración sabiendo cuándo ser simple, cuándo ser complejo y eso me encanta, me siento muy identificada con eso”.
Este espectáculo es síntesis: transita por el samba, la bossanova, hay una pequeña del Tropicalismo, y en este recorrido aparecen compañeros de ruta de Vinicius, como son Toquinho, Tom Jobim, Badem Powell, Chico Buarque, entre otros.
“En este show hemos probado diferentes órdenes de las canciones y es impresionante cómo cambia en la reacción del público y de uno mismo, porque es lo mismo, el público y uno es un ir y venir, lo que uno está sintiendo siempre lo está haciendo desde el público. Cuando uno establece un orden de canciones está definiendo la construcción de un discurso”, cuenta Cecilia.
El festejo de la vida como encuentro se traslada al escenario. El encuentro se vive entre los músicos en escena, pero también en la complicidad con el público. “La gente sale muy conmovida del show y creo que cuando uno está conmovido se puede encontrar más. El sentido es compartir ese momento, nosotros desde el escenario, el público escuchando y participando, porque la escucha no es pasiva sino que estamos pidiendo la participación del público. Es más que un concierto, es un homenaje, un compartir, un ritual”.