Un hombre querido

Falleció el Mago Solber

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El mago y una de sus estampas más conocidas.

Foto: Archivo El Litoral

 

De la redacción de El Litoral

Hondo pesar ha causado en los medios artísticos y culturales de la ciudad el fallecimiento del querido Ramón Drunday, popularmente conocido como el Mago Solber.

Santafesino de pura cepa como le gustaba definirse, hizo sus estudios primarios en la escuela López y Planes de barrio Roma. Fue docente en la escuela técnica Domingo Cullen y entre sus logros más preciados figura la fundación de la Escuela de Magia y luego del Círculo de Ilusionistas.

En 1982 ganó el tercer premio en el Congreso Internacional de Magia realizado en Buenos Aires. En el mismo espacio, la Academia de Artes Mágicas Fu Manchú le otorgó una de las tres menciones de honor. En 1984 recibió el premio al Mejor Mago de Circo, otorgado por la Asociación de Artistas de Circo de Argentina y también actuó en el Circo de Moscú.

En 2006 recibió uno de sus distinciones más queridas, el Premio Máscara de Oro, que otorga la Municipalidad de Santa Fe, por su aquilatada trayectoria.

Sumamente querido por los chicos y los grandes que disfrutaban su arte, le gustaba recordar que había elegido ese nombre por una novela que en su juventud se escuchaba por radio. Era sobre un personaje inmortal que se enamora de una doncella y “pide convertirse en mortal. Juntos tienen un hijo que se llamaba Solber y, como yo era un chico, me identifiqué con ese personaje”.

Para Ramón Drunday o, mejor, el querido Mago Solber -quien permanecerá en la memoria emotiva de muchos santafesinos-, la magia era una pasión y, “como todas las cosas, hay que dedicarle mucho tiempo. Cada prueba es una pequeña obra de arte y lleva mucho tiempo. Y nadie le dedica mucho tiempo a algo que no le gusta. Es un aprendizaje constante, algo que no se puede dejar y decir: hasta acá llegué”.