Cuatro mil sabaleros en Pergamino...

Esta hinchada ya ascendió y ahora le toca al equipo

  • Se mojaron, alentaron, sufrieron, algunos se fueron el día anterior para asegurar la entrada y vaya a saber uno dónde durmieron; otros estaban a las 7 de la mañana esperando que abrieran las boleterías. Llenaron el lugar que les dieron. Y si no fueron más, es porque estaba prohibido. Afuera de la cancha, la gente ya hizo todo lo que tenía que hacer.

Esta hinchada ya ascendió y ahora le toca al equipo

El impresionante espectáculo que ofreció la hinchada sabalera en Pergamino, desafiando lluvia, viento y lo mal que jugó el equipo.

Foto: Pablo Aguirre

 

Enrique Cruz (h)

(Enviado Especial a Pergamino)

Algunos se fueron el viernes a Pergamino a comprar entradas y vaya a saber uno dónde durmieron. Otros viajaron a la noche para estar bien temprano en la sede de Douglas y esperar la apertura de las boleterías. La mayoría partió desde Santa Fe con sol y presagiando una tarde con una temperatura que iba a trepar a los 35 grados. Y así fue. Llegó a ese nivel allá por las 2 y media de la tarde, pero enseguida se desató una tormenta furiosa que hizo bajar en cuestión de minutos la marca a menos de la mitad. La lluvia empezó a las 3 de la tarde y no paró nunca. Por momentos fue torrencial. Sin embargo, el hincha sabalero la desafió como lo hizo tantas veces sólo a cambio de la alegría incomparable que podía darle el equipo, si lograba el ascenso. Llenó la tribuna que la dirigencia de Douglas Haig, en una actitud incomprensible, ilegal, borrando de un plumazo aquella prohibición que desde la misma Afa emanó de jugar sin hinchas visitantes, puso a disposición de la hinchada sabalera. Y hubo incidentes. Se tiraron piedras entre las parcialidades, la policía no tuvo miramientos en lanzar gases lacrimógenos que afectaron a todos, la gente no detuvo la ira y rompió móviles de la policía y muchos se fueron no sólo masticando la bronca por el partido perdido, sino con los ojos enrojecidos y las vías respiratorias dañadas por los gases.

Pero lo de la gente de Colón no se empaña ni con lo mal que jugó el equipo ni con la derrota ni con nada. Fueron 4.000 como pudieron ser 20.000 si las circunstancias eran otras. Y como seguramente serán 30.000 o más el fin de semana con un Centenario que estará a reventar.

Los clubes pueden ser grandes por sus equipos, por sus logros, por sus dirigentes, por sus ídolos o simplemente por su gente. Y este último es el caso de Colón. Su gente es la que se banca todo, la que sufrió, sufre y seguramente seguirá sufriendo. La que llevó 15.000 hinchas a la cancha de Central, o más, masticó la bronca del descenso, no se borró como socio, no dejó de ir a la cancha, no dejó de demostrar su pasión, no dejó de apoyar.

Por eso, lo de ayer fue una muestra más de todo: una muestra más de aguante, una muestra más de amor, una muestra más de que el hincha es capaz de todo y una muestra más de que ese amor muchas veces no es correspondido desde adentro del club, en este caso por el equipo. Al menos en el partido de ayer, donde se jugó realmente mal.

Esta hinchada ya ascendió y ahora le toca al equipo

Este era el panorama en las calles de Pergamino, a unas dos horas del inicio del partido. La lluvia disminuyó pero jamás paró.

Foto: Pablo Aguirre

Las puertas del estadio se abrieron minutos antes de las 16, pero los hinchas de Colón estaban dando vueltas por Pergamino desde varias horas antes. Y uno se imagina, sin tener la certeza pero sin temor tampoco a equívocos, que muchos se habrán gastado los muy pocos pesos que le quedaban o a cuenta de lo que todavía no tenían, para seguir al Colón de sus amores.

Hay que darle por fin una alegría a esa gente. Es la que ya ascendió a Primera, es la que se merece jugar contra Boca o River y no volver a desafiar estos caminos pedregosos del ascenso, es la que cada día quiere más y cada día recibe menos. Al menos, esa fue la imagen de ayer. La de una hinchada que ya no sabía de qué manera gritar para levantar a un equipo que jamás se puso de pie, que se empantanó en sus limitaciones y se obnubiló con sus propias presiones.

Siempre dicen que no hay nada mejor que jugar con el aliento de la gente. Colón no fue visitante ayer, fue local. La hinchada hizo lo que tenía que hacer —y más también— para que los jugadores entraran a la cancha sintiendo que estaban en el Brigadier López y no en el Miguel Morales. Se jugó muy mal, se “agarrotaron”, no tuvieron esa templanza para superar la linda presión de saber que con una victoria estaban en Primera. No salieron a comérselo crudo a un rival que ya no juega por nada. El técnico le terminó echando la culpa a la cancha y los jugadores no hablaron. Nadie discute que intentaron lo mejor. Eso no se cuestiona. Son ellos —los jugadores— los primeros en saber que si ganaban, ascendían y entraban en la gloria por más que varios de ellos se tuvieron que comer el descenso. No hicieron lo que el deber les exigía. Tienen otra chance, pasará un nuevo tren. Será el fin de semana que viene, ante su gente otra vez. No serán sólo los 4.000 que se mojaron desde la cabeza a los pies en Pergamino. Se agregarán varios miles más, los suficientes hasta llenar la cancha de bote a bote. Habrá que darles la alegría que ellos ya tienen largamente merecida.

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El 125 de los 70 —seguramente— llegó finalmente a Pergamino... Y esperemos que haya vuelto sin problemas. El móvil de El Litoral lo pasó en la ruta. Foto: Pablo Aguirre

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La desesperación de la gente por conseguir una entrada y por ingresar a la cancha. Está prohibida la presencia de simpatizantes visitantes, pero Douglas Haig alentó, a través de su dirigencia, la llegada masiva de hinchas sabaleros.Foto: Pablo Aguirre

El dato

¿Piñas entre dirigentes?

Según rumores que corrieron como reguero de pólvora por las redes sociales, se habla de una pelea a las trompadas entre dos dirigentes, en la tribuna visitante de la cancha de Douglas. ¿Habrá sido cierto?. Dicen que hubo testigos que lo aseguran.

Desde Pergamino

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Los dirigentes de Colón, con Eduardo Vega, el presidente, a la cabeza, al término del encuentro en Pergamino.

Foto: Pablo Aguirre

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Los dirigentes de Douglas pidieron a los hinchas de Colón que no se identifiquen. Era obvio pensar que no le iban a hacer caso.

Foto: Pablo Aguirre

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Grandes y chicos viajaron con la esperanza de un ascenso que no llegó todavía.

Foto: Pablo Aguirre

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Por lo menos fueron previsores y se llevaron un nylon para defenderse un poco de la lluvia.

Foto: Pablo Aguirre