al margen de la crónica

El temor de Lars

El director de cine danés Lars von Trier confesó que recurrió a las drogas para escribir sus películas y que, ahora que las ha dejado, teme no ser capaz de seguir haciendo cine.

Su adicción a la bebida comenzó con “Breaking the Waves” (1996) y, a partir de entonces, recurrió a un cóctel de una botella diaria de vodka y “una droga euforizante” para escribir, confiesa en su primera entrevista en tres años, tras ser declarado “persona non grata” en el Festival de Cannes por unos polémicos comentarios sobre Hitler.

“No sé si podré hacer más películas, y eso me atormenta”, afirma el cineasta, que confiesa su miedo a que sus filmes no sean lo suficientemente buenos.

Von Trier asiste a reuniones de Alcohólicos Anónimos y lleva noventa días sin tocar ninguna droga, pero le preocupan los posibles efectos de la sobriedad sobre su capacidad creativa.

“Ninguna expresión creativa con valor artístico ha sido creada nunca por exalcohólicos o exdrogadictos”, afirma.

El cofundador del movimiento Dogma asegura por ejemplo que “Dogville” (2003) fue escrita en doce días bajo un estado de euforia continuo que le permitía acceder a un “mundo paralelo” donde las ideas surgían con fluidez y se sentía seguro al tomar decisiones.

“Nymphomaniac” (2013), su última película, fue la primera que escribió sobrio, y le costó en cambio un año y medio hacerlo.

“Está claro que el mundo paralelo cuesta, pero recibí también muchas alegrías, igual que todos los artistas que he admirado se han lanzado a todo tipo de drogas de cambio de comportamiento”, explica.

El creador de películas como “Dancer in the Dark” e “Idioterne” no concedía entrevistas desde que en mayo de 2011 se vio envuelto en un escándalo durante la presentación de “Melancholia” en Cannes, al mostrar su “comprensión” por Hitler como persona. Fue entonces que la organización de Cannes, el mismo festival que lo llevó a la cima del cine europeo, lo declaró “persona non grata”.