Un fanático de Racing, nacido en Recreo y dispuesto a festejar otra vez...

La increíble historia de Perusini

  • Tuvo dos ACV. El primero fue en 2001 y Racing salió campeón. Este año le pasó lo mismo, justo en la antesala de la gran posibilidad que tiene la Academia de coronarse.
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Angel Perusini en la nueva redacción de El Litoral. Sus peripecias en un hospital de Buenos Aires y su amor por Racing, todo en la misma historia. Foto: Pablo Aguirre

 

Enrique Cruz (h)

Es una historia increíble la de Angel Perusini. Tuvo dos ACV, uno fue en el 2001 y otro este año. En el primero, Racing fue campeón con el famoso “paso a paso” de Mostaza Merlo; ahora, su querida Academia (Perusini es fanático racinguista) está a un paso de lograrlo otra vez. Tiene 74 años, nacido en Recreo y tiene una historia digna de ser contada.

—Cuente Angel...

—Hace algunas semanas, fui convocado por mi nieta a bailar el vals de los 15 años, en Tortuguitas, provincia de Buenos Aires. Al día siguiente de la fiesta, iba caminando rumbo al obelisco y sentí los mismos síntomas que trece años antes, cuando sufrí el primer ACV que me dejó algunas secuelas. La llamé a mi hermana y le dije que tenía otro ACV, y ella me contestó: “¿vos sos médico?”, le dije que no, pero que tenía los mismos síntomas. Me llevaron a la guardia del Hospital Pirovano, estuve cinco horas esperando y no me atendieron. Entonces, mi hermana me llevó a su casa y llamamos a la ambulancia, a los quince minutos llegó. Me trasladaron al hospital otra vez, me atendieron en la guardia y me dijeron que estaba colapsado. Ahí ví cosas que me llamaron la atención.

—¿Qué cosas?

—Que a todos los que llegaban le preguntaban si consumía y casi todos decían que sí, eran ladrones, delincuentes. Dormir en la guardia era imposible, estuve una semana, en un momento perdí el sentido de la ubicación y ví un tunel lleno de luz y de pronto un golpe que me hizo caer en la cama. No sé si eso que yo experimenté es la antesala de la muerte, pero es lo que se dice. El hospital es una cueva de ladrones, me robaron todo mi dinero. Una noche me llevaron a hacer una tomografía computada y al otro día quise comprar una máquina de afeitar y no me habían dejado ni las monedas. Era imposible dormir, llegaban heridos de todo tipo, gente drogada. Lo único que quiero rescatar es el grupo de profesionales del hospital, es excelente.

—¿Es cierto que le dieron el alta y fue a ver a Racing?

—No me quería perder el partido con River. Todos me dijeron que estaba loco. Mi yerno me llevó a la cancha. Lo que ví fue maravilloso: 60.000 hinchas de Racing, deslumbrante, todo vestido de celeste y blanco. Ver a Racing es como ir a una fiesta de gala y bailar el bals. Ahí me dí cuenta que iba a salir campeón... Bah, en realidad me dí cuenta que algo podía pasar el día que dimos vuelta el partido con Boca.

—Usted vivió la historia linda de Racing, la de la ayuda de Perón, los tres campeonatos y el equipo de José...

—Racing no ganó los tres torneos consecutivos por Perón, por más que Perón, para mí, era hincha de Racing y no de Boca como algunos quieren ahora hacernos creer. Racing fue campeón porque tenía un equipazo. Anotá: Antonio Rodríguez; Higinio García y García Pérez; Fonda, Rastelli y Gutiérrez; Boyé, Méndez, Bravo, Simes y Sued. Fuimos el primer triple campeón del fútbol argentino, en 1949, 1950 y 1951.

—¿Por qué se hizo tan fanático de Racing?

—Porque en Recreo había un muchacho, que se llamaba Lito Osti, que arrojaba figuritas en esa época y yo me desesperaba para agarrar las de Racing.

—¿La conoció a Tita Mattiusi?

—¡Por supuesto!. Tengo un par de anécdotas del estadio, la primera es que Perón estaba molesto porque todos venían a pedirle dinero para hacer estadios con tribunas de madera y él mismo se preguntó cuándo la Argentina iba a tener un estadio totalmente cerrado, por eso decidió que así fuera el cilindro, que se inauguró en el 50 en un partido que Racing le ganó a Vélez por 1 a 0 con gol de Llamil Simes. Y tengo otra: el estadio estaba clausurado y era una tristeza verlo. Fui a visitarla a Tita Mattiusi. Yo colaboré pintando las plateas de Racing, trabajaba en el Instituto Nacional de Lucha Antituberculosa en Recreo, donde estuve 37 años, pero en mis vacaciones me fui a lo de mi hermana y me ofrecí a pintar el estadio. Estaba pintando y siento un griterío, era Mattiusi que le dice a uno que no podía estar pintando porque tenía puesta la camiseta de Boca, y lo hizo sacar del estadio.

—¿Cuál fue el mejor jugador que vio?

—El Chueco García fue extraordinario, pero por cuestiones generacionales no lo ví jugar. Puedo nombrar a Tucho Méndez y al Marqués Sosa. El mejor arquero fue Rogelio Domínguez. El equipo del 66 tuvo grandes jugadores, ví las dos finales con el Celtic, en Buenos Aires y en Montevideo. Fue una fiesta inolvidable que jamás olvidaré. Esa vez ví a Buenos Aires vestida de celeste y blanco porque todos se adhirieron al primer título del mundo para nuestro país. Maschio era el estratega de ese equipo. Y estamos en vísperas del título 17, 9 en el amateurismo y 8 en el profesionalismo. Ese año 1966 no me perdía un solo partido. Y cuando descendimos, iba a la cabina convocado con Víctor Hugo Morales para hablar de Racing

—¿Y de este equipo?

—Vacilante al principio y la racha de siete partidos ganados con un solo gol en contra, fue clave. Tuvo partidos fundamentales como la victoria ante Quilmes faltando un minuto, la ya mencionada con Boca y ante River. Para mí es un trámite, ganamos el domingo y somos campeones otra vez.